Por desgracia, no existe un manual del buen líder. A lo largo de nuestra
carrera profesional topamos con responsables de equipo o managers más o menos
jóvenes que nosotros, con culturas de trabajo y estilos de liderazgo distintos,
y maneras de relacionarse con su equipo opuesto. Por supuesto, el liderazgo es
una cuestión vital para el éxito de los proyectos y las empresas, y la manera
de ejercerlo también varía mucho según el sector de actividad, la dimensión de
la empresa o las características socio-culturales de cada región.
Aunque es imposible realizar un retrato robot del manager ideal, sí que
podemos identificar los rasgos comunes que definen a un buen líder, así como
las pautas de conducta erróneas que pueden llevar a un profesional a fracasar
en su promoción laboral.
Up SPAIN, empresa especialista en la gestión
de beneficios para los empleados, los desvela:
Cinco signos que te convierten en un buen líder
para la compañía
- Te
gusta compartir el conocimiento: los empleados suelen
acudir a tu mesa cuando tienen dudas sobre su trabajo.
- Tienes
una visión global de la empresa: estás al día de cómo funciona cada proceso
y departamento, conoces a los otros líderes y tienes conocimiento directo
de los movimientos estratégicos de la organización.
- Te
produce una gran satisfacción ver la evolución de tu equipo, la
manera cómo adquieren conocimientos y van ganando protagonismo en la
compañía.
- Te
emociona ver cómo las otras personas también se entusiasman con
los nuevos proyectos igual que tú.
- Te
sientes cómodo siendo el enlace entre los empleados y la alta dirección
y por eso dedicas una parte importante de tu tiempo a esta gestión.
Cinco signos que te convierten en un mal líder
- No
toleras bien los fallos de otras personas y, además, tienes
problemas para comunicarlos: te sientes tan estresado que no encuentras
tiempo de reunirte con tu equipo para reenfocar un proyecto, y por eso
terminas enviando un email escrito de forma telegráfica comentando uno,
por uno, los errores.
- Te
molesta que los demás trabajen de forma distinta a la tuya, ya
que sólo hay una forma correcta de hacer las cosas. Querrías que todos
procedieran de la misma manera y por eso te enfada cuando observas
culturas de trabajo contrapuestas.
- Consideras
que aún deberías tener mayor autoridad, ya que cuando se le
asignan proyectos a otros compañeros nunca salen igual que contigo.
- Ansías
este puesto por razones únicamente económicas, más allá de las
implicaciones profesionales y personales de tu posición.
- Eres
reticente al cambio: amas las reglas y consideras que deben seguirse a rajatabla, sin
aceptar nuevas ideas o alternativas al sistema tradicional.
Más allá de los requisitos formativos y profesionales, los puestos de
liderazgo tienen mucho más que ver con aspectos como la inteligencia
emocional, la madurez o las habilidades sociales y empatía de las personas que
ostentan el cargo.
Es por eso que, cuando se te plantea una oportunidad de promoción
laboral hacia un puesto directivo, es tan importante haber adquirido estas competencias
socio-emocionales antes y, si es posible, haber pasado ya algún tiempo en
este departamento o conociendo personalmente a los compañeros que van a formar
parte de tu equipo de trabajo.
Un gran líder es aquél que escucha más que habla ya que
conociendo las percepciones de quiénes te rodean podrás tomar las mejores
decisiones para la compañía.
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