Fuente: LA NACION
El columnista de la
sección Empleos de LA NACION, Jorge Mosqueira, dejó como legado su línea de
pensamiento humanista.
Sus columnas reflejaban un espíritu amoroso, en el que las
personas estaban siempre en primer plano. Pero lejos de una posición
almibarada, Jorge Mosqueira, desde su espacio "Miradas", ofrecía una
visión tan irreverente como sagaz, donde no pasaba por alto ciertas tendencias
relacionadas con el management, muy de moda, pero poco felices.
Solo en 2017 hizo un repaso de varias de las cuestiones
medulares del mundo laboral. Una de ellas, la edad. "¿Qué tienen en común
el Papa, los senadores, Freud y Einstein?", se titulaba la columna.
Llegaron a la plenitud de sus carreras sin que la edad haya sido una barrera.
"Pocas franjas sociales están tan saturadas de eufemismos. Tercera edad,
adultos mayores, maduros, todos ellos esconden sutilmente la vejez, trazando una
línea imaginaria, cada vez más difícil de identificar. Los gerontólogos la
ubican en los cincuenta. En el terreno laboral, el número es menor: unos diez
años menos, pero con las expectativas de vida actuales la línea queda bastante
más desubicada".
Las caritas tan usadas en las redes sociales también se
"colaron" en las empresas. "Lo que faltaba", escribió en
otra oportunidad, "no se trata de una expresión de fastidio, sino de la
descripción de un nuevo tramo en la espiral tecnológica dirigida al control del
personal. Consiste en una aplicación para celulares a través de la que los
trabajadores, mediante emoticones, pueden manifestar su grado de felicidad en
la empresa.
"Se llama 'Happyforce' y quienes lo comercializan
aseguran que es absolutamente anónima, expresándose mediante 'me gusta' o 'no
me gusta' sobre algún comentario, o respondiendo a la pregunta '¿cómo te
encuentras hoy?', lo que permite varias opciones: genial, bien, regular o
mal". En línea con lo que algunos trabajadores pueden pensar, "será
difícil dejar de lado la sospecha de que quienes omiten opiniones desagradables
no pueden ser identificados. Hay demasiados artilugios cibernéticos y hábiles
hackers dando vueltas como para confiar ciegamente en la confidencialidad de
los datos". Pero, además, aunque detectó que la felicidad se puso de moda
en las empresas, "más práctico es accionar sobre las causas de infelicidad
que puede propiciar el trabajo".
Las tendencias hacia lo lúdico tampoco se le escaparon.
"La utilización de juegos como recurso de capacitación lleva décadas. Se
ha experimentado de todo, desde partidas de naipes especiales sobre una mesa
hasta montañismo de riesgo. Todo ello en función de dos ejes principales:
trabajo en equipo y toma de decisiones.
"Ha habido grandes fracasos -advirtió- como en muchas
otras actividades de capacitación, donde el valor residual se convirtió solo en
un día diferente y, por lo tanto, más divertido. Son los fracasos de los que no
se habla y que, generalmente, han sido producto de una moda en la que muchos se
embarcaron por el simple motivo de que lo han hecho otros".
En primera persona
"Conocí a Jorge Mosqueira hace algunos años, cuando
tuvimos la oportunidad de compartir un panel en un Congreso de Recursos Humanos
en su querida Universidad de La Matanza", cuenta Alejandro Melamed,
consultor en temas de innovación disruptiva de recursos humanos y autor de El futuro del trabajo y el trabajo del
futuro.
"Jorge fue parte de una camada de ilustres
profesionales que marcaron un camino en la gestión de las personas, donde lo
que se valora es fundamentalmente lo humano, sin que ello implique baja
competitividad. Viniendo de la filosofía, lograba transmitirnos una visión
trascendente, una forma de mirar a las organizaciones que pueda considerar
tanto el cuadro de resultados como a aquellos que son responsables por generar
los mismos y considerar que las personas tienen emociones, sentimientos,
pensamientos, ilusiones y deseos.
"Cada columna suya era provocadora (como era él).
Lograba desafiar el statu quo, instalar temas y generar discusiones, porque lo
que a él le apasionaba no era describir el mundo laboral, sino su trastienda,
compartiendo historias de pasillo: de lo que nadie se anima a hablar, pero
todos hablan..."
Con otra visión, Eugenio Marchiori, también con una mirada
humanista de los recursos humanos recuerda una anécdota. "El profesor se
para frente a sus alumnos de la cátedra de Recursos Humanos, jóvenes de unos 20
o 24 años y les pregunta: ¿qué opinan de los recursos humanos?", describe.
"Tras la sorpresa y luego de un silencio incómodo, un osado levanta la
mano y arriesga: 'Es uno de los recursos de una empresa, como los de producción
o el capital'. Varios aprueban la afirmación, después de todo, ¿por qué debería
ser de otra manera?
"A pesar de que al analizarla suene como un oxímoron,
la expresión 'recursos humanos' está naturalizada. 'Recursos' es el nombre que
se les da a los elementos materiales necesarios para la producción. En muchas
organizaciones es habitual referirse a la falta de 'recursos' cuando se carece
de las personas necesarias para completar una tarea. Al anteponer 'recurso' a
'humano' se coloca a las personas al mismo nivel de lo puramente material. Es
una forma segura de cosificar al ser humano. Un recurso es un medio para obtener
algún fin. Las personas no son un medio, las personas son un fin en sí mismo.
Es hora de pensar menos en los recursos y más en las personas".
La última enseñanza de Jorge, por lo menos para mí. Teníamos
un café pendiente, un encuentro para charlar un poco, cara a cara. El fin de
año se hizo abrumador...mucho trabajo y quedó para después de las vacaciones.
Error. El mejor momento para lo importante siempre es ahora. Gracias, Jorge,
por tantos años de inspiración.
Derribando mitos
Discriminación por
edad
"El criterio es similar al que se utiliza cuando se
evita contratar a mujeres, porque estas tienen la habitual y terca costumbre de
quedar embarazadas..."
Felicidad en el
trabajo
Casi una obligación. Sin embargo, "más práctico es
accionar sobre las causas de infelicidad que puede propiciar el trabajo".
Juegos y compañía
Cuando el gaming parece lo más nuevo, hay una advertencia:
en esta tendencia "hay fracasos de los que no se habla y que,
generalmente, han sido producto de una moda en la que muchos se embarcaron por
el simple motivo de que lo han hecho otros", escribió el columnista de la nación.
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