I.- LA PERCEPCIÓN CONSCIENTE O MINDFULNESS
Para los líderes actuales el mindfulness o entrenamiento de
la mente para estar más consciente y centrada se está convirtiendo en una
habilidad necesaria para sobrevivir y un pilar del autoliderazgo. La presión
sobre los líderes se está incrementando. Los cambios son constantes, la
información disponible cada vez es mayor, así como la escala de
complejidad. Los líderes y profesionales en general tienen, pues, un problema
ya que la habilidad para centrarse y gestionar su mente se está deteriorando.
Investigaciones han mostrado que estamos distraídos de la tarea que hacemos
aproximadamente un 47% del tiempo. A lo largo del día estamos pensando
constantemente sobre las cosas que han ocurrido en el pasado y sobre las que
tenemos que hacer en un futuro, mientras perdemos el foco sobre lo que está
pasando en el momento.
En los estudios efectuados por los autores han encontrado
que el 73% de los líderes se encuentran distraídos de la tarea que realizan en
algún momento o en casi todo el tiempo. Han hallado, también, que el 67% de los
líderes consideraban que sus mentes estaban saturadas con un exceso de
pensamientos y ausencia de unas prioridades claras, lo que tiene como
consecuencia que el 65% fracasen a la hora de finalizar los trabajos más
importantes. Cuando se les preguntaba cuáles percibían que eran las principales
fuentes de las distracciones seleccionaban las siguientes:
a).- Las demandas de otras personas.
b).- Las prioridades simultáneas, compitiendo entre sí.
c).- Carga de trabajo excesiva.
En esta situación la capacidad de mantener la serenidad y la
concentración y dirigirlas a las tareas adecuadas, en el tiempo correcto y de
la forma adecuada, es lo que va a facilitar que un líder sea excepcional.
La productividad se ha medido, tradicionalmente, en términos
de tiempo y competencia, pero cuando la concentración se convierte en un
recurso de liderazgo escaso el mantener el foco puede llegar a desbancar
al tiempo y a la competencia. La ecuación sería:
Productividad = Foco x Tiempo x
Competencia
El problema surge porque desde una perspectiva neurológica
estamos programados para las distracciones. Parte de nuestro cerebro está
dedicado a escanear continuamente lo que nos rodea para trasladar
cualquier nueva información de importancia que pueda requerir nuestra
atención. La tendencia a ser distraído está profundamente arraigada en las
partes más antigua de nuestro cerebro como la corteza temporal. La
concentración se produce, fundamentalmente, en la corteza prefrontal, que es,
también, donde radica el centro de las funciones ejecutivas, que nos permiten
escoger nuestras acciones y comportamientos de forma deliberada. Cuando somos
capaces de operar más desde esta localización tenemos una mayor capacidad para
minimizar el ruido procedente de nuestra mente dispersa, centrarnos mejor en la
tarea que estemos realizando y realizar acciones más deliberadas.
Todos estamos genéticamente programados para un nivel básico
de concentración. Ésta tiene seis elementos principales que son:
1.- Control. El foco controlado nos permite
priorizar nuestra atención y acciones en cada momento. Es lo contrario de la distracción.
Es la cualidad de deliberadamente estar atento y centrado en un objeto o tarea.
Es el núcleo de la atención.
En un estudio que analizaba la neurobiología de lo que
ocurre cuando nos distraemos los investigadores encontraron que en las fases de
concentración o foco controlado la corteza prefrontal se activaba para mantener
la atención. Esta sincronización es crítica para hacer las cosas ya que
si no tenemos una situación de foco controlado no podemos ser eficientes y, por
ejemplo, cuando estemos con los demás no conectaremos adecuadamente con ellos.
Los líderes actuales se encuentran que tienen más asuntos
que resolver que el tiempo que tienen para ello.Intentar centrarse en
demasiados a un tiempo es una receta para un desastre. Los líderes tienen que
constantemente centrarse y volver a hacerlo para conceder su atención plena a
los asuntos importantes de momento a momento.
2.- Capacidad de centrarnos. Nos permite
absorber y procesar grandes volúmenes de información compleja. Representa la
cantidad de datos de los que podemos ser conscientes en cada momento.
Podemos evaluar nuestra capacidad de forma sencilla, por
ejemplo, abandonando lo que estemos haciendo, cerrando los ojos, abriéndolos y
mirando delante de nosotros durante un segundo, para volver a cerrarlos y
calcular el número de detalles que podemos recordar de lo que hemos visto en
ese segundo.
Los investigadores llevan muchos años intentando medir la
capacidad de concentración con resultados diversos. Una mente media puede
comprender entre 4 y 40 bits de información por segundo. Los estudios de los
autores sobre el tema han mostrado que estos resultados no dan respuesta a las
necesidades de los líderes ya que, como hemos visto, la sobrecarga de
información es uno de los mayores retos a los que se enfrentan para ser
eficientes.
Loren Shuster, director de recursos humanos de LEGO, dice:
“Dedicar unos momentos a mindfulness antes de leer un informe calma y aclara mi
mente. Crea las condiciones necesarias para que absorba todos los detalles de
lo que voy a leer y que sé que necesito retener. De esta forma soy capaz de
sintetizar y almacenar más información y recordar los datos cuando más los
necesito, que suele ser en los momentos de mayor presión”.
3.- Velocidad. Determina el ritmo en el que
somos capaces de procesar el flujo de nuestras experiencias. Varía dependiendo
del grado de compromiso, de la complejidad de la situación y de otros factores
del entorno. Durante un accidente, por ejemplo, puede ser muy elevada, pero si
estamos cansados, hemos consumido un exceso de alcohol o cuando operamos con el
piloto automático activado nuestra velocidad de concentración es limitada.
4.- Agilidad. Nos va a permitir cambiar de una
actividad a otra sin entretenerse con la tarea previa, movernos mentalmente de
forma eficiente entre múltiples contextos complejos y mantener diversas
perspectivas, valores y emociones opuestas para así, poder tomar decisiones más
holísticas menos sesgadas.
Se puede ver afectada por factores internos y externos. El
cansancio, el alcohol, la ocupación excesiva de la mente y los cambios rápidos
y continuos de tareas pueden disminuir la agilidad de centrarse y enlentecernos
consecuentemente.
No debe confundirse con la multitarea. Múltiples
investigaciones han mostrado que los humanos somos incapaces de realizar varias
tareas simultáneamente. La agilidad para centrarnos, por el contrario supone la
capacidad para cambiar de tareas, no la habilidad de realizar varias al tiempo.
5.- Claridad. Nos ayuda a registrar los detalles
de la tarea actual o del objeto de nuestra atención. Implica que experimentamos
aquello en lo que nos estemos centrando en “alta definición” y mantenemos unos
recuerdos claros de lo que ha acontecido en los momentos recién vividos. Las
investigaciones realizadas por los autores muestran que el 90% de los líderes
piensan que tener más tiempo para la reflexión incrementa su claridad mental.
6.- Persistencia o duración del foco. Es el
tiempo que somos capaces de mantenernos centrados en un determinado objeto o
experiencia. En la época actual caracterizada por las grandes distracciones
tecnológicas se está deteriorando nuestra habilidad de persistir enfocados en
un tema.
Los investigadores han encontrado una relación directa entre
un gran consumo de diversas formas de televisión, prensa, vídeo juegos, etc., y
un encogimiento de nuestra corteza prefrontal. En otras palabras cuanto más
permitimos que nos inunden las informaciones y distracciones menos capacidad
tendremos de mantener el foco en algo. Pero gracias a la neuroplasticidad
y con la ayuda de un entrenamiento en mindfulness podemos incrementarla.
Los autores proponen una serie de estrategias para conseguir que los líderes mantengan un
desempeño centrado. Éstas son:
a).- Conocer y entender qué es lo que impacta al foco. Si
queremos mantenernos centrados durante el día es útil ser conscientes de cuáles
son los factores que nos influyen y cuál es nuestra situación respecto a
nuestra capacidad de concentración a lo largo del día, por ejemplo si es la
misma a las 9 de la mañana que a las 4 de la tarde. En este sentido, se ha
comprobado que los jueces dictan sentencias más favorables por la mañana que
por la tarde.
Por tanto debemos intentar realizar nuestras actividades más
importantes en las horas en las que nuestra concentración es máxima y las más
prácticas y activas en las que es más débil.
Otros factores que impactan, además del momento del día, son
de carácter mental y físico, incluyendo el sueño, las emociones y la
alimentación.
Los factores mentales influyen ya que las emociones
negativas, por ejemplo, generalmente actúan disminuyendo la mayor parte de
nuestras facultades, mientras que las positivas abren nuestro foco para que
podamos contemplar un panorama más amplio.
Desde el punto de vista físico la relajación, entendida como
la ausencia de esfuerzos innecesarios tanto mentales como corporales, es
un prerrequisito para la concentración.
Cuando relajamos nuestro cuerpo nuestra
mente le sigue. Asimismo si cuidamos nuestro cuerpo con sueño de calidad, alimentación
y ejercicio adecuado nuestra capacidad de estar centrados se incrementa.
b).- Abandonar la multitarea. Nuestra habilidad
para realizar varias actividades de forma simultánea prestando la adecuada
atención a cada una de ellas es un mito. Si podemos hacer varias tareas a la
vez pero sin prestar atención, esto es sin pensamientos conscientes, por
ejemplo como cuando caminamos y vamos hablando. Pero desde un punto de vista
neurológico no somos capaces de centrar nuestra atención en dos cosas al mismo
tiempo. Lo que hacemos es cambiar el objeto de nuestra atención rápidamente una
y otra vez.
En el contexto de la multitarea diversas investigaciones han
encontrado que cuando lo hacemos nos convertimos en “maestros de todo lo que es
irrelevante y nos distraemos con cualquier cosa.” También han mostrado que
reduce la eficiencia porque dedicamos más tiempo a completar una tarea y
cometemos más errores, que reduce la satisfacción con nuestros trabajos, que
daña las relaciones y que impacta de forma negativa en la salud.
c).- Evitar la adicción hacia la acción. Ésta
consiste en la necesidad incontrolable de estar siempre haciendo algo y la
incomodidad cuando nos quedamos quietos. Incluye comportamientos tales como la
revisión constante de los correos electrónicos o de las redes sociales. Nos
mantiene ocupados pero actividad no es sinónimo de productividad.
Esta adicción la tenemos todos en mayor o menor grado y la
causa radica en nuestro cerebro. Cuando completamos una acción, por pequeña que
ésta sea liberamos dopamina lo que puede transformar a dicha acción en algo
adictivo. Pero la dopamina no distingue entre actividad y productividad lo que
puede hacer que seamos eficaces porque hacemos muchas cosas pero estas no
tienen por qué ser las correctas.
La consecuencia lógica es que estamos persiguiendo
constantemente pequeños triunfos a corto plazo y perdemos de vista a las metas
más importantes, con lo que nuestra capacidad para establecer prioridades se
resiente y nuestro desempeño disminuye. Al ser un estado mental se puede vencer
a través de la práctica de mindfulness.
d).- Reservar tiempo
para la concentración. Con una mente bien entrenada podemos elegir en qué
centrarnos y tendremos la capacidad de vencer a la necesidad de multitarea y a
la adicción a la acción, sí como podremos planificar nuestro tiempo y
actividades para abordar las cosas realmente importantes.
Los autores
recomiendan seguir los siguientes pasos para dedicar tiempo para centrarnos:
1.- Reservar un tiempo en nuestras agendas. En lugar de
priorizar lo que tenemos programado, programar nuestras prioridades.
2.- Bloquear una hora o más todos los días para realizar las
prácticas de mindfulness.
3.- Planificar las actividades importantes en el tiempo en
el que estamos más centrados y realizar el resto, como mirar el correo, a los
momentos en que lo estemos menos.
4.- Compartir la necesidad de un tiempo de reflexión con los
compañeros. Convertirlos en aliados para proteger estos momentos.
5.- Marcar objetivos claros sobre cómo vamos a emplear este
tiempo y mantenerlos.
6.- Eliminar distracciones tanto internas como externas.
Mantener la disciplina.