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Es cierto que estamos inmersos en una revolución digital que
está afectando a los estamentos de todas las organizaciones. Además, dicha
revolución va acompañada de un mundo en
estado VUCA, es decir, un estado en que todo es volátil, incierto,
cambiante y ambiguo, lo que significa que todo debe transformarse aunque muchas
veces no se sabe hacia dónde.
En referencia a este aspecto, podemos ver como esta revolución
ha llegado también a la sociedad y como aparecen fuertes movimientos que están
empezando a hacer subir hacia arriba procesos de cambio que la mayoría de
veces, los que están arriba, no saben ni cómo abordarlos y menos aún, cómo
solucionarlos. Por este motivo,
necesitamos repensar y evolucionar nuestros modelos de pensamiento, de conducta
y, evidentemente, de liderazgo.
Este modelo será nuevo, pero en el fondo, gran parte de lo
que se considera ahora nuevo, ya lo era en esencia hace cientos y miles de años,
pero lo que está claro, es que con la irrupción de la tecnología se puede
afirmar que muchas cosas son las mismas pero las herramientas son distintas.
Para analizar lo que significa el cambio en sí, repasemos
qué decían los expertos hace cientos y cientos de años.
Heráclito decía que el cambio era lo único permanente. Aristóteles decía que no hacían falta
gobiernos perfectos, sino que fueran prácticos. Sun Tzu decía que la batalla
que se gana es aquella que no se libra. Y así podríamos seguir con muchos otros
ejemplos de hace siglos que nos demuestran que ciertos detalles nos pueden
servir de guía.
Entonces, ¿dónde nos lleva todo esto?
Necesitamos líderes
que sean algo más que líderes, necesitamos que también sean referentes.
No entraré a describir u opinar sobre qué es un líder o sus características pues creo que sobre
este aspecto hay mucho contenido y me voy a centrar en cuáles son sus
diferencias básicas. El referente:
- Es escogido y nunca impuesto
- Es un maestro y transformador de personas
- No sólo hablan de tareas, también conversan sobre emociones
- Tiene consciencia de referente
- Le gusta rodearse de personas mejores que él
- Trasciende a su etapa pues desarrolla nuevos líderes
El primer punto a tener presente y que considero el más
importante de todos y suele ser consecuencia de los otros, es que un referente es escogido y un líder no lo es forzosamente.
Vamos a ver un ejemplo muy sencillo.
Empezamos a trabajar en una empresa, nos presentan a los
compañeros de departamento, nos llevan al despacho más grande de la planta y
saludamos a una persona, a la que nos presentan: ‘Te presento a ‘tal’,
responsable de departamento’. En este momento nos han dicho que esa persona es
la líder del equipo con lo que yo no he podido escoger, me la han puesto o
impuesto, como se quiera explicar.
El deseo de todo responsable de un equipo o empresa debería
ser que la gente le escogiera a él y le dijeran:
¡Quiero que seas mi
líder! Cuando realmente estarán diciendo ¡Eres mi referente!
Llevo años analizando, entrevistando y estudiando personas a
las que he considerado referentes y os aseguro que, en todos estos casos, dicha
elección es la que genera los verdaderos vínculos emocionales que, acompañados
por eficiencia profesional, es el inicio de la creación de grandes equipos.
El segundo valor es que mientras el líder está basado en
ayudarnos a conseguir nuestros objetivos, el
referente tiene una gran capacidad de formación y desarrollo de personas que le
ayuda a desarrollar personas. Es decir, tiene un grado importante de
maestría que además de tener alumnos listos, fomenta su desarrollo personal al
mismo tiempo que consiguen sus objetivos.
En esto se basa también el tercer punto. No sólo habla de
tareas sino que también habla de emociones y temas personales porque entiende
que un equipo no tiene miembros, sabe que un equipo tiene personas que, además,
son miembros de un equipo.
El cuarto punto es que un referente tiene consciencia de
referencia y si hablo de consciencia de referencia no quiere decir que sea un
engreído, al contrario. Sabe lo que la
gente espera de él, debe asumirlo. La consciencia se basa en consciencia y
no en exceso de autoconfianza o prepotencia, por decirlo de una manera diplomática.
El quinto punto es muy importante. A un buen referente le gusta rodearse de gente más buena que él
pues sabe que no se puede ser excelente en todo y que si alguien puede llegar a
excelencia, sólo es en forma de equipo e interaccionando entre todos como
personas y como trabajadores.
Y la sexta y vital aunque sea la última. La trascendencia.
Un referente o un líder referente sabe
que él está allí para preparar a los demás para cuando él ya no esté. Sabe
que su paso por la organización o por la vida de las personas no vendrá dado
por su obra mientras él está al mando. Su obra será más grande según como siga
la organización cuando pasen los años y él ya no esté allí en cuerpo aunque si
en esencia.
Para ir acabando les invito a preguntarse.
¿Qué
pasaría si mis hijos me vieran como un líder y no como un referente?
¿Los
miembros de mi equipo trabajarían mejor con un líder o con un maestro?
¿Con
un entorno más enfocado en el desarrollo la gente se adaptaría mejor al cambio?
Les invito a todos a que trabajen para ser escogidos por la
gente que les rodea, que piensen en formar personas para que ellas sean lo que
quieran ser, que hablen de emociones pues todos las tenemos, que tomen
consciencia del impacto de sus acciones, que no hay que tener miedo de rodearse
de personas mejores y, sobre todo, que
piensen más en la organización para que trascienda a su paso.
Sólo saldremos de la situación actual con más referentes en
las casas, en las escuelas, en las empresas, en la política, en todas partes,
por este motivo les animo a buscar y desarrollar este liderazgo referente.