Reuniones interminables sin resultados concretos en las que
nadie quiere participar; sentimiento de pérdida de tiempo; conflictos entre
miembros del equipo que contagian al resto; falta o exceso de liderazgo;
personalidades dominantes que monopolizan los espacios; pensamiento grupal
voluntarista que prevalece sobre el realismo crítico y sincero; dispersión e
incapacidad de hacer foco en los temas centrales; incumplimiento de los plazos
acordados; baja participación; carencia de visión compartida y de identidad. La
lista -incompleta- forma parte de una larga serie de dificultades que
encuentran las personas cuando se proponen trabajar juntas en equipo.
La complejidad propia de las relaciones interpersonales
lleva a que muy pocos equipos sean realmente exitosos. Empleando distintos
abordajes, dos estudios intentan responder la pregunta: "¿Por qué algunos
equipos obtienen mejores resultados que otros?" Veamos.
La primera investigación fue realizada por Alex Pentland que
trabaja en el laboratorio de sociometría del MIT en Boston. Pentland y sus
colaboradores buscaban decodificar el factor clave que hacía que los equipos
rindieran mejor. Para eso idearon unos sensores electrónicos empleados en la
recolección de datos como el tono de voz, el lenguaje corporal, las personas
que interactuaron y el tiempo de interacción, y se los colocaron a unos 2500
individuos durante varias semanas. Su conclusión fue que el predictor más
importante -por encima de otros factores como inteligencia, personalidad o
talento- de la conducta eran los patrones de comunicación, tan relevantes como
todos los demás combinados.
Los investigadores del MIT consiguieron identificar tres
dinámicas comunicacionales asociadas a la performance: energía (el número y la
naturaleza del intercambio), compromiso (refleja la distribución de la energía
entre los miembros del equipo) y exploración (comprende las acciones de los
integrantes del equipo hacia fuera). La información levantada por los sensores
puede ser expresada gráficamente en forma de mapas que muestran los vínculos
entre las personas del equipo, su intensidad y su variación a lo largo del
tiempo. Con sólo visualizar la dinámica en los gráficos, los equipos mejoraron
su rendimiento.
El estudio permitió
reconocer ciertas características compartidas por los equipos más exitosos y
observaron que sus miembros:
1- Hablan y escuchan aproximadamente de la misma forma.
2- Realizan contribuciones breves y en un tono agradable.
3- Se miran entre sí, y sus gestos son claros y enérgicos.
4- Se comunican en forma directa y no sólo a través del
líder.
5- Se comunican fuera de las reuniones de trabajo conjuntas.
6- Salen a explorar fuera del equipo y traen información
nueva que incorporan.
En otra investigación realizada juntamente por Carneige
Mellon, el MIT y el Union College, los profesores Anita Woolley, Thomas W.
Malone y Christopher F. Chabris intentaron profundizar el estudio anterior
empleando un abordaje diferente. En este caso convocaron a cerca de 700
voluntarios a quienes distribuyeron en grupos de entre dos y cinco miembros
para realizar diferentes tareas cortas y estructuradas para que se parecieran a
problemas de la vida real. Las pruebas se orientaron a cuestiones de análisis
lógico, de coordinación, de planeación y de razonamiento moral.
Descubrieron que los equipos más exitosos tenían tres
cualidades en común. Primero -similar al caso anterior- las contribuciones de
todos los miembros eran igualitarias, sin el dominio de alguna persona en
particular. Luego, los integrantes tenían mejor puntaje en un test que mide la
capacidad de leer los estados emocionales de rostros en los que sólo los ojos
permanecen descubiertos. Por último, los equipos con mayoría de mujeres superaron
a los que tenían mayoría de hombres, lo que podría ser en parte explicado por
la capacidad superior que -en promedio- tienen las mujeres para percibir las
emociones.
La comunicación efectiva y abierta, confianza y respeto
entre los miembros, empatía, liderazgo compartido y curiosidad para nutrirse en
el exterior pensando en el grupo se destacaron como factores clave. Los
hallazgos sirven para reafirmar que el primer paso para construir un gran
equipo es que sus integrantes practiquen una comunicación auténticamente
franca, honesta y respetuosa.
Eugenio Marchiori,
Profesor del IAE Business School
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