¿Cómo es posible
detectar aquellas cualidades que serán diferenciadoras para que una persona
tenga encaje? Distinguir el mirlo blanco es una aspiración universal pero no es
fácil.
"Tiene que salir muy bien porque aquí nos la jugamos".
Con esta frase comienzan la mayor parte de los procesos de selección en los que
he estado involucrado. No en vano acertar con un profesional puede implicar la
diferencia entre triunfar o fracasar para la empresa según el alcance de la
posición, sobre todo en este contexto de ritmo frenético que impone el mercado.
Sin embargo, ¿cómo es posible detectar aquellas cualidades
que serán diferenciadoras para que una persona tenga encaje? Distinguir el
mirlo blanco es una aspiración universal pero no es fácil, eso ya lo sabemos.
Cuando analizo por qué han ido bien e incluso promocionado y alcanzado el éxito
determinadas personas, la respuesta no siempre es tan obvia.
No obstante, hay cosas que hablan de ti incluso sin haber
abierto la boca en un proceso de selección, entre otras la propia consistencia
de tu trayectoria profesional. En concreto, un seleccionador estudia con lupa
cuál ha sido el hilo conductor de los pasos que has ido dando. Es cierto que
las decisiones en el ámbito profesional vienen muy condicionadas, pero el que
las toma eres tú mismo. Un camino de experiencias erráticas o dispersas no dice
mucho sobre la capacidad de tomar decisiones acertadas o sobre saber dirigir tu
futuro, cuánto menos de por dónde conducirás a la empresa con tu aportación.
Aquel director de producción debía cumplir unos requisitos
muy exigentes para abordar con éxito el plan de reorganización industrial de la
planta de la filial española, pilotado desde la central en Reino Unido. No
estaba encima de la mesa que pudiera convertirse en director general en tres
años y medio después, como así ocurrió.
No creo que fuera la suerte, aunque desde luego estar en el
lugar y momento oportunos no le desfavoreció... Él tomó una decisión valiente
cuando se incorporó en la empresa haciendo algunas renuncias familiares. Es
indudable que la calidad de su trabajo fue excelente y que su experiencia
anterior le avalaba. Pero, ¿qué marcó la diferencia? En este caso su gran
aportación fue, junto a todo lo anterior, el haberse sabido ganar el corazón de
los equipos, aunque combinado a partes iguales con aplicar siempre un enfoque
pragmático y pegado al terreno. Las actitudes que se desprendían de su
trayectoria -experiencia pero sobre todo empatía, flexibilidad y capacidad de
aprendizaje- nos hicieron apostar por él y no nos equivocamos.
Realmente no me atrevería a destacar un único y concreto
estilo personal como el más propicio para conseguir el éxito. La combinación de
personalidades y experiencias disponibles es muy amplia, y su ajuste a lo que
se espera marca la diferencia.
Por otro lado, rezuma madurez en un profesional la
autoconsciencia de sus logros y fracasos. Sin duda, el poder declarar
abiertamente sobre los éxitos y también sobre los traspiés evidencia el bagaje
de aprendizaje que le permitirá afrontar animosamente y con garantías cualquier
nuevo reto profesional.
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