¡Hablando de Equipos de trabajo!
Acabamos de mantener un encuentro de innovación sobre la efectividad de los equipos de trabajo en el que
hemos podido debatir acerca de las diferentes aproximaciones para su estudio:
los modelos, las variables y los datos que influyen en su efectividad.
A continuación os presento las ideas
básicas sobre las que trabajamos, ya que creemos que pueden resultar de interés
y, en alguna medida, aportar valor a aquellos profesionales que se dedican a
mejorar los equipos de trabajo.
Análisis para desarrollar equipos de trabajo
La primera idea sobre la que
trabajamos fue el nivel de análisis-intervención sobre el que se actúa cuando
se trata de desarrollar equipos de trabajo. Las
intervenciones tradicionales de la consultoría se centran habitualmente en
varios enfoques:
- Un
enfoque individual, mediante el desarrollo de las competencias
individuales para trabajar en equipo;
- un
enfoque grupal, orientado al desarrollo emocional del equipo, en el que se
aplicarían las actuales prácticas de coaching de
equipos y las más tradicionales de out-door training;
- o
bien un enfoque por roles, a través de metodologías centradas en los roles
a desempeñar por los diferentes miembros de los equipos, donde el modelo
más utilizado sea tal vez el de las metodologías Belbin.
En numerosas ocasiones este modo de
actuación se emplea como una receta genérica en ausencia de un diagnóstico de
cierto nivel integrador que nos permita saber «dónde le duele al equipo para
mejorar su efectividad». La consecuencia suele ser que se corre el riesgo de
desarrollar al equipo en algo que no tiene impacto en su efectividad. En este
sentido la investigación parece consistente a la hora de proponer modelos integradores para el estudio de la efectividad de los equipos de trabajo.
¿Cómo estudiar la efectividad de los equipos de trabajo?
Este precisamente fue nuestro segundo
punto de discusión. ¿Podemos utilizar algún modelo teórico razonablemente
asentado entre la comunidad científica? La respuesta nos llegó de la mano del
modelo IMO (Inputs, Mediadores y Outputs) propuesto por Ilgen y su grupo de investigación en
2005. En él, la idea básica que se maneja es que la efectividad de los equipos de trabajo ha de ser
entendida desde una perspectiva en la que se tienen en cuenta diferentes
niveles de análisis y las interacciones entre ellos. Así, según el modelo IMO
nos centraríamos en tres puntos:
- Los
Inputs, que describen los antecedentes que determinan cómo es un equipo de
trabajo y cómo está compuesto.
- Los
Mediadores, que suponen (según la composición derivada de esos inputs) un
conjunto de procesos y de estados emergentes de los equipos. Estos
mediadores son los responsables directos de «mediar» para manejar los
inputs.
- Los
Outputs para la organización, que surgen así de cómo los mediadores han
manejado los inputs.
En el gráfico se puede observar la adaptación que hemos hecho del modelo
de Ilgen.
A partir de aquí, la conversación
derivó hacia cuáles son los mediadores, esos procesos y estados del equipo,
que marcan la diferencia entre los equipos que son efectivos y los que no lo
son. La literatura al respecto parece ser clara.
Entre esos procesos estarían:
- Aquellos
encaminados a preparar la acción (Transition Processes): análisis,
planificación, establecimiento de objetivos, formulación de estrategias;
- aquellos
enfocados a trabajar con la acción (Action Processes): realizar
seguimiento, coordinación, comunicación, feedback;
- y
aquellos pensados para gestionar las interacciones personales
(Interpersonal Processes): gestión de conflictos, generación de confianza,
gestión de los afectos, motivación.
Respecto de los estados emergentes:
esta suerte de estados emocionales, cognitivos y motivacionales de los equipos se
generan a partir de la interacción entre los miembros, la percepción de los
resultados y las prácticas de la organización, y podríamos resaltar los
siguientes:
- el
clima del equipo,
- la
cohesión,
- la
confianza,
- el
conocimiento y modelos mentales compartidos,
- el
aprendizaje del equipo y
- la
memoria transactiva.
Los equipos que son
capaces de desarrollar estos estados se muestran más efectivos que aquellos que, por el motivo que
sea, no consiguen desarrollarlos.
De la investigación a la práctica
Finalmente, la reflexión última era
obligada: ¿y cómo intervenimos en nuestras organizaciones para ser más
competitivos a partir de la efectividad de nuestros equipos
de trabajo?
Desde nuestro punto de vista, la primera parte de la
respuesta la vimos clara: lo primero, una radiografía, un diagnóstico integral del equipo de trabajo. A partir de
ahí sabremos por dónde intervenir. La idea es que se puede mejorar la efectividad de los equipos de trabajo si
tenemos una idea clara de qué palanca hemos
de tocar. Por ejemplo, tal vez no sirva de mucho capacitar al equipo en el
desarrollo de buenos procesos interpersonales cuando en esto ya es efectivo.
Por el contrario, si somos capaces de determinar que, digamos, es en los
procesos de acción en los que tienen déficit, la intervención sería mucho más
efectiva.
En cualquier caso, el desarrollo de los equipos de trabajo resulta una
tarea compleja y apasionante. Más ahora, en un contexto en el que los
resultados de los equipos tienden sistemáticamente a superar el rendimiento que
se puede obtener individualmente.
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