Cómo es la manera de
estructurar una organización en la que el centro de gravedad del poder se
desplaza de una persona hacia todas las personas.
Las escrituras en las cavernas marcaron una primera forma de
organización de grupos. Foto: LA NACION
Cuando los humanos comenzaron a dibujar en las paredes de
las cavernas escenas de caza no sabían -o tal vez sí- que habían inventado una
nueva forma de organización social estructurada para potenciar las capacidades
individuales. Dicho avance fue posible gracias al invento de una tecnología de
soporte de la información: las tintas y otros elementos para fijar imágenes en
la piedra. Algo similar se puede decir de los primeros lenguajes escritos en
tabletas de arcilla, como los Linear A y B hallados en Creta y en otras islas
del Egeo, imprescindibles para la organización de la contabilidad y de los
inventarios, plataformas del comercio.
Un gran salto tecnológico fue la invención del papel que le
dio a la comunicación un soporte flexible y fácil de transportar que duró miles
de años. En la misma línea, el soporte
digital de la información es, sin dudas, el mayor avance contemporáneo con
un impacto que todavía no alcanzamos a apreciar en toda su dimensión.
Cada uno de estos desarrollos comunicacionales impulsa
nuevas formas de organización. Un ejemplo de las posibilidades que ofrece el
soporte digital de la información e Internet -como medio para transportarla- es
la relación P2P o "par a par",
que señala que todos nos podemos comunicar con todos a escala global. Un tipo
de organización reciente basada en ese principio es la holocracia, idea creada y registrada por Brian Robertson, un joven
ingeniero de software.
La palabra holocracia
se compone de la familiar "cracia"
-por gobierno- y de la no tan conocida "holón".
Un holón es una unidad completa por sí misma pero que forma parte de algo
mayor. Ejemplo típico son los átomos, que son entidades por derecho propio pero
que se asocian con otros para componer las moléculas que forman las sustancias.
Lo mismo se podría decir de cada órgano del cuerpo humano o de las áreas de una
empresa. La holocracia es, entonces, una
suerte de "gobierno por todos".
La idea tiene cierta similitud con los grupos de mejora
continua, claves en la organización del trabajo en empresas como Toyota o General Electric. El objetivo
de Robertson era bajar la autoridad
organizacional hasta los individuos de manera que estos -considerados los
"sensores" más elementales de lo que ocurre en la empresa- pudieran
proponer mejoras y ser escuchados. Para conseguir que se distribuyera la
autoridad entre todos los individuos era necesaria una constitución que fijara
las "reglas del juego".
La constitución de la holocracia es un documento genérico
por el que el CEO accede a delegar su poder y estipula la forma de organizarlo.
La autoridad para tomar decisiones pasa de la persona en el lugar más alto a un
proceso cuya dinámica está definida por escrito y es conocida y compartida por
todos en la compañía. Este auténtico desplazamiento del centro de gravedad del
poder desde un individuo hacia todos los individuos, es el cambio de paradigma
más importante detrás de esta clase de organización.
Aunque daría la impresión de que estamos frente a una
disposición anárquica o demasiada plana, la autoridad en la holocracia está
fuertemente estructurada y tiene reglas probadas que controlan el proceso de
toma de decisiones. "Así como compañías como Uber y AirBnB son efectivas porque están apoyadas en sofisticadas
plataformas tecnológicas, las compañías que usan la holocracia son efectivas
porque están apoyadas en sofisticadas plataformas sociales que permiten a la
compañía diseñarse a sí misma", dice Robertson
en un artículo publicado en su página Web.
Con 1500 empleados, Zappos
-una empresa que comercializa zapatos online y fue adquirida por Amazon-, es la mayor compañía en aplicar la
holocracia. Su CEO y fundador, Tony
Hsieh, explica al respecto: "Tratamos de comprender cómo estructurar a
Zappos más como una ciudad y menos
como una corporación. En una ciudad, las personas y los negocios se
autoorganizan". La holocracia
permite que los empleados actúen como emprendedores y autodirijan su trabajo en
lugar de reportar a un gerente que les diga qué hacer".
En el centro de este sistema se intenta que la empresa
organice sus actividades alrededor del trabajo que tiene que ser realizado en
vez de las personas que lo harán. Como resultado, los empleados no tienen
títulos. Se les asignan roles con ciertas expectativas de resultados. En vez de
trabajar en un grupo o departamento, los empleados son parte de múltiples
círculos que desempeñan ciertas funciones.
Aunque la holocracia
no es la solución final a las tensiones organizacionales, provee una plataforma
de trabajo ágil para resolver dilemas captados al nivel más bajo de la
estructura. Es uno de los ejemplos de sistemas P2P capaces de autorregularse
para sostener organizaciones complejas y eficientes. Es la expresión de una tendencia
social amplia hacia la estructuración de sistemas de colaboración que permiten
dejar atrás los modelos autocráticos tradicionales.
Eugenio Marchiori y Andrés Hatum. Profesores de la Escuela de Negocios de la Universidad
Torcuato Di Tella
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