El gurú de los contactos entre emprendedores e inversores
Eneko Knörr, emprendedor en serie e inversor, en las
oficinas de la
aceleradora NUMA de Barcelona, en la que colabora como mentor.
Emprendedor, inversor
y mentor, Eneko Knörr, fundador y CEO de Ludei, asegura que para moverse en
este ecosistema se necesitan grandes dosis de optimismo y una gran capacidad
para asumir riesgos.
Creó su primera empresa en 1999, la segunda dos años
después, Hostalia, adquirida por Ascens (Telefónica) en 2007 por una cuantía no
oficial de 5 millones de euros. "Entonces pensé que si sin experiencia y
cero dinero monté una empresa y conseguí eso, lanzar la segunda estaba
chupado", explica Eneko Knörr (Bilbao, 1975). Este es el érase una vez de
un emprendedor muy optimista que desde entonces ha dado forma a dos start up
-Ideateca (2008) y Ludei (2011)-, que vive con pasión ser mentor de los que
empiezan a emprender -comparte su experiencia en las aceleradoras Seedrocket,
Bind 4.0 y NUMA- y que, aunque manifiesta cierto pudor en reconocerlo, tiene
instinto inversor. Knörr era socio en dos de las últimas ventas -exit-:
Ticketbis, comprada el pasado noviembre por eBay por 165 millones de dólares
(147 millones de euros) y Habitissimo, cuyo 70% adquirió Homeserve por más de
20 millones de euros. Actualmente participa en Chicismo, Foundum, 8fit, Wave,
Adictick, Basoa y Kampo. La facturación global de todas ellas suma 100 millones
de euros y una plantilla superior a 500 empleados.
Las certezas y...
En estos momentos, Knörr centra buena parte de su atención
en Ludei -adapta las aplicaciones móviles a cualquier tipo de dispositivo- con
la que vivió el sueño americano de Silicon Valley, y también el fracaso. Por
eso regresó a Bilbao. "La empresa no podía morir después de que nos dejara
tirados un inversor a última hora. Hace un año optamos por recortar gastos,
volver a España y seguir a otro ritmo. Gracias a ello sobrevivió. Somos un
equipo de 10 personas, la empresa es rentable y trabajamos a tope para sacarla
adelante", afirma con orgullo este padre de tres hijos, el último de ellos
nacido casi coincidiendo con su vuelta a la capital vizcaína.
Emprender, invertir y enseñar a otros le ha dado a Knörr una
visión más que ajustada de lo que entonces era y ahora es el ecosistema
emprendedor. Reconoce que las cosas han cambiado, y mucho, en los últimos cinco
años: "Entonces estaba mal visto que alguien dejara su trabajo para montar
una empresa. En la actualidad no sólo hay más personas que arriesgan, también
hay más talento e inversión. Hace años era impensable cerrar una ronda de 10
millones de euros. Después de cinco años, España es un buen lugar para
emprender".
Sin embargo, aunque cree que el entorno ayuda, Knörr
defiende los valores de siempre para forjar una start up de éxito. "Lo que
importa es el conocimiento, pero lo más complicado, es reunir un buen equipo y,
a pesar del paro, cuesta dar con los perfiles adecuados y sobre todo, con gente
realmente preparada para trabajar en una start up". Explica que "en
una empresa grande se suele decir lo que hay que hacer. En una start up una
persona tiene que ser capaz de hacer de todo, de improvisar y de cambiar las
prioridades de un día para otro. Conozco a mucha gente que no ha podido
aguantar ese ritmo".
... el riesgo
Si de fortalezas se trata, este bilbaíno cree que "para
emprender se necesita mentalidad ganadora. Es necesario correr rápido pero
hacerlo dentro de un orden. Ahora la rapidez es fundamental. Hay que arriesgar
con la primera idea de negocio que tengas, ponerla en marcha y crecer por todo
el mundo. El acceso a la tecnología es tal que cualquiera puede copiarla. El
mayor fracaso es ser cauto en sacar un producto o servicio y que alguien te lo
machaque antes".
Ser inversor tampoco está exento de riesgos, para Knörr es
parte del juego. "Es muy importante estar al tanto de la tecnología y
hacer networking, lo mismo que para ser emprendedor. Y, al frente de una
empresa es fundamental ser una persona tranquila y asumir con calma los malos
momentos. En mis peores situaciones he sido capaz de irme a la cama y dormirme
en un minuto. Esto es una carrera de fondo".
Silicon Valley, una
aventura de ida y vuelta
"Hay muchas empresas que han fracasado en su aventura
americana. Silicon Valley es complicado. Pero cuando uno va allí es por apostar
a lo grande, y eso puede salir bien o mal. Lo bueno es que si alguien triunfa,
lo hace a lo grandísimo". Eneko Knörr resume así su experiencia americana,
una aventura de ida y vuelta que duró cinco años. En 2011 decidió dar el salto
porque "el ecosistema emprendedor español estaba muy verde y era imposible
conseguir inversión". Ludei, una 'start up' recién nacida, era el equipaje
de este bilbaíno que, acompañado por su familia (mujer y dos niños) iba para
triunfar a lo grande. Confiesa que le deslumbraron los inversores, "la
posibilidad de acceder a empresas como Facebook y un 'networking' inexistente
hace un lustro en España". Pero poco después se dio cuenta de que era muy
duro: "Los mejores están en Silicon Valley y es muy difícil destacar;
existe una batalla por la visibilidad y al final la vida no es tan fácil, vivir
es muy caro y contratar a un técnico resulta prácticamente imposible por la
inflación salarial". Aunque las cosas no salieron como esperaba, asegura
que no se arrepiente de nada: "Cuando surge una oportunidad pongo toda la
carne en el asador". A lo largo de los últimos años Ludei ha conseguido
inversiones en varias rondas por importe de 3 millones de dólares, de
inversores españoles, como Kibo y Vitamina K, chinos (Tsinghua, el
"Harvard chino"), y de Silicon Valley. "Todas las conseguimos
antes de que se cayera la ronda 'grande' de otro grupo chino". Ese
esfuerzo por lograrla casi mata a Ludei. Knörr decidió abandonar Silicon Valley
y regresó a Bilbao. La facturación de Ludei en 2016 "no llegó al millón de
euros", confirma Knörr.
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