Hay una presión social muy fuerte respecto de que los
primeros 100 días de un presidente, sea este de un país o una organización,
tienen que ser exitosos y que son el termómetro de la actuación futura del líder.
Hay mucho escrito sobre cómo abordar desde la posición de CEO la tarea de los
primeros tiempos. Sobre la función de un presidente sobran anécdotas pero falta
profundidad en cómo encarar el tema. Entonces, ¿con qué desafíos se encontrará
un presidente en estos 100 días? ¿Cómo abordar el tema desde el estilo de
liderazgo?
Los retos iniciales más comunes son la presión del tiempo y
la curva de aprendizaje ya que hay que tomar muchas decisiones con presión y
sin el conocimiento preciso de los resortes del Estado y las inercias que éste
podrá generar. Luego, la necesidad de controlar el legado que deja el
predecesor. Y si éste ha tenido malos hábitos y actitudes hostiles dejando un
campo minado expresamente, ese control es crítico. Y finalmente, aunque tan
importante como lo anterior, la calidad del equipo directivo que confrontará
junto al líder el reto de sobrevivir los primeros 100 días.
El primer mes es clave ya que marca el tipo del liderazgo
que se impondrá. Es indispensable que el Presidente muestre una visión clara
del futuro, de lo que quiere en diferentes momentos. Es fundamental que
reinvente el estilo de liderazgo de su antecesor para no quedar pegado a ese
estilo o para marcar la diferencia. Además de la visión, el nuevo líder debe
tener capacidad de aprender rápido tanto de los temas que hacen a la
administración como del juego político que deberá llevar a cabo.
Ser realistas y comunicar los problemas es otra virtud en
los primeros 100 días. El realismo no es solo sinceramiento, también permite
entender las bases para poder trabajar. La comunicación transparente colabora
en acercar al líder a la gente, y a la gente a la realidad de la
administración.
No encerrarse, salir y tener contacto con la realidad es
también importante para que la imagen del líder no se deshumanice.
El trabajo presidencial requiere en los primeros 100 días
una gran cohesión de los que están involucrados en las decisiones críticas, por
lo que alinear al equipo, demostrar consistencia en las decisiones y generar
una imagen de un equipo productivo y de alto profesionalismo es prioritario.
Al final de los 100 días el líder debería contar con logros
que definan su carácter y estrategia. También tiene que poder evaluar sus
errores entendiendo qué estuvo mal o qué podría haber estado mejor. Finalmente,
encontrar tiempo para el análisis y la reflexión de lo que hace falta acomodar,
para que todo funcione mejor.
Andrés Hatum, es
PhD. Escuela de Negocios, Universidad Torcuato Di Tella
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