1- Objetivo. Las empresas se crean con el
objetivo de ganar dinero. Detrás de eso se engloban muchas más causas, como,
por ejemplo cual es el sector de interés, si hay aspectos valorativos
personales, la finalidad por la cual se lleva adelante un proyecto y, también,
a que público está dirigido el bien o servicio. Hay algo cierto y es que, si el
proyecto no es rentable, no habrá forma de que subsista en el tiempo. De la misma
forma, los accionistas de una empresa se involucrarán e invertirán en ella solo
si se espera que sus rendimientos sean superiores a los costos.
2- Valor presente neto. El llamado VPN de una
inversión es lo que les permitirá a los accionistas decidir si es momento de
invertir o no en un determinado proyecto. Básicamente, se trata de la
diferencia entre el valor de un proyecto y sus costos a lo largo del tiempo y,
por supuesto, aspirarán a que este resultado sea positivo. La teoría del valor
presente neto asume dos criterios esenciales. El primero es que "un peso
de hoy vale más que uno de mañana", dado que no invertir el dinero durante
cierto período será una pérdida de oportunidad. En segundo lugar, el valor
presente solo depende de los flujos de efectivo que se esperen de ese proyecto
en particular, sin importar la valoración personal, ni la rentabilidad de otros
proyectos en su conjunto. Muchas veces, en vez de utilizar el cálculo del valor
presente, las empresas, para la toma de decisiones, comparan la tasa de
rendimiento esperada de una inversión con el rendimiento que los accionistas
obtendrían en el mercado de capitales por inversiones con un riesgo
equivalente.
3- Resultados. El funcionamiento de una empresa
comienza con cierto capital invertido por parte de sus accionistas, o por la
adquisición de un préstamo con una promesa de devolución a lo largo del tiempo,
contabilizado como un pasivo. De esta manera pueden adquirirse los primeros
insumos para producir los bienes o servicios que serán ofrecidos al mercado, y
a partir de entonces, las ventas irán conformando el flujo de efectivo desde
entonces. Por el lado de los gastos, las empresas deberán pagarles a sus
proveedores, al fisco a través de impuestos (a nivel nacional, provincial y
municipal) y a sus empleados tanto a nivel estrictamente salarial como por las
cargas sociales. Por último, deberán devolver a sus prestamistas iniciales y a
los que pueden haberse incorporado luego, el capital y los intereses
correspondientes. El resultado final será con lo que efectivamente se queden
los accionistas. El hecho que una firma genere ingresos por ventas no
necesariamente indica que esas ventas hayan sido cobradas, ya que puede
venderse a plazo, lo que genera diferencias entre lo contabilizado y lo efectivamente
cobrado.
4- Cadena de pagos. Si bien lo mejor sería que
todos los flujos de dinero que se generan calcen contra las operaciones de
gasto, no todas las empresas cobran de la misma forma por sus servicios, ni
pagan de la misma manera a sus proveedores. Es por ello que la cadena de pagos
resulta muy dispar, según el tipo de empresa. Suele ocurrir que las empresas de
mayor tamaño les pagan con retraso a sus proveedores y cuentan con ese dinero
en el mientras tanto (el valor del dinero en el tiempo es fundamental). A su
vez, las pequeñas empresas no quieren liberarse de las empresas de mayor tamaño
que, ante una crisis, son las de mayor resistencia a la hora de continuar con
los servicios.
5- En crisis. En medio de una crisis, las
decisiones de la compañía serán la de elegir o no seguir invirtiendo, aportando
más capital de accionistas o buscándolo afuera. Por el lado de los gastos, las
opciones se reducen a la reducción de su estructura, un viraje del negocio o el
cese de pagos a prestamistas, al fisco o a proveedores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario