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Los entornos
inestables acrecientan la sensación de vulnerabilidad de las personas; sentirse
poco apto para el puesto es parte del problema
La superpoderosa Michelle Obama, una de las más admiradas
por sus acciones a favor de las mujeres, de la vida sana, de la educación, de
la equidad y de la justicia social, entre muchas de sus banderas, sorprendió al
mundo con sus declaraciones, a pesar de estar en la cima en uno de los países
más poderosos del mundo. "Todavía sufro del síndrome del impostor",
dijo más de una vez en el marco de las presentaciones de su libro Becoming.
La abogada que pasó por las aulas de Princeton y Harvard, y que fue también
primera dama durante ocho años, se dirigió a las chicas del Elizabeth Garrett
Anderson School, en Londres, para transmitirles su energía, pero también su
vulnerabilidad. Se trata de un sentimiento al que nadie escapa del todo.
¿De qué se trata este síndrome que afecta a quienes,
supuestamente, no tienen que probarle nada a nadie? La bióloga y coach española
Aída Baida Gil, autora de Cómo superar el síndrome del impostor,
cuenta en su libro que "el 70% de las mujeres y hombres nos hemos sentido
así en algún momento u otro de nuestra carrera profesional". Las
psicólogas Pauline Clance y Suzanne Imes lo definen como la incapacidad de
aceptar los logros y el éxito.
Según la autora, "está presente siempre la sensación de
que se va a descubrir que en realidad (esas personas) no deberían estar ahí,
(en ese puesto), que no son tan inteligentes, que cualquiera puede descubrir la
verdad". Y que "todos estos sentimientos tienen un efecto real en la
autoestima, en la confianza y en el estrés". Esto afecta el desarrollo
profesional, por supuesto.
En un tuit reciente, Santiago Llach expresó: "Cada vez
que doy una devolución de un texto en mi taller de escritura, siento que es
pobre, insuficiente, una estafa. Debo haber dado más de 50.000 devoluciones y
sé a esta altura que lo hago bien, pero la sensación persiste. Se llama
Síndrome del Impostor. ¿A alguien le pasa?".
Sí, a muchos. A modo de antídoto, Obama reveló a las
estudiantes para que no se "achiquen" ante las situaciones laborales
y de vida que puedan llegar a enfrentar: "Les cuento un secreto. Me he
sentado en todas las mesas relacionadas con el poder. Trabajé en ONG y he visitado
fundaciones. Trabajé también en corporaciones, en summits del
grupo G y me senté en las Naciones Unidas: (las personas que forman parte de
ellos) no son tan inteligentes".
Consultada por LA NACION, Baida Gil comenta: "El
síndrome afecta en cualquier situación en la que sientas que de alguna manera
se te pone a prueba. Puede ser cuando empiezas un trabajo nuevo, cuando haces
algo muy distinto a lo que hacías, cuando se te exige más responsabilidad y
ante eventos o reuniones importantes".
¿Cómo se manifiesta? "Sientes que no estás del todo a
la altura y que, en cierta forma, eres un fraude y no deberías estar ahí. Que
lo que has conseguido es gracias a la suerte o a otros factores externos, no a
tu competencia y buen hacer", agrega la coach. "En muchos
casos esta sensación disminuye con el tiempo y la experiencia y es bueno saber
reconocer que te está pasando justo eso y que pasará, que es normal. En otros
casos, el tiempo y la experiencia lo acrecientan y ahí sí se necesita un
trabajo más profundo para cambiar el guión mental por nuevos patrones de
pensamiento", recomienda.
Mundo corporativo y crisis
En estas latitudes, la vulnerabilidad es mayor. "Un
gobierno tiene que cuidar a las personas. No se trata solo de que tengan plata
en el bolsillo; se trata también de que la gente no se asuste con declaraciones
bomba que generan y potencian los trastornos de ansiedad", advierte Matías
Bonanni, director médico del Instituto de Neurociencias Aplicadas a la Clínica
(INAC).
En un país cambiante e inestable como la Argentina, el
entorno VUCA (volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad, por sus
siglas en inglés) provoca ansiedad. "El impostor es una persona que no
necesariamente está en una situación de inestabilidad en su puesto o en su
contexto, pero si esto sucede, todo se magnifica", dice Bonanni.
"Las personas más ansiosas son las que más preocupación
tienen de que los descubran en alguna situación que no pueden/saben resolver. A
ellos se les puede decir que nadie sabe todo. Creer que todo está sobre los propios
hombros paraliza", añade.
El coach y profesor del área de
Comportamiento Humano del IAE, Daniel Franicevich, advierte que ve en la
práctica a directivos "con una predisposición a blindarse para superar los
embates de la realidad" y dice: "Confiesan que se sienten muy
vulnerables en la toma de decisiones. Temen quedar expuestos porque son el
último eslabón. Si algo falla, todo el mundo los mira". Agrega que en un
país como la Argentina, donde las decisiones están afectadas por la coyuntura,
el líder se siente menos, porque tiene un riesgo enorme a la hora de tomar
decisiones. En estas condiciones, son más peligrosas".
Miguel Carugati, managing director de
PageGroup, afirma: "Vivimos en un contexto muy duro. Nos falta coaching para
la vida y para el trabajo. Cuando llegás a un puesto, no es cuestión de suerte,
sino porque estabas en el lugar justo en el momento indicado, pero además
seguramente te lo merecés". Por otro lado, nota que, justamente por los
vaivenes y situaciones de crisis, una persona en un puesto ejecutivo no se
anima a postularse para ir un paso más allá, porque piensa "no sé si estoy
preparado para esto".
"Se trabaja más, con más presión, con más riesgo a
equivocarse. Hay que tomar decisiones difíciles y hay personas que no están
dispuestas a hacerlo", reflexiona.
Cuidar el cuerpo, la salud en general (física y mental) y
refugiarse en los afectos son algunas claves que propone Miguel Espeche,
coordinador general del Programa de Salud Mental Barrial del Hospital Pirovano.
"Si sumamos a un contexto de incertidumbre las inseguridades del síndrome
del impostor, todos los factores que provocan estrés se acrecientan. El cuerpo
actúa como si hubiera por delante una gran amenaza provocada por la
incertidumbre. Se dan entonces problemas cardíacos e hipertensión. Hay que
tomarse las cosas con más distancia y que no impacten tanto, de otra manera, el
cuerpo empieza a desesperarse", explica.
Ahondando aún más en las cualidades humanas, Espeche agrega
que "la sabiduría de cada uno pasa por entender sobre la base de qué se
construye la propia identidad". Y añade: "La vida afectiva es muy
importante, te saca de la hipnosis laboral. Durante la crisis de 2001 se
confiscaron los ahorros, pero la red de afectos ayudó a salir de la zona
oscura. Eso sacó adelante a mucha gente. Además, cuando te recostás en los
afectos, tenés una manera más lúcida de encarar el trabajo. La familia, los
vecinos, los amigos, son el gran capital personal que tiene cada uno, que hace
que se pierda el miedo y haya otra vía, más sana, para afrontar
problemas", cierra.
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