Sabina Nawaz en hbr.org del pasado 6 de febrero plantea
que ser un alto ejecutivo es un trabajo muy solitario, en el que hay que, por
ejemplo, transmitir duros mensajes, en el que no siempre se puede ser
transparente con respecto a los desafíos y en que se tienen que guardar la
confidencialidad sobre decisiones clave
hasta que el momento sea el adecuado.
No hay forma de escapar al peso de la autoridad y de tiempo
en tiempo puede surgir una amistad con algún compañero de trabajo. No es lo
mismo mantener una relación entre iguales en el trabajo que en el caso en el
que existe un desequilibrio de poder con nuestro amigo.
Cualquier amistad jefe-subordinado está llena de trampas en
su desarrollo y al final se puede perjudicar la amistad o la relación
profesional, el resto de compañeros puede no facilitarnos feedback valioso
sobre el trabajador si piensan que somos amigos y podemos perder la confianza
de éste y del resto de nuestros colaboradores si no tenemos cuidado de respetar
la fina línea que se encuentra entre la confidencialidad y la transparencia.
Nawaz propone las
siguientes recomendaciones para gestionar la amistad con uno de nuestros
colaboradores:
1.- Elegir nuestras
amistades cuidadosamente. Tener un amigo que es nuestro subordinado
requiere altos niveles de confianza y de juicio por ambas partes y no siempre
se dan en una relación de trabajo. Ambas partes deben ser maduras y gozar de la
suficiente autoestima para construir la confianza con el tiempo.
2.- Marcar las
expectativas desde el comienzo. El jefe tiene conocimientos, información y
responsabilidades que su amigo debe conocer, ser consciente y aceptar sobre lo
que va a poder compartir o no con él.
3.- Definir
claramente los roles en las conversaciones. Explícitamente decidir cuáles
van a ser las normas que se van a establecer en el trabajo y en la vida
personal genera un sentimiento de ecuanimidad e igualdad en la amistad. Al
mantener una conversación con nuestro amigo aclarar qué rol se está asumiendo
el de jefe o el de amigo y verificar que éste esté de acuerdo con nuestro
planteamiento.
4.- Ser transparente
con el resto de compañeros. Informar de la amistad al resto del equipo y de
nuestro deseo de que no influya en nuestras decisiones para que los demás
miembros se sientan libres para expresar sus comentarios, si es necesario,
sobre el amigo sin temer represalias.
5.- Realizar nuestro
trabajo. Ser directo y no dilatar las comunicaciones con nuestro amigo,
especialmente si se trata de feedback negativo o de noticias desagradables,
como un despido. Aunque sintamos temor de dañar los sentimientos de nuestro
amigo o de que se ponga a la defensiva debemos hablar, pero también, estar
preparados que al hacerlo no lo acepte bien y pueda llegar a suponer hasta el
fin de la amistad. Al terminar la conversación debemos expresar a nuestro
compañero que deseamos continuar siendo su amigo, pero dejándole espacio para que
tome la decisión sobre si quiere seguir manteniendo la relación.
No tenemos, pues, que olvidar, que las amistades se basan en
la confianza mutua y que mantener amistades jefe-subordinado son complicadas
especialmente ya que como jefes vamos a contar con información que nuestro
colaborador no va a tener. Las amistades que sobreviven en el trabajo se basan
en la confianza y la transparencia sobre los límites dentro de los cuáles nos
podemos comunicar y en que seamos capaces de mantener nuestras acciones en el ámbito profesional y
no personal.
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