“Cuando repetimos un
error, deja de serlo y se convierte en una decisión”. Pablo Coelho
Travis Bradberry, autor de "Emotional intelligence
2.0", en la edición de forbes.com
del 8 de diciembre, plantea que todos cometemos errores, pero no todos somos
capaces de aprender de ellos. Muchas personas repiten los mismos fallos una y
otra vez, ven que las cosas no salen bien pero son incapaces de averiguar la
razón.
Cuando nos equivocamos puede resultar duro admitirlo, porque si lo hacemos parece
que estamos atacando a nuestra propia autoestima. Esta tendencia puede
convertirse en un grave problema porque nuevas investigaciones han demostrado
lo que el sentido común nos decía: el reconocimiento y aceptación de los
errores es la única forma de evitar su repetición.
Investigadores del Laboratorio de Psicofisiología Clínica de
la Universidad Estatal de Michigan han
encontrado que las personas podemos adoptar dos tipos de reacciones ante los
errores:
a).- Rígidas. Son
las que dicen, por ejemplo: “Es inútil, nunca voy a ser bueno en esto”. Las
consecuencias de esta actitud es que van a seguir repitiendo el error al hacer
todo lo posible para ignorarlo.
b).- Abiertas y de
crecimiento. Ante un error suelen decir: “¡Esto es un aviso¡ Tengo que
averiguar qué hice mal para no repetirlo”, con lo que consiguen evitarlos y
mejorar.
Las personas inteligentes no son inmunes a cometer fallos,
pero utilizan técnicas para aprender de sus errores para no volver a caer en ellos.
Los principales
errores que hay que evitar tenemos:
1.- Creer en alguien
o en algo que es demasiado bueno para ser verdad. Algunas personas son tan
carismáticas que puede resultar tentador creer en todo lo que dicen. El
resultado de seguirles ciegamente puede ser catastrófico. Las personas
inteligentes hacen preguntas bien fundamentadas antes de implicarse porque son
conscientes de que nadie, incluidas ellas, son tan buenas como parecen.
2.- Hacer lo mismo
una y otra vez y esperar resultados diferentes. Albert Einstein mantenía
que era de locos hacer lo mismo y esperar un resultado distinto. Pero existen
muchas personas que siguen pensando que pueden conseguir que dos más dos sean
cinco. Las personas inteligentes, en cambio, sólo experimentan esta frustración
en una ocasión y saben que si quieren obtener un resultado distinto deben
cambiar su enfoque, aunque les resulte doloroso o complicado.
3.- No retrasar las
gratificaciones. Vivimos en un mundo en el que todo es instantáneo. Las
personas inteligentes son conscientes de que
la gratificación no aparece rápidamente y que el trabajo duro viene
antes que las recompensas. Saben cómo utilizar este hecho para que les motive a
lo largo del proceso para alcanzar la meta.
4.- Trabajar sin un
presupuesto. Ajustarnos a un presupuesto, personal y profesionalmente, nos
fuerza a hacer elecciones bien pensadas sobre
lo que queremos y necesitamos. Los presupuestos establecen una
disciplina y ésta es la base del trabajo de calidad.
5.- Alejarnos de la
visión global. Si nos centramos en trabajar duramente exclusivamente en lo
que tenemos delante nuestro podemos
perder de vista la visión global. Las personas inteligentes analizan
diariamente sus prioridades para tomar las decisiones adecuadas.
6.- No hacer “los
deberes”. Todos hemos caído en ello en alguna ocasión y por ejemplo hemos
acudido a una reunión importante sin prepararla. Las personas inteligentes
saben que aunque podemos tener suerte alguna vez este enfoque puede evitar que
alcancen su máximo potencial. No se arriesgan y entienden que no existe nada
que sustituya a la diligencia y al trabajo duro y que si no hacen sus “deberes”
nunca aprenderán nada.
7.- Tratar de ser
alguien que no eres. Puede resultar tentador tratar de agradar a los demás
siendo lo que ellos quieren que seas, pero a nadie le gustan las imitaciones y
tratar de ser quienes no somos nunca puede acabar bien. Las personas
inteligentes son conscientes de la importancia de la autenticidad para alcanzar
el éxito y la felicidad.
8.- Procurar agradar
a todos. Las personas inteligentes saben que es imposible contentar a todo
el mundo y que lo único que se consigue es no agradar a nadie, por lo que toman
las decisiones que consideran correctas,
no las que los demás quieren.
9.- Actuar como
víctimas. Hay personas que intentan obtener ventajas haciéndose las
víctimas. Las personas inteligentes se dan cuenta de que esto es una forma de
manipulación y que los posibles beneficios se interrumpirán en el momento que
los demás se den cuenta de ello.
10.- Tratar de
cambiar a los demás. La única forma en que éstos van a cambiar es si tienen
el deseo de hacerlo. Pero resulta tentador intentar cambiar a alguien que no
quiere hacerlo, como si nuestras intenciones de que mejoren van a lograrlo,
como lo han hecho en nuestro caso. Algunas personas hasta llegan a seleccionar
a personas con problemas por el reto que suponen. Las personas inteligentes no
cometen ese error más que una vez y procuran rodearse de personas positivas y
genuinas y tratan de evitar a las
problemáticas que pueden desanimarles.
Como conclusión Bradberry plantea que las personas
emocionalmente inteligentes tienen éxito
porque nunca dejan de aprender, tanto de sus aciertos como de sus fracasos y
siempre procuran cambiar para ser mejores.
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