Una de las consecuencias de la profunda crisis económica
vivida durante los últimos años ha sido el daño sufrido en los intangibles de
muchas organizaciones. El pasado 6 de mayo tuvimos el placer de contar con Javier Fernández Aguado en una
exclusiva y enriquecedora sesión de
trabajo organizada en Barcelona. Allí, hizo reflexionar a los profesionales de
Recursos Humanos asistentes sobre la necesidad de promover la recuperación del
compromiso, un concepto intrínsecamente ligado al de gestión del talento.
Para Fernández Aguado -uno de los diez intelectuales
seleccionados en el libro Pensadores
españoles universales (LID, 2014)-, vivimos en la “civilización de la
prisa” y las organizaciones han caminado a una velocidad vertiginosa para
subsistir. Hoy se hace necesario detenerse para pensar, reflexionar para idear
mejores soluciones. En definitiva, ser capaces de diferenciar entre lo esencial
y lo accidental, ya que cuando convertimos los medios en fines perdemos el
norte.
Recuperación de la
gestión del talento
En épocas de bonanza se proclamó el interés por gestionar el
talento, sin embargo durante las crisis se ha gestado cierta hipocresía, pues
en muchas ocasiones los empleados han sido considerados como meros números.
Llegados a este punto, la siguiente cuestión fue planteada por el ponente, ¿qué es y cómo se gestiona el talento?
Según Fernández Aguado, “El talento tiene mucho que ver con
la inteligencia y con su definición etimológica: capacidad para ver dentro de
la realidad. Saber proporcionar la respuesta adecuada en el momento oportuno,
con los instrumentos precisos”.
Las empresas han exigido control, resultados, adaptación a
rígidos moldes y, en muchos casos, se han focalizado en captar talento que se
someta. Sin embargo el talento no nace
en cautividad, requiere oxígeno para poder desarrollarse; es sinónimo de
creatividad, innovación e implica romper moldes por lo que las
organizaciones para gestionarlo
necesitan crear espacios de libertad.
Pérdida del
compromiso
Otra de las consecuencias de la crisis ha sido la pérdida del compromiso, un concepto que
ha cambiado mucho durante los últimos años. Mientras que antes el compromiso
era sinónimo de permanencia, en la actualidad el mejor talento necesita asumir
retos que le permitan desarrollar la capacidad de auto-inventarse.
Muchas organizaciones han solicitado compromiso y cuando se
les ha entregado en demasiadas ocasiones su respuesta no ha sido la esperada.
El compromiso debe ser mutuo, recíproco, no puede ser asimétrico y reclama
generosidad por parte de las empresas hacia sus empleados.
Otra de las consecuencias de la crisis para el pensador
español ha sido la “Fuga de Talento” de una de las generaciones más preparadas
de los últimos años, una generación globalizada que en muchos casos se ha visto
obligada a desplazarse a otros países en busca de oportunidades profesionales y
que previsiblemente regresará dentro de algunos años con una visión más amplia.
Talento y compromiso
reclaman un tercer concepto: Liderazgo
Para alcanzar el éxito tenemos que plantearnos las
siguientes cuestiones; ¿Dónde estoy?,
¿Dónde me gustaría estar?, ¿Cómo voy a llegar? y ¿Qué papel ocupa el liderazgo
en este camino?
El liderazgo es un pilar fundamental para la consecución de
objetivos, pero un directivo, por el hecho de serlo, no es un líder. Mientras
que un directivo consigue que quienes dependen de él “obedezcan” a sus
requerimientos, un líder logra que quienes dependen de él “quieran” hacer lo
que deben.
El directivo no gestiona talento ni compromiso porque lo
esencial de las personas -sus iniciativas, su creatividad- no se compra, se
merece. Debemos tener en cuenta que las personas que más valor generan son aquellas que se sienten parte de un
proyecto.
Pero el líder, ¿nace o se hace? Aunque para Fernández Aguado existen
cualidades innatas y características de un líder, destacó –con conceptos y
terminología creados por él- que el liderazgo es un idioma que cada persona
puede aprender. Un idioma universal y atemporal con un diccionario de 250
palabras clasificadas en 3 capítulos:
- Habilidades técnicas: un buen líder debe ser experto en su área de conocimiento.
- Habilidades comportamentales o directivas: La mayor parte de las personas reacciona de forma positiva cuando se les motiva. La forma de comunicar influye en la consecución del compromiso.
- Habilidades éticas: es importante diferenciar un líder de un manipulador. Un líder llega a un grupo, lo forma y lo transforma en equipo mejorando su rendimiento. La formación por tanto resulta fundamental en la gestión del talento para ayudar a las personas a conseguir mejorar su desempeño.
¿Y
cuáles son las cualidades que debe de tener un líder? Entre otras, el
conferenciante destacó:
Ser observador.
Apoyar a otros directivos y generar confianza.
Atender con cercanía a sus equipos
Ser agradecido.
Ser positivo y proporcionar soluciones desde el realismo.
Ser humilde, ejemplar y no creer que lo sabe todo.
Escuchar y pensar para planificar planes de acción.
Repetir incansablemente las cosas importantes, generar pocos
mensajes pero claros y consistentes.
Diseñar bien los cambios.
Desarrollar visión estratégica: el líder necesita tomar
tiempo de reflexión en su día a día para tomar las decisiones estratégicas de
sus organizaciones y no delegar en otros esta tarea.
Para un líder delegar es
dedicar tiempo para formar a las personas para que tomen decisiones
independientes.
Para Fernández Aguado
“La crisis más importante no ha sido la económica, ha sido la de valores y para superarla se necesita
de verdaderos líderes. Los
directivos deben transformarse en líderes que reflexionen sobre el momento
actual y sobre sí mismos para captar el talento, entenderlo y de este modo recuperar el compromiso perdido. Las
organizaciones que aprendan a liderar el talento estarán asegurándose el
futuro”.
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