El trabajo que
desarrollan los líderes supone algo más que dirigir equipos. Implica tomar
decisiones, convertirse en un guía para los trabajadores con los que colabora y
en un impulsor de sus talentos, capacidades y habilidades. Sin embargo, no
siempre se cumplen estos parámetros generales. Un error si atendemos a los
resultados de algunos estudios que apuntan que motivar a los equipos, aumenta
su productividad y compromiso con la empresa. La práctica de buenos hábitos de
liderazgo pasa por desarrollar una actitud abierta, comunicativa, respetuosa,
comprensiva y apartada de los egos personales, entre otros aspectos.
Aprender qué es lo
que convierte a un jefe en líder nos permite, más allá de si nuestro puesto
de trabajo implica la colaboración directa o indirecta con otros equipos, adquirir habilidades que pueden ser vitales
para, por un lado, ascender
profesionalmente, y, por otro, aumentar nuestro valor como profesional.
Además, la obtención, retención y práctica de estos buenos hábitos de dirección
nos permite contribuir a la creación de
un ambiente de trabajo agradable y en continua evolución.
Tras conocer algunos de los beneficios que el buen liderazgo
es importante definir qué características generales lo definen. Por ello, Forbes ha publicado un artículo con las diez prácticas que todo buen líder
debe desarrollar durante su trabajo y, especialmente, en la forma de
gestionar los equipos dentro de una empresa, con el fin de mejorar la
motivación en las plantillas de trabajo y, por tanto, en su productividad.
1.El respeto mutuo.
El respeto debe adquirir una doble dirección, del jefe hacia los empleados y de
la plantilla al directivo. La falta de respeto, sea en la dirección que sea,
supone un desgaste del ambiente laboral y, por tanto, un notable descenso de la
productividad y del espíritu de trabajo. Además, la eliminación de este
sentimiento en el equipo de trabajo, tanto si es en las altas esferas como en
la base de la empresa, supone un desgaste extra de esfuerzos y rendimiento.
2.La comunicación
bidireccional. La comunicación también ha de ser recíproca. Hablar y
expresar las opiniones sobre un tema es tan importante como escuchar lo que se
tiene que decir sobre él. Esta comunicación, además de respetuosa, debe ser
fluida y sin caer en la intimidación, ya que menoscaba la confianza de los
empleados a la hora de dirigirse a un alto mando, y sin posibilidad de
comunicar, desaparece la opción de resolver las cuestiones o problemas que se
puedan plantear.
3.Evitar las luchas
de poder. El jefe es el encargado de tomar la decisión final y si durante
el proceso de escucha de los nuevos planteamientos, objetivos y objeciones del
desarrollo de un trabajo, los integrantes del equipo se ven inmersos en una “lucha
personal”, debe tomar las riendas y atajar el problema antes de que vaya a
mayores.
4.Sueldos equitativos.
Un buen trabajo debe ser recompensado con una buena remuneración. Ahorrar en
incentivos para aquellos empleados que desarrollan con eficacia un trabajo, a
largo plazo, repercutirá en su motivación, productividad y, por tanto, en los
resultados finales de los futuros proyectos desarrollados por él en la empresa.
Además, éstos deben ser ecuánimes entre los miembros de los equipos que
desempeñan tareas similares, ya que la distinción salarial podría crear un
conflicto laboral.
5.Guiar a las
personas. Un buen líder debe transmitir su visión, proyectos y objetivos
para, después, permitir que los empleados hagan su trabajo sin entrometerse,
incluso aunque cometan errores, porque forma parte del crecimiento laboral
individual.
6.Disculpar los
errores y reconocer los logros. La tendencia, tal y como destaca Forbes, es
que los directores de equipo de hagan dueño de los logros globales y descarguen
los fracasos sobre el equipo específico. Algo que no favorece de ningún modo a
la motivación y productividad en la empresa.
7.La igualdad en los
equipos. Siempre hay personas que destacan dentro de los equipo, de hecho,
un buen líder genera líderes dentro de su área de competencia y eso significa
que está haciendo un buen trabajo. Sin embargo, no deben de haber favoritos o,
al menos, no se deben notar ya que la idea de esta proyección personal que debe
impulsar el líder en todos los componentes se verá afectada si, de principio,
se observa algún favoritismo.
8.Mantener la
distancia sin ser “distante”. Hay que marcar cuál es el rol empresarial de
cada persona, independientemente de su edad, experiencia y formación. La mezcla
o superposición de unos con otros generará conflictos personales y laborales
innecesarios.
9.Convertirse un
"modelo a seguir". Una de las características que deben tener los
jefes es que han de predicar con el ejemplo. Las acciones siempre son más
elocuentes que las palabras y esto será percibido e imitado por el resto del
equipo de trabajo.
10.La confianza
recíproca. Confiar en los empleados y en cómo desarrollan su trabajo
fomentará su actitud positiva a la hora de encarar un proyecto, ya que tratará
de estar a la altura de las expectativas. Si este aspecto se convierte en
rutina diaria dentro de la empresa acabará convertida en un elemento que se
trasladará de los trabajadores al directivo y del directivo a los empleados.
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