La creatividad es uno
de los motores del crecimiento y debe ser incentivada desde la infancia, también como un factor de desarrollo
personal; la situación social limita las oportunidades.
Suena coherente que un economista que descubre que los
innovadores tienden a ser mayoritariamente "chetos" lleve como
apellido "Chetty". Más allá de la coincidencia, el profesor de
Stanford Raj Chetty, una estrella de la economía empírica que en 2012 ganó la
medalla John Bates Clark, publicó semanas atrás un estudio sobre innovación que
demostró que la desigualdad, en el campo de las profesiones creativas, es mucho
más profunda de lo que se pensaba.
En un trabajo que firmó con John Van Reenen, Neviana
Petkova, Xavier Jaravel y Alex Bell se descubrió que las personas con padres
que están entre el 1% más rico de los Estados Unidos tienen diez veces más
chances de convertirse en inventores exitosos que aquellas que crecen en
hogares con ingresos por debajo de la media. La disparidad también es muy
acentuada por género: solo un 18% de quienes patentan inventos son mujeres, y
aunque hay una tendencia a la igualación en este aspecto la velocidad es muy
lenta: a este ritmo se tardarían 118 años en cerrar la brecha de género.
A pesar de que la innovación es un motor central del
crecimiento económico y de que uno de los primeros teóricos en estudiarla y
definirla fue un economista (Joseph Schumpeter), la economía moderna tiene
subrepresentado este eje temático en sus estudios, en parte por las
dificultades para medirla y la falta de buenas bases estadísticas. Pero Chetty,
firme candidato al Nobel a pesar de que tiene menos de 40 años, es famoso por
ser una suerte de "mago de las hipótesis testeables", y junto a sus
colegas dio con algo así como una mina de oro de datos abundantes y consistentes:
los millones de solicitudes de patentes que los inventores completaron con
datos que incluyeron sus ingresos, sus domicilios, educación y entornos
familiares.
Así lograron determinar que si las mujeres, minorías y niños
de hogares carenciados tuvieran la misma propensión a innovar que los hombres
blancos de clase media alta, la tasa de innovación de la economía se
cuadruplicaría. La exposición en la infancia a entornos ricos en creatividad es
un factor fundamental en las chances para que alguien tenga una carrera exitosa
en una profesión creativa, y esta particularidad tiene especificidad de género:
las mujeres tienen mayor propensión a ser inventoras si en su infancia tuvieron
maestras de una rama de innovación.
Chetty concluye que este factor de "exposición a la
innovación en la primera infancia" (porque luego la brecha se amplía) es
tan relevante que los gobiernos deberían enfocar sus esfuerzos en proveer
entornos favorables para la creatividad en chicos y chicas, antes que ofrecer
ventajas impositivas a los emprendedores.
"El estudio muestra un dato sumamente interesante: la
exposición temprana a contextos de innovación (por ejemplo, al crecer en una
familia o comunidad de innovadores en una cierta industria) está asociada a más
chances de ser inventor en la vida adulta. Si lo pensamos, tiene muchísimo
sentido. Hoy sabemos que crecer en un contexto estimulante y afectivamente
seguro es clave para desarrollar un pensamiento curioso que nos acompañe toda
la vida. Y que ese entusiasmo por conocer es central para cualquier proceso de
innovación", cuenta a LA NACION Melina Furman, investigadora del Conicet y
profesora de la Udesa. Furman está terminando de escribir un libro con consejos
y estrategias para estimular la creatividad en niños y niñas.
A nivel internacional, Chetty lideró en su momento el
Project Star, un estudio extensivo en el que se concluyó que hay pocas
inversiones más rentables en políticas públicas como la de poner el foco en
jardines de infantes. Como para tener resultados consistentes hacen falta
series largas y la educación preprimaria recién se empezó a difundir a fines de
los 80, fue en los últimos años cuando recién comenzaron a extraerse
conclusiones más sólidas sobre el efecto en el salario de los alumnos en su
vida adulta.
Centrándose en una población de entre 25 y 27 años, Chetty
halló diferenciales de sueldos muy importantes, que en la repercusión mediática
posterior llevaron a concluir que una maestra de jardín de infantes
"vale" 320.000 dólares, si se toma en cuenta el "valor
presente" del incremental de ingresos futuros de los chicos que se tienen
a cargo.
Con evidencias
A nivel local, uno de los economistas que más estudió este
fenómeno es Sebastián Galiani, actual viceministro de Hacienda. "Hay
evidencia fuerte de que la difusión de la educación preprimaria tiene un
impacto más importante del que se estimaba", explicó Galiani en una
entrevista cuando era profesor de la Universidad de Saint Louis en Washington.
En la Argentina no hay buenas estadísticas sobre el perfil
socioeconómico intertemporal de quienes están en el campo de la innovación, la
creatividad o el emprendedorismo, explica Silvia Torres Carbonell, especialista
en este campo temático del IAE.
Sí se sabe que la pobreza tiende a perpetuarse y hay poca
movilidad social. Según el Observatorio de la Deuda Social de la UCA, un 40% de
los chicos argentinos de entre 0 y cuatro años crece en hogares sin ningún
libro, y un 27% recibe agresiones físicas, en un entorno alejado de la
promoción de la creatividad y la experimentación. "Los niños pobres en
nuestro país asisten a peores escuelas -cuando asisten-, se enferman con mayor
frecuencia, cuando se enferman es menos probable que reciban atención médica y,
cuando la reciben, es de peor calidad que los niños de entornos más
favorables", dice Mariano Tomassi, de la Udesa, en un ensayo publicado
recientemente en el marco de la iniciativa Argentina 2030. Tomassi cree que un
"shock de capital humano" -especialmente concentrado en la temprana
infancia- es la mejor política en la que se puede concentrar el Gobierno para
llegar, como sociedad, en buenas condiciones al cierre del denominado
"bono demográfico" -cuando al población que no trabaja supere a la activa-,
proyectado en la Argentina para el año 2038.
A la hora de las recomendaciones "micro" para
promover entornos creativos en la infancia, Furman remarca que "los
detalles importan: desde cómo respondamos a sus preguntas (¿les damos
directamente la respuesta o, al menos de vez en cuando, nos ponemos a
investigar juntos?), a qué tipo de juegos y conversaciones tenemos con ellos
(¿compartimos juegos en los que tengamos que resolver problemas? ¿nos gusta
inventar cosas juntos? ¿charlamos sobre sus ideas?)".
Para la especialista en educación, "todo vale, siempre
que haya disfrute compartido por aprender: jugar a un juego de estrategia,
construir con bloques, hacer experimentos, ver un documental, leer juntos una
novela o cualquier actividad que nos entusiasme a todos. "Pensando en la
escuela, sigue Furman, hay muchos enfoques que buscan fomentar la creatividad
en los chicos. Entre sus favoritos está el que propone Mitchel Resnick del MIT
del "jardín de infantes de por vida" (" lifelong
kindergarten").
Resnick sostiene que el abordaje integral del jardín de
infantes es una gran plataforma para pensar cómo debería ser toda la escuela. Y
que los chicos de todas las edades deberían trabajar con desafíos en los que
imaginan lo que quieren hacer, crean un proyecto basado en sus ideas, juegan
con sus creaciones, comparten esas creaciones con otros y reflexionan sobre sus
experiencias. Como los buenos inventores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario