Experiencias

Rodolfo Salas: Facilitador y potenciador sobre conocimientos de liderazgo, estrategia, marketing y gestión de los negocios.

Fortalezas: Dirigir, inspirar e integrar a otros con una gran energía, Aceptar cambios de forma positiva, Desarrollar relaciones con otros, Ser más visible y Tener un alto grado de compromiso.

jueves, septiembre 24, 2009

Liderazgo efectivo



El desempeño puede medirse a partir de dos conceptos: eficiencia y eficacia. Eficiencia es hacer correctamente las cosas (Uso de Recursos) y eficacia es Hacer las cosas Correctas (Logro de Propósitos). Efectividad es hacer ambas cosas. Peter Drucker.

La esencia del liderazgo es la confianza, puesto que es imposible asumirlo ante personas que no confían en el líder. Cuando se confía en alguien, se asume que actuará con honestidad, que sus acciones serán previsibles y que no se aprovechará de la confianza en él depositada.

Hoy en día, la efectividad directiva y de liderazgo depende -tal vez- ¡más que nunca! de la capacidad de ganarse la confianza de las personas con quienes se trabaja (téngase presente el “liderazgo de 360 grados”). Ello se debe a que en tiempos de cambios e inestabilidad, como los actuales, muchos individuos se vuelven hacia las relaciones personales en busca de orientación, y la calidad de esas relaciones depende principalmente del nivel de confianza en la persona de la que se espera que ejerza como un verdadero líder.

Para que los directivos logren hacerse con la confianza de sus colaboradores (quienes con ellos laboran en los distintos niveles de la organización), necesitan cumplir con ciertos requisitos:

Ser abiertos. La desconfianza es la consecuencia tanto de lo que las personas desconocen unas respecto de las otras, como de lo que efectivamente conocen acerca de aquéllas. Por tanto, hay que mantener bien informados a los miembros del equipo sobre los criterios para la concepción y adopción de decisiones, ser sincero a la hora de hablar de los problemas y desvelar por completo la información relevante.

Ser justos. Antes de adoptar decisiones (emprender acciones), hay que pararse a pensar en cómo las percibirán los demás en lo relativo a su objetividad y justicia. Resulta fundamental ser objetivo e imparcial en las valoraciones y prestar atención a la percepción de equidad en la distribución de las remuneraciones.

Expresar los sentimientos. Los directivos que sólo transmiten meros hechos dan la impresión de ser fríos y distantes. Si comparten sus sentimientos (sus anhelos, expectativas, convicciones, etc.), los demás los percibirán como personas más reales y humanas.

Decir la verdad. La verdad es inherente a la integridad. A quien se le descubre una vez en la mentira, le resulta muy difícil (si no: imposible) recuperar la confianza de los demás.

Ser coherente. La mayoría de las personas aprecia la previsibilidad. La desconfianza surge cuando no sabemos qué esperar de alguien. Hay, por tanto, que dejar que nuestros principales valores y creencias guíen las acciones.


Cumplir las promesas. Un compromiso (con-promesa) es la condición necesaria para que se pueda creer en las acciones y las palabras de una persona.

Guardar las confidencias. Si se les percibe como personas que revelan confidencias personales, los líderes perderán la confianza de sus subordinados.

La idea de que la experiencia es algo muy valiosa e incluso necesaria para un liderazgo efectivo, pertenece al sentido común y es aceptada sin reservas por mucha gente. Casi no existe una solicitud de trabajo en la que no se pida detallar la experiencia o vida laboral. No obstante, la evidencia no confirma que en sí misma contribuya a la efectividad en el liderazgo. Muchos líderes sin experiencia han triunfado y bastantes con ella han fracasado. Por ejemplo, se suele aceptar que los políticos serán mejores para tal o cual puesto de responsabilidad si previamente han ejercido uno.

Los presidentes A. Lincoln y H. Truman, por ejemplo, carecían de un pasado de liderazgo antes de asumir el cargo y, sin embargo, su buen hacer ha pasado a la historia, mientras que H. Hoover y F. Pierce la poseían y en nada se han destacado. Este hecho se debe a dos motivos: en primer lugar, la calidad de la experiencia y el tiempo en el puesto no son una misma cosa y, segundo, las situaciones que influyen en el carácter transferible de la experiencia son variables. Por ejemplo: a menudo, se considera que el tiempo pasado en un puesto es la medida de la experiencia, aunque ese dato dice nada sobre su calidad.

¡Muchas veces, 20 años de experiencia no son más que la experiencia de un año repetida 20 veces!

Además, las situaciones en las que la experiencia se obtiene no siempre son comparables a los nuevos momentos. El trabajo, los recursos, la cultura o los empleados son diferentes.

Por tanto, lo relevante a la hora de valorar la experiencia en la contratación de un candidato a líder es su calidad y relevancia para la nueva situación a la que tendrá que enfrentarse.

Se ha demostrado que para lograrlo es preciso seguir un proceso que comprende tres fases. Hay que empezar por desarrollar un aura de carisma manteniendo una actitud optimista, utilizando la pasión como catalizador para generar entusiasmo y comunicarse con todo el cuerpo, no sólo con palabras. En segundo lugar, hay que atraer a los demás estableciendo con ellos un vínculo que les resulte inspirador. Por último, aprovechando las emociones de los seguidores, hay que esforzarse por extraer de ellos todo su potencial.


José "Chichi" Páez

miércoles, septiembre 16, 2009

Cinco principios básicos para ser un líder


Escrito por Rodolfo de Juana

Se han escrito muchos libros sobre liderazgo, técnicas de motivación y dirección de grupos pero... ¿qué es lo que convierte a una persona en líder? ¿Cómo podemos desarrollar nuestro potencial para liderar grupos de forma efectiva?


Antes de saber cómo podemos ser mejores líderes, hemos de cuestionarnos si, de hecho, lo somos. ¿Damos ejemplo con nuestro trabajo? ¿Sabemos delegar y confiar en el equipo de profesionales con los que trabajamos? Éstas y otras habilidades son indispensables para ser, no sólo respetados, sino valorados.

A grandes rasgos, entendemos por liderazgo, como el proceso de influir en otros y apoyarlos para que trabajen con entusiasmo en el logro de objetivos comunes. Un líder es, por lo tanto, la persona que ha desarrollado la capacidad de tomar la iniciativa, gestionar, convocar, promover, incentivar, motivar y evaluar a un grupo o equipo. Pocas personas son líderes naturales, es decir, no tienen que esforzarse para serlo. La inmensa mayoría debe de desarrollar sus destrezas y habilidades de liderazgo, potenciando además su carisma personal.


Algunas destrezas que pueden mejorar nuestro papel como líderes, son las siguientes:

Dar ejemplo

Predicar con el ejemplo ha sido siempre una de las maneras más efectivas de liderar un grupo o una organización. No seremos buenos líderes si nuestros empleados perciben que no nos esforzamos, que trabajamos menos que ellos o que aprovechamos cualquier ocasión para asignar tareas ingratas que muy bien podríamos resolver nosotros.

Entusiasmo

El líder ha de creer en el proyecto común, y debe transmitir su pasión y entusiasmo al resto del grupo. Un líder desganado o desmotivado no es la mejor imagen que puede transmitir una empresa. El carisma y la acción son dos cualidades esenciales de todo emprendedor que aspire a ser un buen líder.

Organización

Un líder desorganizado es como un perro persiguiendo su cola. Quiere decir que nosotros transmitiremos nuestra forma de trabajar al grupo. Si somos desorganizados, nuestro grupo será caótico; si hacemos lo posible por mantener el orden, el grupo se esforzará al máximo para que no haya imprevistos.

Delegar, delegar, delegar

Es el ABC de todo manual de liderazgo que se precie. Es verdad que a veces saber delegar no es tan sencillo como parece, y requiere tiempo para encontrar esa persona en la que podemos confiar pero si creemos que podemos hacerlo todo solos, estamos muy equivocados. Y no solo estaremos equivocados, sino que en ocasiones, estaremos jugando con nuestra salud, física o mental.


Responsabilidad

Si estamos liderando un grupo, significa que nos hacemos responsables de sus resultados, sean estos los que sean. No podemos pretender apuntarnos los éxitos y obviar los fracasos. La responsabilidad parte de una toma de conciencia colectiva sobre el trabajo que estamos desarrollando.

Fuente: muypymes.com


Rodolfo Salas

jueves, septiembre 10, 2009

Como motivar a la gente para que cambie


Recuerdo que hace unos años, un amigo me comentaba que si bien esperaba ganar un determinado premio (que se había postulado), debido a la pasión que había puesto para lograrlo. Por cierto, el resultado no fue el deseado. Entonces mi amigo dijo: que con la obtención de un premio, se comete el error de creer en ellos y alimentar un falso ego, quedando uno atrapado en lo que los hindúes llaman: ilusión, que nos aleja del verdadero camino a seguir.

De este modo, todo nos enseña hasta no ganar. Sin duda, mi amigo ganó mucho más porque encontró un camino a seguir. Gracias a lo vivido por él, se me ha ocurrido hacer esta entrada que se detalla a continuación.


En la actualidad, el protagonismo de Marcelo Bielsa en Chile, ha cobrado una dimensión considerable como estratega del cambio al tratar que las personas aprendan nuevas formas de pensar y de actuar. Para el famoso entrenador de la selección chilena de fútbol, no es importante lo que está instalado en su mente sino cómo él logra dejar instalados sus conceptos en la mente de un jugador.

A fines de agosto, Bielsa fue invitado al Congreso Percade 2009 (Santiago, Chile) para brindar una conferencia de: Conducción, normas y principios. Cabe mencionar que este congreso, se caracteriza por la asistencia de empresarios y ejecutivos. Veamos entonces, los temas clave de su exposición que nos permitirá debatir con intensidad si pueden ser aplicables o no, a nivel empresarial, los mismos se detallan a continuación:

Confianza o miedo

La confianza es un sinónimo de relajación. Prefiero el miedo porque te obliga a estar atento. El conductor de un grupo, debe estar siempre pensando en lo peor que le puede llegar a pasar, para tener lista una respuesta.

Éxito o fracaso

La relación éxito y fracaso ha sido fundamental en su vida, pero el éxito y la felicidad no funcionan como sinónimos. Soy un especialista en fracasos y sé perfectamente que las adhesiones se pierden cuando se acaba el éxito. Hay gente exitosa que no es feliz, y gente feliz que no necesita del éxito. El éxito es una excepción y no un continuo.

El liderazgo se ve en la derrota y el conductor solo es bueno si ha superado la adversidad porque es el momento de observación de las cosas y, también, se verifica la consistencia del conductor.

Ser querido

Una de las claves que tiene que tener un líder, es que necesita ser querido para ganar, y no ganar para ser querido. Uno debe querer a quien conduce, por eso hay que incluir al que no protagoniza.

Luchar por un objetivo

Un esfuerzo extra para llegar al objetivo, al no hacerlo se cae en la improvisación. Y entender que lo primero es la transpiración antes que la inspiración.

Lo que no podemos permitir es que los jugadores dejen de luchar. El desborde y el desorden pueden ser admitidos pero lo que no está permitido es que dejen de luchar. Si luchan por el objetivo de todos, merecen estar.

Ser reflexivo

Ser un buen estratega, en cualquier ámbito, pasa por cuestionarse cosas y hacer que otros se las cuestionen. Entender que los rebeldes no nos desafían, sino que simplemente nos están informando.

Saber hablar

Al hablar hacerlo de una forma que el otro pueda escuchar. Y, a las personas de menor autoestima hacerlos sentir dignos, hay jugadores que son mucho más importantes que otros, pero eso no los hace imprescindibles. Si admitimos que son imprescindibles, toda la estructura del comportamiento colectivo se derrumba.

Aceptar los errores

Asumir la responsabilidad en lugar de evadirla. La intención de fondo es que todos los jugadores cuando pierden siempre buscan excusas (el árbitro, el clima, el campo de juego, el compañero, el rival, entre otras).

Valores profundos

Para ser un estratega del cambio hay que tener valores profundos: generosidad, coraje, esfuerzo y rebeldía. Es necesario, que el líder sepa cuáles son los valores que debe difundir, alrededor de los cuáles quiere vivir para ayudar a otros a superarse y a ser mejores personas.

Por ejemplo, el heroísmo del obrero, ese sí que es fuerte, se levanta temprano y se acuesta tarde pudiendo ver a sus hijos solo cuando están durmiendo.


Comentarios recibidos

Muy bueno Rodolfo, los líderes deben ser buenos motivadores para obtener lo mejor de cada uno de sus dirigidos, es fundamental este rol en las organizaciones; desafortunadamente muchos ejecutivos creen que son líderes por haber obtenido buenos resultados en algún momento, pero dejan mucho que desear...


Gustavo Escolano

Account Manager en DTS Consulting
gustavoe_2002@hotmail.com

El artículo posee una excelente claridad de conceptos para cultivar el interior del líder. Muchas veces la actividad profesional y el ánimo de querer lograr resultados en el corto plazo hace que perdamos nuestra brújula, y nos sobrexigimos en un círculo sin salida. Por cierto, los valores vertidos son los que todo líder debería desarrollar aunque claro muchos solo se quedan en la cáscara, mostrándose como exitosos como un eslogan publicitario, y en el interior cuando uno los conoce realmente son, solo seres inseguros y condenados por sentimientos inferiores. Excelente...!

Javier Legname

Experto en exportaciones
southtrade@fibertel.com.ar


Rodolfo Salas

martes, septiembre 01, 2009

El liderazgo, la estrategia y las habilidades directivas


Frecuentemente a las empresas, les cuesta mucho (y cuanto) poner en acción las estrategias de negocios con éxito, el tema clave radica en que si no existe un fuerte liderazgo visionario ninguna estrategia será efectivamente ejecutada. En cuanto a las organizaciones que han implementado satisfactoriamente sus estrategias, el único elemento en común entre ellas es su excepcional y visionario liderazgo.

Así, los gerentes generales lideran directamente el proceso de cambio involucrado y perciben la importancia de comunicar la visión y la estrategia a cada empleado. Sin ese fuerte liderazgo en la cúspide de la organización, ningún sistema de gestión dará resultado.

La innovación, rapidez y agilidad, en tiempos de crisis, se perfilan como claves de la competitividad empresarial, entonces, el objetivo del líder debe ser lograr que en cada colaborador se genere un pensamiento y un accionar estratégico.

En la actualidad, el éxito de una empresa en el mercado no depende tanto de su estrategia sino de encontrar la forma de llevarla a la práctica, es decir, de su ejecución.

Precisamente, se debe de ayudar al líder para que pueda tener un mejor desempeño, así, es fundamental ver con mayor profundidad sus habilidades directivas, tema que se analiza seguidamente.

Tiempo atrás, los psicólogos industriales de TalentSmart han entrevistado a 6.000 miembros de juntas directivas y empleados de todo tipo de industrias. En esas encuestas realizadas, los participantes tuvieron que calificar 22 habilidades directivas diferentes como: pensamiento estratégico, habilidad comunicativa o focalización en resultados. Y los directivos que fueron considerados como buenos para tomar decisiones, tuvieron altas calificaciones en inteligencia emocional.

De este modo, los líderes con una gran inteligencia emocional saben persuadir mejor porque saben leer y adaptar sus palabras, y sus mensajes en función de lo que están percibiendo. No es suficiente que una idea sea meritoria sino lo más importante es convencer a los demás de su valor y poder llevarla a la práctica.

Por cierto, persuadir consiste en lograr que todo sea más fácil para que los demás estén de acuerdo con uno, pero existen ciertas dificultades para lograrlo.

Veamos entonces las barreras que un líder debe superar, que se detallan a continuación:

Reciprocidad


Las personas están significativamente más dispuestas a llevar a cabo peticiones (favores, servicios, información, concesiones, etc.) de un líder que ha hecho esas cosas en el pasado, o sea corresponder por lo que ha recibido. La gente responde a que uno no debe pedir sin dar también algo a cambio.


Consistencia


La gente está más dispuesta a ser guiados por un líder si ven que el cambio es coherente con el compromiso que han acordado anteriormente.


Ser creíble

Lo esencial es qué piensa la gente del líder, entonces, fomentar la credibilidad equivale a demostrar que uno tiene conocimientos y pericia, y que es confiable. La particular combinación entre experiencia y honestidad (ser conocedor, convincente y confiable), convierte a un líder en el comunicador más persuasivo pero no se avergüence por parecer creído, ni tenga miedo de admitir debilidades.

Validación social

Las personas tienen más predisposición a realizar una acción recomendada si un líder les demuestra que muchos también lo hicieron, o sea, la gente para decidir considera lo que los demás están haciendo.

Escasez

La gente encuentra más atractivas las oportunidades que un líder considera escasas, raras o poco abundantes. Las personas están más motivadas por la idea de perder algo que por ganar siempre las mismas cosas.

Conexión
Las personas dicen que sí a los líderes que les gustan, es decir, cuando esas personas se sienten apreciadas. El modo de hacerlo es: alinear la promesa con los valores y creencias de su audiencia y formular la propuesta teniendo en cuenta de cómo serán satisfechos los intereses y necesidades de la otra parte. Al intentar persuadir a una persona, es muy importante sintonizar con su canal de comunicación preferido: visionario, racional o relacional.

Finalmente, se necesita un verdadero ejercicio del liderazgo para una ejecución exitosa de la estrategia. Ninguna organización de éxito en la gestión de su estrategia tiene un líder pasivo o no comprometido sino un líder que cuente principalmente con una inteligencia emocional desarrollada.


Rodolfo Salas