Los jóvenes de entre
20 y 35 años viven el momento, pero reflexionan mucho antes de consumir.
Para sus padres, un euro sirve para poco más que para tomar
un café. Para ellos, sin embargo, una moneda equivale a un mundo de
posibilidades. Su consumo impulsivo se limita (o se extiende, según como se
mire) a todo aquello que vaya acompañado por el adjetivo “gratis”. Son los que
se han hecho adultos durante la crisis económica, tienen entre 20 y 30 y pocos
años, y el mundo ya les conoce como la generación
Millennial, aunque su forma de actuar aún desconcierta a muchas empresas que les quieren seducir.
“Las marcas no pueden utilizar su lenguaje de siempre,
tienen que adaptarlo y hablarles de una forma que les haga sentir cómodos, les
haga gracia y lo quieran compartir”, explica Pau Garcia-Milà, colaborador
académico del Executive Master en Digital Business de ESADE. Un ejemplo de
ello, señala, es lo que hizo la Casa Blanca en su web, donde publicó un
infográfico sobre los millennialls en el que combinaba las palabras con
emoticonos de Whatsapp.
Pero, ¿cómo acercarse a la mentalidad de un millennial? La consultora estadounidense CEB
Iconoculture desgranó en 2013 algunas de las claves en su informe Inside The Millenial Mind. El principal factor
a tener en cuenta, según el documento, es que se trata de una generación que se
acerca a la madurez con una actitud y en unas condiciones muy diferentes a las
de sus predecesores.
Vivir el momento
En su diccionario, palabras como ‘matrimonio’, ‘hipoteca’ o
‘hijos’ están cubiertas de polvo. Piensan en el día a día y les interesa más
acumular experiencias que bienes materiales. En este sentido, Garcia-Milà
destaca que son “muy reflexivos” a la hora de hacer una compra, aunque tengan
dinero a expuertas. “Prefieren un smartphone que haga de todo que tener una
cámara de fotos, otra de vídeo y el teléfono por separado”.
Crecieron impregnados de la mentalidad cosmopolita de la
globalización en una época de prosperidad económica, lo que les ha hecho
conscientes del amplio abanico de posibilidades que les ofrece el mundo. Les
gusta viajar, descubrir cosas y compartirlo al instante.
La formación es otra de sus señas de identidad: los
millennials acumulan más títulos universitarios que cualquier generación perecedera,
tienen iniciativa y no les importa en qué empresa o en qué parte del mundo
desarrollar sus ideas.
Las marcas lo intentan…
sólo algunas lo consiguen
Algunas compañías no se han percatado de esta nueva realidad
y cometen el error de pensar que se trata de niños malcriados que aún tienen
que madurar. Sin embargo, hay otras marcas que han reaccionado y (algunas) han
captado cómo seducir a los millennials.
Es el caso de Volkswagen con su modelo Polo, que según
Garcia-Milà ha conseguido convertirse en el coche de esta generación gracias a
que ha conectado con anuncios como el del coche y el caballo. “El primer coche
ahora es una chatarra de segundo mano, pero la segunda compra ya es un Polo”,
señala.
A otras compañías, como Iberia, no les ha bastado con
acciones publicitarias para acercarse al público
millennial, sino que han tenido que cambiar su imagen de arriba abajo.
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