Theodore Kinni en
strategy+business del pasado 30 de
enero plantea que, tal como demuestra una encuesta de Gallup realizada en diciembre de 2017, el 28 % de los
estadounidenses consideran que la honestidad y los estándares éticos de los
ejecutivos son bajos o muy bajos y sólo un 16% los valoran como altos o muy
altos. De las 22 profesiones analizadas ocupan el puesto 18, siendo los
profesionales de enfermería los que lideran el ranking de confianza.
Por tanto, los líderes ante esta situación de cinismo ante
sus actuaciones tienen que saber cómo pueden liderar a profesionales escépticos
y cínicos ante su gestión.
La sabiduría convencional mantiene que la perspectiva
prejuiciosa que tienen los cínicos hace que sean difíciles de liderar y que las
actitudes de desconfianza pueden infectar a sus compañeros. Esto, según el
autor que se considera a sí mismo un cínico irrecuperable, no es cierto. Pueden
ser grandes profesionales si el líder es capaz de acallar sus sospechas sobre sus motivos y conseguir que rebrote el idealismo
en ellos.
Para conseguirlo Kinni
propone seguir tres sencillas recomendaciones:
1.- Ser honesto.
No hay que mentir ni tratar de engañar a un cínico de ninguna forma. Con ellos
hay que ser escrupulosamente honesto, porque si descubren que no se les está
diciendo la verdad nunca volverán a creer en el líder.
Esto no quiere decir que tengan que contar todo lo que saben
o sospechan. Existen cosas que no necesitan o no deben decir. Si tienen
información que no es apropiada o no es el momento que compartan deben
comunicarlo. La verdad es más importante que la transparencia para los cínicos.
2.- “Jugar limpio”.
Los cínicos esperan encontrarse con injusticias y desequilibrios en todas
partes por lo que si el líder es capaz de actuar justamente y contradecir sus
expectativas responderán con lealtad y trabajo duro. Para ello deben evitar
culpabilizarles de los fracasos para salvar su imagen y procurar tratarles con
justicia en todas las ocasiones, teniendo en cuenta que equitativo no quiere
decir igual, sino que se obtiene lo que se merece en cada caso. Si los cínicos
descubren injusticias pueden desconectar y ser muy difíciles de recuperar.
3.- Ser coherente y
hacer lo que se dice que se va a hacer. Jim Kouzes y Barry Possner en su libro “Credibilidad” mantenían que: “si las personas no creen en el
mensajero no van a creer en el mensaje. Si lo líderes quieren ser creídos deben hacer lo que han dicho que harían”.
En el caso de los cínicos esta reflexión es doblemente
cierta, ya que son unos excelentes detectores de incoherencias y tienen una
memoria sorprendente para recordar las promesas que hacen los líderes. Por
tanto si el líder no va a hacer algo que ha dicho que va a hacer lo mejor es
que se calle y no haga promesas, ya que si el cínico se siente engañado no va a
volver a confiar.
Evidentemente puede resultar complicado estar a la altura de
estas sugerencias pero no hay que olvidar que los cínicos detectan con
facilidad a los líderes que hacen esfuerzos honestos y están dispuestos a
perdonar los lapsos inevitables que van a surgir cuando el líder lucha por
reconciliar las demandas que, con frecuencia, entran en conflicto en el
desempeño de sus funciones.
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