Aunque las predicciones apuntan que las organizaciones invertirán
este año cerca de 1,3 billones de dólares en dar el impulso definitivo a sus
procesos de digitalización, estudios recientes han revelado que una amplia
mayoría de esas iniciativas de transformación digital no alcanzarán sus
objetivos. En concreto, un estudio publicado recientemente por McKinsey&Company sitúa
el procentaje de ‘fracaso’ en el 70%. Pero, ¿qué factores lo determinan?
Un artículo publicado por Harvard Business Review (HBR)
ha dado las claves.
Fundamentalmente, la razón se encuentra en que la mayoría de
las tecnologías digitales ofrecen la posibilidad de mejorar la eficiencia de
determinados procesos que permiten una mayor proximidad al cliente. Sin
embargo, los expertos advierten que si los trabajadores “carecen de la
mentalidad correcta para cambiar” y si “las prácticas organizativas actuales
son erróneas”, la transformación digital no solo no tendrá éxito si no que
magnificará esos fallos. En esta línea, el artículo de HBR expone las cinco lecciones clave que permiten
liderar las empresas, a través de iniciativas de transformación digital que
tuvieron éxito.
- Concretar
la estrategia digital antes de invertir en tecnología
Como en muchos otros procesos, la clave para el éxito de un cambio está en saber qué se busca obtener de él, es decir, el objetivo. En el caso de la transformación digital de un negocio es necesario concretar qué estrategia se va a seguir, concretando si lo que se busca es automatizar algún proceso, favorecer la eficiencia en el trabajo de los profesionales, un mayor ritmo operacional u organizacional etc.
Una vez fijados los objetivos, es el momento de
determinar qué herramientas digitales son las idóneas, conocer si los
empleados necesitan alguna formación concreta para su manejo y qué posibles
usos tiene dicha tecnología para maximizar los beneficios que las empresas
pueden obtener de ella, realizando -por ejemplo- una mejor gestión de los datos
que estas herramientas generan a partir de su uso, permitiendo anticipar
futuras tendencias, identificar nichos de negocios y posibles debilidades
dentro de la organización que deben ser corregidas.
Además, según HBR, es importante saber que no existe ningún
sistema digital que ofrezca “velocidad” o “innovación” como tal, sino que es la
correcta gestión y combinación de una serie de componentes humanos -como una
fuerza de trabajo capacitada, abierta al cambio y en permanente proceso de
aprendizaje- y tecnológicos, la que permite generar nuevas ideas y elevar la
agilidad operacional de la empresa.
- Aprovechar
el talento interno y dejar todo lo demás a servicios externos
Otro de los errores comunes que cometen las empresas según los expertos es confiar en que los consultores externos aplicarán soluciones únicas que llevarán al éxito el proceso de cambio de la empresa. Si bien es cierto que existen compañías especializadas en analizar qué necesitan las distintas organizaciones y desarrollar soluciones concretas para cada una de ellas, lo cierto es que la mayoría cuenta con sistemas flexibles digitales, creados a partir de los estándares que se localizan en cada sector, y que después son adaptados a las necesidades de los clientes.
Por este motivo, desde HBR aconsejan, primero, invertir
en el talento interno, capacitándole para hacerse cargo del proceso de
transformación –sea digital o de otro tipo- para después dejar en
manos de todo aquello que no es rentable para la organización –tanto en
términos económicos como de recursos y tiempo- a servicios externos, cuya
experiencia permitirá acortar tiempos a la hora de implementar o desarrollar
soluciones.
- Diseñar
la experiencia del cliente desde el exterior
“Si el objetivo de la transformación digital es mejorar la satisfacción del cliente, cualquier esfuerzo debe ir precedido por una fase de diagnóstico, con información detallada de los clientes”. Así lo destaca HBR en su artículo, donde aconseja conocer las necesidades y prioridades de los públicos objetivos en los que se busca incidir.
Asimismo, los expertos advierten: “Los líderes a menudo
esperan que la implementación de una sola herramienta o aplicación mejorará, de
forma sistemática, la satisfacción del cliente por sí misma”. Sin embargo,
alegan que “la mejor manera de maximizar la satisfacción del cliente es, a
menudo, realizar cambios a menor escala, en diferentes herramientas y en
diferentes puntos del ciclo de servicio”. “La única forma de saber dónde
alterar y cómo alterar es a través de la obtención de información extensa y
profunda de los clientes”, añaden.
- Reconocer
el miedo de los empleados a ser reemplazados
- Llevar
la cultura de Silicon Valley al interior de la organización
Las nuevas empresas de Silicon Valley son conocidas por su
ágil toma de decisiones, la rápida creación de prototipos y por tener
estructuras organizativas planas. En este sentido, dado que el proceso de
transformación digital es intrínsecamente incierto, “los cambios deben hacerse
provisionalmente y luego ajustarse, las decisiones deben tomarse rápidamente; y
todos los grupos de la organización necesitan involucrarse”, señala el
artículo. Como resultado, “las jerarquías tradicionales se interponen en el
camino” y, por tanto, HBR aconseja adoptar una estructura organizativa
plana, “que se mantenga un tanto separada del resto de la
organización”.
“Esta necesidad de agilidad y creación de prototipos es
incluso más pronunciada de lo que podría ser en otras iniciativas de gestión
del cambio porque muchas tecnologías digitales pueden personalizarse. Los
líderes tienen que decidir qué aplicaciones de qué proveedores utilizar, qué
área de negocios se beneficia mejor al cambiar a esa nueva tecnología, si la
transición se debe implementar en etapas, y así sucesivamente”, apuntan los
expertos.
“A menudo, elegir la mejor solución requiere una
experimentación extensa”, explican. “Si cada decisión tiene que pasar por
varias capas de administración para avanzar, los errores no se pueden detectar
y corregir rápidamente. Además, para ciertas tecnologías, la recompensa solo se
produce después de que una parte sustancial de la empresa se haya cambiado al
nuevo sistema. Esto requiere resolver las diferencias en los procesos
organizativos existentes en diferentes regiones. Si los detalles de cómo se
utilizará una nueva tecnología son desarrollados principalmente por empleados
de un país, es posible que no estén al tanto de las posibles
incompatibilidades”, concluyen.
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