Lynne Curry en el boletín de la American
Management Association del pasado 16 de junio planteaba la
importancia de detectar en las entrevistas de trabajo a dos de los tipos de
profesionales más “tóxicos” ya que si no lo hacemos tarde o temprano se
mostrarán como realmente son y producirán daños colaterales en nuestra organización,
tales como la desmoralización de los compañeros productivos, el aumento del
absentismo y la rotación de éstos, antes de que nos podamos librar de ellos.
Estos dos perfiles son:
1.- Bullies tipo “Jekyll y Mr. Hide”. Halagan a aquellos de los que buscan
obtener oportunidades y de los que esperan conseguir ventajas. Son unos
expertos manipuladores y su objetivo es triunfar independientemente de lo que
les cueste y de los “cadáveres” que vayan dejando en el camino. Roban el
crédito de los esfuerzos de los demás y sus compañeros y subordinados pronto
perciben sus “garras”. Establecen su estatus en las organizaciones al tiempo
que debilitan la relación de otros profesionales de las mismas con sus jefes y
viceversa.
2.- Los “asesinos de reputaciones”. Derriban a los demás para sentirse
ellos más altos. Difaman sin piedad a sus víctimas, repitiendo historias que
desacreditan a aquellos que sienten que están en su camino para eliminarlos o
desacreditarlos. Actúan sin ningún remordimiento y disfrutan con los resultados
que obtienen. Su veneno acaba impregnado los equipos de trabajo.
Se pueden detectar en una entrevista haciendo las siguientes preguntas:
¿Cómo reaccionas ante las críticas?
¿Cuáles son tres de tus puntos débiles?
¿Cuáles son varios logros que tú y tus equipos habéis alcanzado?
Describirlos.
Estos tipos de personalidades tienen dificultad para contestar las dos
primeras preguntas. Pueden responder, por ejemplo: “Si la crítica aporta algún
valor la aprecio” o “Aquellos que muestran poca energía me frustran aunque he
aprendido cómo motivarles”. Con esta última respuesta están realmente
criticando a los demás y no señalando sus “talones de Aquiles”.
Como respuesta a la tercera pregunta estos “bullies” escondidos se
centran en sus logros y rara vez mencionan los de los demás.
A la hora de pedir referencia para detectar personalidades tipo
“Jekyll y Mr. Hyde” es útil buscar compañeros de trabajos anteriores a los que
no haya mencionado como referencias, ya que contarán la verdad, no así sus
superiores que con frecuencia seguirán encantados con ellos.
Los “asesinos de reputaciones” en la entrevista de forma sutil o directa
procurarán arruinar el carácter de sus anteriores jefes y colaboradores, con
indirectas sobre su ética profesional o mencionando otros aspectos negativos de
estos. Si se les contrata el que lo hace será el siguiente.
Al pedir referencias sobre ellos las personas suelen mostrar una
conducta de duda y suelen contestar que prefieren no decir nada, lo que suele
significar: “prefiero no decir nada ya que estoy asustado no vaya a ser que se
entere”.
Si buscamos en las redes sociales para intentar ver lo que el candidato
dice sobre los demás o preguntamos a otros profesionales en el sector que le
conozcan lo que el candidato va diciendo de sus anteriores jefes veremos que se
manifiesta un patrón tendente a hablar mal y a minar la reputación de
éstos.
Curry, en un boletín anterior, el correspondiente al 25 de abril,
propone una serie de sugerencias para manejar a los “bullies” si nos los encontramos en el trabajo. Éstas son:
1.- Tomar el control. Los “bullies” se caracterizan por sus ataques por sorpresa que dejan a
sus destinatarios sin capacidad de respuesta. Podemos sorprenderles
respondiendo con preguntas que les desarmen. Por ejemplo si preguntan: “¿Cómo
has podido tener una idea tan ridícula? podemos contestar “¿Qué idea brillante
es la que tienes en lugar de la mía? O si nos dice “Pareces un perro”,
responder “¿De qué raza?”. En el momento en que nos conteste hemos tomado el
control de la conversación.
2.- No caer en su juego. A los “bullies” les gusta jugar al juego de avergonzar/culpar,
utilizando comentarios denigratorios como armas. No hay que tragar toda la
basura que nos arroja, porque entonces se convierte en nuestra basura. Si por
ejemplo nos dice “Estás gordo” le podemos preguntar “¿Y eso qué te importa a
ti?”. Al no entrar en polémica dejamos claro al “bully” y a cualquiera que
pueda estar escuchando que los insultos de éste le pertenecen sólo a él y no a
nosotros.
3.- Marcar los límites. El concepto del “bully” de dar y tomar consiste en que el coge y los
demás dan. Si trabajamos con uno se apropiarán de todo nuestro trabajo hasta
que seamos capaces de decirles seriamente que no vamos a permitirlo más. El
truco para un establecimiento de límites eficaz está en mantenernos
profesionales y decirle lo que vamos a hacer y lo que no. Por ejemplo si nos
está interrumpiendo constantemente con la exigencia de que le ayudemos en
el momento que él demanda decirle que lo haremos cuando hayamos terminado lo
que estamos haciendo y que vamos a enseñarle cómo tiene que hacerlo para que la
próxima vez lo haga él sólo.
4.- Preparar un arsenal de posibles respuestas. A los “bullies” les gusta insultar
delante de más personas para aumentar la humillación de su víctima. Debemos
tener preparada una lista de respuestas para neutralizar sus insultos del tipo:
“Buen intento”, “Disculpa….”o “¿esto es lo mejor que puedes pensar?”.
5.- Mantener el autocontrol. Debemos tener la habilidad de pensar y ser capaz de verbalizar nuestros
pensamientos, funciones correspondientes al hemisferio cerebral izquierdo,
junto a la habilidad de reaccionar y desarrollar enfoques creativos, que se
encuentran en el hemisferio derecho. Con la respiración adecuada seremos
capaces de recobrar la capacidad de valorar simultáneamente la situación en
ambos hemisferios y podremos relajarnos y responder a la actuación del “bully”
con calma y serenidad.
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