Aquellos cuya
performance no es tan brillante pueden ser, en un futuro próximo, quienes
brinden a la empresa una increíble oportunidad de mejora.
Tenemos experiencia suficiente para saber que todo recurso,
tarde o temprano, puede agotarse. Por ejemplo, la energía, que no sólo se trata
de la producción de combustibles, sino también la energía humana, de cualquier
individuo u organización. Por lo tanto, su administración debe ser sensata y
cuidadosa, porque cualquier desvío puede anticipar un derrumbe.
Desde esta perspectiva resulta muy interesante el debate que
ofrece una nota aparecida en Human
Resource Executive On Line, donde se propone que los objetivos
organizacionales deberían apuntar a los empleados de bajo rendimiento.
Contradice la corriente actual acerca de captar y retener talentos a toda
costa.
Hay una experiencia llevada a cabo por Amazon. Es un
programa de apoyo a los empleados con peor desempeño. Esto genera polémica con
los que insisten en que la atención de Recursos Humanos debe atender sólo a los
mejores, porque son quienes generan un crecimiento económico exponencial.
De esto se trata la administración de la energía. ¿A quiénes
atender? ¿A los de arriba o los de abajo? Coincide con decisiones novedosas que
tienen algún punto en común, como la que tomó General Electric, desechando la habitual práctica de hacer rankings
entre los mejores empleados, para que sirvan como modelos. Coincide también con
la crisis de los sistemas de evaluación de desempeño tradicionales, demandando
la atención personalizada en vez de calificaciones estándar.
En Amazon, se
destina una dotación de asesores para ayudar a los empleados en su desarrollo.
Deben tener experiencia en recursos humanos, relaciones laborales, servicios
sociales o similares. Asesoran, sin gestionar, hasta lograr mejoras visibles en
aquel que no venía haciendo las cosas como se esperaba de su puesto. Y aquí
empieza la polémica.
Quienes están a favor, argumentan que es una demostración de
que la empresa se preocupa por sus trabajadores. Por el contrario, Levi Segal, socio de la consultora Aon
Hewitt, afirma "que Recursos Humanos estaría mejor si invirtiera más
tiempo en los perfiles de mejor rendimiento [...] Prefiero identificar a esas
personas y ofrecerles un coach de carrera en vez de aquellas que no están
produciendo".
En este punto aparece otro problema que Segal señala: "El papel de RR.HH. como defensor del trabajador
a menudo entra en conflicto con el papel de socio del negocio. Con el fin de
aportar valor real a la organización, RR.HH. necesita pensar más como socio que
como abogado defensor de los empleados".
Otra especialista, Mary
Beth Harteb, CEO de Prism Global Management Group, agrega otra dimensión:
"Hay tantas variables como personas", planteando que lo adecuado es
"invertir en el primer ciclo de vida del empleo, mediante procesos
eficaces de contratación y selección, orientación de los empleados, coaching o mentoring, y programas de
formación".
Según David Ulrich
define a RR.HH. como socios de negocios que "también cumplen con cuatro
roles; son socios estratégicos + expertos administrativos + adalid de empleados
+ agente de cambio". Es decir, deben ser equilibristas sobre cuatro
cuerdas, lo cual no es una tarea tan sencilla como la que expone Segal, convencido de que hay un solo
rol: socio del negocio.
Desde esta definición, se explica que los humanos sean sólo
un recurso más. Pero por estos motivos, Recursos Humanos es un área que tendrá
siempre, por lo menos, cuatro miradas distintas.
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