Un libro argumenta que
la revolución feminista se privatizó. En lugar de buscar el cambio social (pues
la lucha está incompleta) las famosas de hoy se presentan como liberadas porque
son libres de elegir la marca que quieren.
Hubo una época en la que muchas mujeres preferían que les
extirparan un órgano antes que llamarse feministas. Así de manchado estaba el
término. Pero hoy en todas las pantallas
que miramos a diario aparecen estas chicas autodeclaradas liberadas y que proclaman
a los cuatro vientos el orgullo de ser mujer.
Y están en todas partes. Esta apropiación promiscua de una etiqueta es de lo que trata el libro
escrito por Andi Zeisler,
cofundadora y directora creativa de Bitch Media. "We Were Feminists
Once" explica cómo las mujeres permitieron que se banalice la idea
central del feminismo y cómo pueden ampliarlo para que recupere su objetivo
real y su poder.
El feminismo está viviendo un gran momento, dice Zeisler no
sin cierta ironía. Lo que antes era casi una mala palabra que todo el mundo
desestimaba con una sonrisa de desprecio, ahora
tiene como una especie de marca nueva que enarbolan con orgullo artistas
del cine y la televisión y cantantes poderosas como Beyoncé. El feminismo impulsa campañas de marketing y publicidad
para todo tipo de productos y presenta lo que durante mucho tiempo fue un movimiento por la justicia social como
otra opción de consumo en un mercado vasto. La meta es la autorrealización, el medio para lograrlo es la compra y
los altavoces son las celebridades.
El feminismo estuvo durante muchos años peleado con los
medios y la cultura pop. Ahora vuelve, dice la autora para colocarse en el
centro de los medios, de la cultura pop y del mercado. Como si el cambio social
se convirtiera en identidad de marca, como si regresara para terminar el
combate incompleto del feminismo de siempre. Después de todo, la planificación familiar sigue siendo atacada, las
mujeres siguen ganando menos que los hombres y los ataques a las mujeres
(maltratos, violaciones o asesinatos) son más feroces que nunca.
Andi Zeisler,
fundadora y directora de Bitch Media, utiliza sus más de veinte años de
experiencia en interpretar la cultura popular para escribir esta picante
historia de cómo el feminismo ha sido cooptado, aguado y convertido en una
giratoria tendencia en los medios. Analizó películas, televisión, publicidad y
mucho más para pintar el paisaje que ofrecen los medios, rebosante de palabras
como empoderamiento pero con muy poco cambio transformacional.
Como directora de la revista Bitch, que salió en 1996, Zeisler entiende la complicada relación
entre el feminismo y la cultura pop. Es una relación de codependencia tóxica,
dice. Las activistas necesitan a los
medios para que las ayuden a difundir sus ideas, aunque bombeen estereotipos
sexistas; los medios, a su vez, no
pueden arriesgarse a perder contacto con el espíritu de la época.
El problema, dice Zeisler,
es que aquella revolución se ha privatizado. Las feministas de hoy parecen satisfechas con hacer sus propias
elecciones individuales, cualquier elección, así esté totalmente alejada de los
objetivos originales del feminismo que alguna vez significaron acciones
colectivas para cambiar los sistemas sociales.
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