Tom Relihan en Ideas to Matter de MIT Management del pasado 29 de abril plantea que los profesionales tóxicos pueden afectar negativamente sobre los resultados, la productividad y la moral en las organizaciones y que pueden ser más difíciles de gestionar de lo que pensamos.
Deborah
Ancona fundadora del Centro
de Liderazgo del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT)
mantiene que: "Los líderes tóxicos están siempre hablando de las
grandes cosas que son capaces de hacer. Las personas se sienten atraídas hacia
ellos y piensan que ese es el tipo de líder que quieren tener. Sólo más tarde a
través de sus interacciones con esa personas o a través de su comportamiento en
el tiempo empezamos a ver lo que no se observa a primera vista”.
Ancona defiende que las personas que exhiben un conjunto
particular de rasgos de personalidad que se conoce como “la triada oscura”
tienden a ser líderes o profesionales tóxicos. Éstos son:
I.- NARCISISMO
Definido como el interés o admiración excesiva por uno
mismo. Estas personas con frecuencia tienen problemas para conectar con los
valores de las organizaciones y para adoptar un patrón mental centrado en el
equipo porque su interés casi exclusivo está en la satisfacción de sus
necesidades y ambiciones.
II.- “MAQUIAVELISMO”
Consiste tener el patrón mental de ambición de poder y
ética dudosa descrito por Nicolás Maquiavelo en su obra “El príncipe”. Estas
personas se caracterizan por guardarse información valiosa que podría ayudar a
otros, encizañar a unos equipos o personas unos contra otros y crear grupos
exclusivos que excluyen a parte de los compañeros. Buscan conquistar el poder, y dominar.
III.- PSICOPATÍA
Entendida como la incapacidad de manejar adecuadamente
nuestros impulsos y emociones negativas. Cuando se enfadan, se enfadan y
agreden a los demás con su ira, sus gritos y su agresividad y conducta
violenta.
Si nos incorporamos a una organización con una cultura
tóxica Tomas
Kochan recomienda realizar un tour por la misma
para observar y escuchar. Este proceso de escucha nos revelará qué
individuos en la misma suponen los mayores obstáculos para el progreso y nos
permitirá diseñar un plan de acción. Kochan opina que:”Si queremos arreglar una
situación tóxica es porque somos conscientes de que algunos de los
profesionales han creado esta condición y lo tendremos que abordar de forma que
demostremos al resto de la fuerza laboral que sabemos lo que está ocurriendo y
que vamos a procurar solucionar los principales problemas”.
Kochan y Ancona
recomiendan también que estemos alerta para poder detectar:
1.- Personas que se han movido o han sido trasladadas con
frecuencia dentro de una organización o han trabajado en muchas
compañías en poco tiempo.
2.- Personas hipercompetitivas que pasan por encima de los
demás para conseguir sus objetivos.
3.- Personas que culpan a los demás por problemas que ellas
han originado.
4.- Individuos que se muestran excesivamente críticos de sus
subordinados o compañeros.
5.- Personas que atesoran información y no actúan con
transparencia.
Una vez que hemos identificado a la fuente del problema
Ancona plantea que la capacidad para poder gestionar a una persona
especialmente tóxica va a depender de nuestro nivel de poder e influencia
dentro de la organización con respecto al suyo.
Si no tenemos mucho poder no tiene mucho sentido luchar, por
ejemplo, contra un líder tóxico lo mejor que podemos hacer es si podemos
mantenernos a distancia. Si contamos con algo más de poder podemos abordar el
problema de forma indirecta como denunciando la situación al departamento de
recursos humanos, buscar una serie de aliados para discutir el problema con
altos directivos o trabajar para conseguir introducir en la organización un
sistema de evaluación y desarrollo del liderazgo.
Los métodos directos pueden llegar a ser tan agresivos como
un despido público, o más leves como el traslado de la persona a otro
departamento o proyecto.
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