Hay una onda expansiva en materia de
opinión sobre qué rol cumplen hoy los centros educativos y también las empresas
para fomentar las habilidades humanas.
Es interesante
descubrir que hay líneas de pensamiento que convergen, se entrecruzan, marcan
tendencias y también chocan contra los paredones de cemento. Todas terminan
influyendo, tarde o temprano, sobre la organización del trabajo, porque nunca
les son ajenas.
En un reportaje a
sir Ken Robinson, nombrado caballero
por Isabel II en 2003, por su contribución a las artes, publicado en el diario
El País de España, le señalan que, según él, los títulos universitarios ya no
valen nada. Y responde: "No es que no valgan nada, es que valen menos.
Cuando yo empecé en esto, si tenías un doctorado, formabas parte del 0,01% de
la población mundial que lo había cursado, y ya no es así. Funciona como la
inflación. Antes, una carrera era todo lo que necesitabas para conseguir un
buen trabajo; ahora hace falta también un master. ¿Dónde acaba? Supongo que
dentro de unos años tendrás que ganar un Nobel para trabajar".
Famoso por sus
críticas a la educación convencional, difundidas en distintos medios y
conferencias, Ken Robinson puede ser
encontrado también en vídeos subidos a YouTube. Hay un planteo esencial, que es
identificar el sistema educativo con la Revolución Industrial. Las
segmentaciones por edades, a todas luces arbitrarias, conducen a una producción
estándar, donde no cuentan las diferencias. Todos deben ser empaquetados sobre
una línea de montaje, en donde aquellos que se desvían de la norma son
descartados. Es así como las personas van siendo prolijamente limadas, y es por
esto que "los niños nacen con cualidades que, a menudo, el sistema entierra".
Naturalmente, a
mayor educación, menores excepciones y, para peor de los males, menor
creatividad. "La gente piensa que es una excentricidad decir que la
escuela funciona como una fábrica, añade sir Robinson, pero es cierto. Se divide en compartimentos separados, a
los que la gente acude durante unas horas fijas; los días se distribuyen en
bloques de tiempo y los alumnos son evaluados de forma periódica para saber si
son aptos para seguir allí. A los que no se adaptan se les responsabiliza por
su fracaso, pese a que es el sistema el que ha fallado".
No hay comentarios:
Publicar un comentario