En su conferencia en
la UCA, Piore discutió sobre formas alternativas de conocimiento e innovación
para pensar el futuro del trabajo.
Michael Piore, profesor emérito de economía política en el
MIT y autor de una vasta obra sobre trabajo y mercado laboral, repite en la
entrevista con el Económico una anécdota que ya contó en otras
charlas en América latina: “Durante una estadía en Ecuador, hice un viaje en
auto de tres horas del valle a la montaña. Atravesábamos un paisaje de
increíble belleza y nos cruzamos con pobladores indígenas. Al mismo tiempo, el
conductor llevaba encendida la radio y allí se escuchaba al vicepresidente de
Ecuador dando un largo discurso acerca de la necesidad de emprender e
innovar en el país. En esencia, era el mismo discurso que se puede
escuchar en cualquiera de los 50 estados de Estados Unidos: gobernadores,
alcaldes, todos repiten más o menos la misma idea. Y la pregunta es: ¿De qué se
trata esta idea? ¿Es realmente aplicable a este enorme rango de lugares
diferentes en el mundo?”
Cuando se habla del futuro del trabajo —el
tema de la conferencia que Piore dio en la Universidad Católica, invitado por
el Centro de Estudios en Economía y Cultura—, también hay una idea repetida: la
tecnología reemplazará el trabajo no calificado, se perderán empleos y se
crearán otros, propios de la sociedad del conocimiento.
"La idea de emprendedorismo
atribuye el desarrollo tecnológico
a personas particulares. Así, parece justificar las
diferencias
radicales en la distribución del ingreso".
“La respuesta sobre el origen de estas ideas puede darse
desde la noción de paradigma político: un marco de pensamiento a
través del cual los decisores de políticas piensan la economía, juzgan la
gestión y tratan de influenciar su dirección”, señala Piore.
—¿Cuál es el paradigma que enmarca hoy estas discusiones?
—En los tardíos 70 y principios de los 80, el paradigma fue
dirigido por el consenso de Washington y su creencia en la eficacia del
mercado. Aunque esta creencia continúa, este paradigma fue reemplazado por otro
que llamaría el consenso de Silicon Valley: es una visión política
que está dada por el mantra innovación, emprendedorismo y economía del
conocimiento e incluye la idea de que la estructura de empleo se está moviendo
hacia la alta tecnología, por lo que necesita de manera creciente la educación
superior, y de que hay cada vez menos lugar en la economía para trabajadores
con poca calificación. Bajo el consenso de Silicon Valley, los cambios
tecnológicos parecen hacer inevitable la globalización. Ahora bien, ¿de dónde
vienen y qué rol cumplen estos paradigmas en la evolución de la economía? ¿Son
una cámara que refleja el mundo o un motor que lo crea según su imagen? Estas
preguntas son relevantes en el contexto del triunfo de Trump y el Brexit, porque
estos movimientos son reacciones críticas a la globalización, pero al mismo
tiempo no ofrecen una alternativa a los paradigmas predominantes.
— ¿Podría desarrollar las ideas del “consenso de Silicon
Valley”?
—Este consenso se sostiene en tres pilares: innovación,
conocimiento y emprendedorismo. La innovación parece traer, implícitamente, la
idea central de que la tecnología está llevando, particularmente en relación a
su demanda de trabajo, a la necesidad de habilidades cada vez más sofisticadas
que requieren crecientes niveles de educación superior para las personas que
van a crear y gestionar esas tecnologías. En la misma línea, una serie de
industrias preexistentes no estarán capacitadas para competir con sus bajas
habilidades laborales. Va a haber una creciente mano de obra residual no
empleable en las economías que están siendo guiadas por la innovación. Por un
lado, hay gente buscando su lugar en el mundo y, por el otro, ciudades,
estados, regiones y naciones intentando encontrar la clave del desarrollo
económico. En este aspecto, esta idea de innovación es una profecía
autocumplida. Porque si creés que la innovación es crítica, pero no sabés
qué es , esta imagen que tenemos de la innovación va a manejar la economía: a
los inventores y emprendedores, por un lado, y a los inversores, que ponen los
recursos en ciertos lugares y dimensiones en particular, por otro. Por otra
parte, el emprendedorismo en este paradigma, implica que el éxito económico
puede ser atribuido a individuos particulares. Y claramente, el
desarrollo tecnológico es atribuido a personas particulares. Así, parece
justificar las diferencias radicales en la distribución del ingreso que
emergieron en esos distritos industriales que podrían se análogos a Silicon
Valley. Esto nos lleva a otro elemento de esta discusión. Se nos enseña en
economía que los cambios estructurales siempre involucran ganadores y
perdedores. Esos cambios sólo se justifican si la red social se
beneficia: si los ganadores compensan a los perdedores. Pero cuando
miramos el cambio estructura en la economía hoy, la compensación no fue pagada.
De hecho, no hay lugar en el sistema donde haya un cálculo de ganadores vs.
perdedores, por lo que no hay forma en la que podamos hacernos este tipo de
preguntas.
—¿Y cuál sería la alternativa?
—La tecnología es el producto de la investigación y el
desarrollo y ambos son conducidos por la creencia: como no es posible saber
cómo será el futuro, las decisiones dependen fuertemente de las opiniones de
otras personas. Y si todo el mundo está argumentando que vamos a ir en cierta
dirección, entonces terminaremos yendo hacia allá. Del 30 al 40% del
presupuesto en investigación en EE.UU. sale del presupuesto federal. Entones,
el gobierno federal a través de la dirección que le da a sus gastos, es
muy influyente acerca de esta creencia general. La pregunta que surge es qué
pasa si buscamos diferentes tipos de tecnologías, por ejemplo, tecnologías
que empleen una gama de trabajo mucho más amplia. Si deliberadamente
destináramos más recursos hacia tecnología accesible a personas con menor
calificación, podríamos abrir el futuro a gente que ahora creemos que va a
estar excluida.
—En general, cuando se discute el futuro del trabajo no
se incluye a los trabajadores en la conversación.
—No son parte de la conversación acerca de hacia dónde va la
tecnología. Pero, en realidad, ellos están muy involucrados en hacia dónde va.
Como parte de una investigación en el MIT, visitamos fábricas en el Midwest, un
área donde se supone que el empleo va a desaparecer. Lo que vimos es que no
están introduciendo nuevas tecnologías rápidamente y que los trabajadores
mayormente aprenden esas nuevas tecnologías no a través de la educación formal,
sino por tutoriales en la Web, cursos especiales que son dados por los proveedores,
o aprendiendo de los otros. Es un tipo de conocimiento que
involucra la innovación: los trabajadores aprenden en la invención, usando los
materiales, como muestran algunas investigaciones en la industria de la
construcción. Se trata de una forma muy distinta de innovación. Otra
característica de este tipo de conocimiento es que es colectivo. Si uno va a al
lugar de trabajo y pregunta quién inventó esta forma de hacer las cosas, no hay
una única persona responsable. El conocimiento pasa de un trabajador a otro y
evoluciona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario