Los trabajos del
futuro tendrán un componente tecnológico y estarán centrados en la creatividad.
La plataforma de fotografías Instagram fue vendida por 1.000
millones de dólares en 2012. Tenía 13 empleados fijos (y 30 millones de
usuarios). Ese mismo año desaparecieron en España más de 18.000 empresas y se
perdieron 250.000 puestos, a tiempo completo. Son las mutaciones del presente,
y parece que las del futuro.
La automatización en el automóvil (en la foto, fábrica de
Porsche en Leipzig), no impide que se creen otros puestos de trabajo. MARCO PROSCH
Los economistas Carl
Benedikt Frey y Michael Osborne, de la Universidad de Oxford, advirtieron
el año pasado que el 47% de las ocupaciones corre el riesgo de desaparecer bajo
la dictadura tecnológica que impondrán los robots, una tesis que otros expertos
y organismos como la OCDE rebaten –sólo están en peligro el 9%, según la
organización-. A la vez, algunas investigaciones apoyan la llamada paradoja de
Solow, que determina que las nuevas tecnologías no tienen efecto en la
productividad porque necesitan unas inversiones que obedecen a unos criterios
de rentabilidad demasiado elevados. En suma, el mundo puede estar viviendo una
ilusión y, pese a todo, no es capaz de contener el pánico a que la tecnología
aniquile el trabajo.
¿Lo hará? Una respuesta cerrada a esta cuestión es tan
fiable como un horóscopo. Lo único en lo que coinciden la quincena de expertos
consultados es que el trabajo se transforma. Y lo hace muy rápido. EAE Business School acaba de publicar
un estudio que determina que los puestos más demandados dentro de dos o tres
años por grandes empresas serán, por este orden: especialista en análisis de datos, ingeniero informático, responsable
de estrategia digital y comercial (digital). Así de concreto. “Claramente
las dos familias más destacadas serán las que tengan que ver con comercio y
tecnología. El Big Data en 2014
ocupaba la posición 20 y ha subido hasta la primera”, destaca Pilar Llácer, directora del estudio.
El apellido “digital” es la nueva esperanza blanca. “Todas
las posiciones relacionadas con tecnología que se demandarán son de reciente
creación”, dice. Es la reconversión de las profesiones de toda la vida, como la
del comercial, que ahora tendrá que fidelizar a un cliente al que no le ve la
cara, en un entorno online. Muchos otros puestos están por descubrir, porque,
igual que la aplicación de mensajería Whatsapp no existía hace ocho años, habrá
tecnologías y desarrollos que no se conozcan “y que exijan otros
conocimientos”, añade Llácer.
En InfoJobs, la
mayor plataforma online de intercambio de ofertas, saben que los empleos más
requeridos ahora mismo son los llamados transversales: aquellos que todas las
empresas necesitan. “Perfiles que se engloban en las categorías comerciales y
ventas; informática; telecomunicaciones y atención al cliente, que acumulan el
56% del total de puestos ofertados”, explica Dominique Cerri, su directora. En los últimos años han detectado
una explosión del fenómeno digital en puestos como programador, experto en Big
Data, HTML5, desarrollador de aplicaciones móviles o en la nube o experto en
redes sociales. A la vez, determinadas posiciones, por su volumen de vacantes y
baja competencia, son una excelente oportunidad de empleo y una buena guía para
los que quieran orientarse en el mercado laboral que se avecina: se buscan
programadores en lenguajes como J2EE, Oracle, Java, Net, Abap o Cobol, arquitectos
informáticos, programadores de aplicaciones móviles o asesores energéticos.
“Todos, excepto el último, vinculado a energías renovables, tienen que ver con
la tecnología”.
Robótica, inteligencia artificial, ciberseguridad, internet
de las cosas o nanotecnología son las áreas más prometedoras. Pero no todos los
trabajadores serán ingenieros con varios cursos de posgrado. En la empresa de
trabajo temporal Nortempo añaden
otras profesiones más usuales a la lista. “En el horizonte 2020 la automoción y
la logística relacionada con el consumo online absorberán la demanda de mano de
obra intensiva de cualificaciones medias-bajas”, apunta Mercedes Elipe, directora. En puestos concretos habla de atención
al cliente, telemarketing especializado, cocineros, camareras de piso,
sommeliers, manipuladores de piezas para control de calidad en automoción,
soldadores, matricieros o jefes de tráfico (logística).
Un cambio cultural
Las empresas tienen en sus manos este cambio. Miguel Premoli, vicepresidente de
Recursos Humanos en PepsiCo, avanza
el nuevo rumbo laboral en multinacionales como la suya, con 76 fábricas en todo
el continente y 44.000 empleados, 2.500 en España. El equipo de marketing,
ecommerce e infraestructura digital que tienen en Europa ya ronda las 150
personas. “Es una tendencia enorme que se va apuntalando, y tiene que ver con
cómo se comunican las marcas. Antes estaba la publicidad, era algo estático.
Ahora hay multitud de canales para
los que necesitamos reclutar un tipo de talento que antes no teníamos”.
Otro ejemplo está en la Corporación
Mondragón, con 12.110 millones de facturación y 74.355 puestos de trabajo,
donde se esfuerzan en conseguir, a menudo sin éxito, profesionales de ciclos formativos
de grado superior. “Un 54% de las cooperativas piden técnicos en electrónica,
mecatrónica, electricidad… otro 25% demandan aplicaciones mecánicas y otras,
como informática”, enumera Íñigo Larrea,
director de gestión de talento. En el área de distribución (fundamentalmente
por Eroski, que forma parte de CM), los nuevos perfiles están en el análisis de
datos, marketing digital y ciberseguridad. Y en la división financiera,
personas que conozcan el universo fintech (aplicaciones informáticas bancarias).
“Internamente tendremos unas organizaciones más planas, con menos niveles
jerárquicos y con entornos culturalmente más diversos”, añade.
Los cambios laborales apuntan en varias
direcciones, según detalla un estudio del IESE.
“Los trabajos rutinarios, ya sea manuales, como llenar cajas, o cognitivos,
como comprobar registros, están en peligro, porque se pueden automatizar
rápidamente por poco dinero. Los no rutinarios están más protegidos: por
ejemplo, sería difícil y costoso automatizar la jardinería”. La consultora McKinsey, cita el estudio, concluye que
pese al elevado porcentaje de puestos que pueden ser automatizados, “en
realidad son muy pocos los susceptibles de serlo totalmente”.
Así que, como dicen en el fútbol, balón al suelo. En una
investigación de sistemas de autoservicio en supermercados, por ejemplo, los
profesores del IESE Alejandro Lago y
Philip Moscoso descubrieron que el empleo de cajeros en el comercio ha
crecido un 2% (de media) cada año entre 1980 y 2013. “Esa es otra parte
importante de la historia, los ordenadores no solo reemplazan a los
trabajadores, sino que cada vez más complementan su labor, pero no tienen por
qué ser necesariamente una amenaza”.
En las Cámaras de
Comercio tampoco ven los cambios tan radicales como para que puedan
desbaratar de golpe la estructura laboral española. A medio plazo, según sus
encuestas, las ocupaciones más demandadas, tanto en niveles altos como medios y
bajos, corresponderán con operadores y trabajadores cualificados de industrias
y construcción (alrededor del 13% del total de empresas contratarán estos
perfiles), técnicos y profesionales científicos e intelectuales (11,2%) y
trabajadores de los servicios de restauración, personales, de seguridad y
vendedores (10,5%). Finalmente, el 6,7% de las compañías estima que ampliará su
plantilla con personal administrativo, mientras que un 0,5% de las empresas
prevé contratar a corto plazo a directores y gerentes.
Carreras o
competencias
Para David Navarro,
coordinador del programa de empleo PICE de
la Cámara de España, las innovaciones “no son tan rupturistas como nos las
imaginamos. Pensemos que las TI [tecnologías de la información] llevan siendo
el futuro los últimos 20 años”. Observa una tendencia que no tiene que ver con
títulos académicos, sino con capacidades. “Probablemente vamos a tener una vida
laboral con proyectos distintos o trabajos distintos. Se necesitan perfiles
multidisciplinares que puedan enfrentarse a esos desafíos”.
En esta línea, el profesor de dirección de personas José Ramón Pin apunta dos cualidades
que jamás tendrá un robot: “Cariño e imaginación”. Y dibuja un futuro donde los
profesores tendrán que seguir enseñando marketing, finanzas, sistemas de
producción… pero instruyendo en el manejo
de situaciones complejas. “¿Habrá departamentos de recursos robóticos en
vez de humanos? Puede ser. Lo que es seguro es que las máquinas no tienen
imaginación ni pueden dar conversación a un anciano o realizar cualquier tipo
de cuidado personal”. Difícil, entonces, elegir una carrera: “Si hay algo que
te gusta realmente, estúdialo. Pero incluye en tu currículum las matemáticas y
más de un idioma”, recomienda.
José Luis Casado,
director de Desarrollo Profesional de Esic,
lo resume así: “Aparecen nuevos empleos, pero esto ya ha pasado en otras etapas
de la historia. Lo que parece claro es que seguiremos teniendo que vender
productos, servicios o soluciones a otros”. Entonces, ¿cómo se preparan los
centros educativos? Es complicado, cree Martin
Boehm, decano del IE Business
School. “Podemos aprender del mundo anglosajón. Hay que madurar y
desarrollar la capacidad de pensar. Vamos a tener que estudiar a lo largo de
toda la vida, reinventarnos. Podremos ser abogados, tener una segunda carrera
laboral como periodistas y terminar como emprendedores. El problema es el
tiempo de ajuste, porque se necesitarán dos o tres décadas para que se creen
nuevos negocios y profesiones”. La especialización como se entendía antes
tendrá poco recorrido, porque los conocimientos se harán obsoletos rápidamente.
“Ya hay hasta plataformas que están sustituyendo en cierto modo a los abogados.
Pensemos en Watson [el sistema informático de inteligencia artificial creado
por IBM]. Hay estudios que dicen que toma mejores decisiones que los humanos,
porque una máquina no tiene prejuicios”. Para José Luis Guillem, director del grupo CEU, lo importante es algo que no se suele mencionar demasiado, “el enfoque ético. La empresa tiene que
ayudar a mejorar las cosas, no enfocarlo todo a maximizar beneficios”.
El futuro se ve como una página en blanco llena de desafíos
interesantes, pero la realidad es más inquietante y oscura. Ocurre con una de
las principales fuentes de riqueza del país, el turismo, donde ahora son necesarios más idiomas y destrezas. César Galiano, responsable del sector
en UGT, denuncia que las crecientes
exigencias no tienen su reflejo en un esfuerzo de los empresarios por la
formación. “No hay planes de carrera. En restauración, las buenas escuelas
están en el extranjero o son privadas. ¿No decimos que el Turismo forma parte
de la Marca España? Muy al contrario, suele ser un sector de paso, un refugio
temporal con horarios irreconciliables con la vida y salarios bajos”.
Es sólo un ejemplo que desbarata la idea de una España que
brillará con la tecnología. Las 302.000 empresas del sector facturan 93.574
millones y emplean a 1,2 millones de personas, pero la crisis ha empeorado sus
condiciones: el empleo parcial ha aumentado del 19,3% al 26,7%; el empleo
temporal ha crecido de los seis puntos y el salario bruto medio no llega a los
19.000 euros.
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