Durante la crisis, mientras los economistas explicaban por
qué había ocurrido e intentaban predecir cuándo terminaría, se comenzó a hablar
de una “crisis de valores”, responsable de la recesión económica y de un sinfín
de calamidades. Se popularizó hablar de lo mal que estaba “la cosa” y de que
era necesario regresar a los valores para salir de la crisis fortalecidos. Pero
¿de qué valores estamos hablando?
Hace poco mencionábamos la importancia de definir la misión,
la visión y los valores de una startup, y de seguirlos al pie de la letra. Pero
no son sólo las empresas las que deben recordar sus valores: también los
empresarios y profesionales de cualquier sector, incluyendo los emprendedores.
¿Cuáles son los valores más importantes para un emprendedor?
(aunque muchos de ellos podrían aplicarse a un trabajador por cuenta ajena). Se
ha hablado sobre ello en numerosos artículos e incluso en informes y estudios,
pero lo cierto es que, en general, se trata de valores universales:
Honestidad
La honestidad supone ser sincero con uno mismo, sin
autoengaños. Es algo que los demás podrán percibir. Un profesional honesto
consigo mismo y con los demás será digno de confianza y prosperará mucho más.
Coherencia
La coherencia supone tener alineados tus pensamientos y
palabras con tus acciones y sentimientos. Ser coherente es atenerte a los
valores de tu empresa y a tus principios, aun en situaciones complicadas o
controvertidas. Las personas coherentes dan tranquilidad en los momentos
inestables, porque uno sabe a qué atenerse con ellas.
Paciencia
Es un valor bastante difícil de encontrar. En el mundo
emprendedor, cuando ponemos mucho empeño en un proyecto y nos toca esperar
resultados, es difícil resignarse a no hacer nada. Aun así, es necesario ser
paciente, y no sólo con los proyectos, sino también con tu equipo, los
inversores…
Compromiso
Debes estar comprometido con tu propio proyecto, y debe ser
algo que se perciba desde fuera. Es importante que ese compromiso se muestre
especialmente en los momentos difíciles, cuando el proyecto flaquee. Pero, al
mismo tiempo, debes evitar hundirte con el barco. Hay que saber cuándo parar.
Generosidad
El egoísmo es negativo en cualquier ámbito de la vida, pero
en el emprendimiento mucho más. Sé generoso, ayuda a otros proyectos cuando te
lo pidan, y procura compartir tu experiencia. No sólo se te tendrá por una
persona valiosa, sino que puede sembrar futuras colaboraciones.
Humildad
Aunque es importante creer en tu proyecto, también lo es
reconocer los propios fallos y aceptar las críticas. La perfección no existe, y
puedes aprender mucho de quienes saben más que tú.
Coraje
A veces tendrás que defender tu proyecto contra viento y
marea, y tener el valor de hacer cosas que nunca se han hecho, o de ejecutar
acciones muy arriesgadas. El mundo es de los valientes, así que, ¡adelante con
ello!
Responsabilidad
Es crucial que seas responsable de tus acciones, ideas y
emociones. Si cuando algo sale mal hechas sistemáticamente la culpa al becario,
nadie podrá tomarte en serio ni confiar en ti. Ser responsable es duro, porque
a veces conlleva asumir fracasos, pero piensa que siempre encontrarás algo
enriquecedor en cada fallo, si lo asumes en lugar de rechazarlo.
Como ves, son virtudes que todos debemos aspirar a tener. Y
aquí entra la siguiente duda: ¿es posible adquirir estos valores o debemos
nacer con ellos? Yo soy un firme
defensor de que cualquier persona puede mejorar si se lo propone, y cuenta con
las herramientas y la ayuda adecuadas. Así que te animo a examinarte a ti
mismo, y trabajar aquellos valores que sientas que te faltan para acercarte al
mejor emprendedor que puedes ser.
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