Erno Rubik, creador del cubo mágico/ PictureAlliance.
En 1974 un joven arquitecto y escultor húngaro, Erno
Rubik, estaba solo y aburrido en su casa. Sus padres se habían
separado y su única hermana se había mudado a otra ciudad para estudiar
medicina. Fue entonces que se le ocurrió la idea de crear un
rompecabezas tridimensional, el “cubo mágico”, con el objetivo de
enseñarle geometría a sus alumnos universitarios. Su invento tardaría unos años
en llegar al mercado para convertirse, en 1980, en el juguete más vendido de la
historia, con un éxito insospechado por el propio Rubik
Los datos están en la autobiografía del inventor, publicada
en la Argentina este año por Backie Books para Penguin Random House, Rubik:
la increíble historia del cubo que cambió nuestra manera de aprender y de
jugar. Y, así como al arquitecto húngaro el dispositivo le servía para
dar clases, los 43 trillones de combinaciones posibles del
“cubo mágico” se pueden usar para desplegar una infinidad de ideas en el campo
de la innovación y la economía.
“Por la cantidad y calidad de datos de la disciplina, es
un campo único para analizar rendimiento y productividad en humanos”,
dice Marcelo Rinesi, científico de datos, quien está realizando una
investigación basada en las estadísticas del mundo cubero.
“Hay lecciones muy valiosas del mundo Rubik para
entender procesos de innovación en la frontera del conocimiento”, agrega Guido
Dipietro, programador blockchain y uno de los mejores cuberos
del continente. Lo que sigue es un resumen de siete lecciones del invento
húngaro para la economía y para la innovación.
Caminos alternativos. Quien tiene el récord
sudamericano de 3x3 en promedio (el cubo más popular) vive en la ciudad de
Santa Fe y este año empezó a estudiar Economía. Bautista Bonazzola cuenta a LA
NACION que no para de encontrar paralelismos en sus dos terrenos de práctica y
estudio favoritos: “Al igual que en la economía, en los cubos hay distintos
caminos para llegar a una resolución. Y también hay que buscar recetas integrales,
porque si no, armar una sola cara puede implicar que se desarme el resto, y lo
mismo pasa con la economía”.
Mejora en la frontera. ¿Cómo seguir avanzando
cuando uno ya es el mejor en lo que hace y no hay “tutoriales” o consejos de
otras personas que sirvan? En 2018, Dipietro era la persona que más rápido
memorizaba en el planeta un 3x3 para ejecutarlo luego a ciegas (determinaba la
solución y se la guardaba en su memoria en poco más de seis segundos promedio).
Para seguir mejorando se acostumbró a seguir esta secuencia: “Analizar el
problema y entenderlo, simplificarlo (a uno o varios más simples), razonar una
solución usando solamente el sentido común y, si todo falla, acudir a personas
que tal vez hagan una parte del proceso mejor que vos”, cuenta el programador,
que trabaja en CoinFabrik, una firma de soluciones de Web3.
Ruptura de paradigmas. Una de las modalidades
más complejas de esta competencia es la del “desafío de la menor cantidad de
movimientos”, o “FMC”, por sus siglas en inglés. Allí los cuberos tienen una
hora para analizar una mezcla y anotar en una hoja la solución con la menor
cantidad de movimientos posibles. Es una categoría extremadamente difícil que
se revolucionó en 2018, cuando el italiano Sebastiano Tronto logró su récord de
16 movimientos usando una nueva técnica, que se conoce como “Domino Reduction”.
En el Sudamericano de Brasilia, en julio, el único que la utilizó fue Dipietro
y ganó el Oro por mucha diferencia con el segundo.
Humanos versus máquinas. Para Rinesi, el boom de
competencias de cubos es un buen ejemplo de cómo el hecho de que una tarea se
pueda automatizar completamente no la invalida ni le resta interés como hobby
competitivo. Lo mismo sucede con el ajedrez: hoy el software de un celular le
gana el mejor jugador del mundo y, sin embargo, nunca hubo tantos aficionados
al ajedrez como en la actualidad.
Democratización. En el mundo Rubik, vale lo
mismo un récord en el mundial de Corea (se hará allí en 2023) que uno en un
abierto de Ciudadela o de San Lorenzo. Todos los torneos validados por la World
Cube Association (WCA) certifican máximos. Leandro Martín López logró su primer
récord mundial en Megaminx, este año, en un torneo con 20 participantes, un
sábado a la mañana en un aula de la UTN, y lo superó la semana pasada por casi
un segundo de diferencia en el “Buenos Aires Cubea”. Este campo de juego parejo
y la disponibilidad de una enorme masa de datos transparentes y validados
convencieron a Rinesi de que se trata de una avenida ideal para estudiar
rendimientos de personas. “Es un gran ejemplo de actividad cognitiva
postinteligencia artificial, globalizado, que funciona para clarificar y medir
formas de inversión cognitiva y, además, es un gran disparador para pensar
sobre diferentes categorías de innovación”, marca Rinesi.
Sorpresas en matemática. Por su versatilidad y
sus combinaciones casi infinitas, el cubo se presta, según el director de la
carrera de Ciencia de Datos de la UBA, Pablo Groisman, para ensayar preguntas y
respuestas en matemática. “Podemos explorar cuestiones vinculadas al azar, a la
teoría de grupos y a otras áreas de la matemática”, plantea Groisman, que en
diciembre publica su libro de divulgación Te regalo un teorema (TantaAgua).
Gimnasio cognitivo. Los juegos de mesa y los de
ingenio como el cubo Rubik son una muy buena estrategia para mantener el
cerebro en forma a medida que uno suma años, explica el experto en
geronto-psiquiatría Julián Bustin, de Ineco y de la Universidad Favaloro. La
clave está en ir probando cosas distintas todo el tiempo.
Este año fue explosivo para la comunidad Rubik en la
Argentina. El fin de semana pasado se organizó en Buenos Aires el torneo más
grande de la historia local, “Buenos Aires Cubea”, con más de
120 inscriptos, y el 9 de diciembre habrá una competencia en Cariló. Los cupos
para estas instancias se agotan online en minutos y las tiendas importadoras de
cubos, como Speedcubingar u Octocubos, nunca vendieron tantas unidades a nuevos
ingresantes.
El cenit fue el Sudamericano de Brasilia, en
julio, donde 13 argentinos compitieron contra más de 200 brasileños y arrasaron
en todas las categorías. Hubo argentinos en todos los podios y se ganaron 10 de
los 17 oros en juego, con 7 campeones continentales: los ya mencionados
Dipietro, Bonazzola y López y, además, Theo Goluboff (trajo 7 medallas), Manuel
Gutman (campeón mundial en resolución a ciegas), Federico Da Fonseca y Gael
Lapeyre.
Nada de esto figuraba en los cálculos iniciales de Erno
Rubik, que tardó tres años en convencer a un fabricante de avanzar con su idea,
porque todos los que eran consultados le decían que era un dispositivo
demasiado difícil, condenado al fracaso. Casi 50 años después, con millones de
unidades vendidas en todo el mundo y una comunidad de “speedcubers” creciente,
el “cubo mágico” sigue siendo una caja de sorpresas.