2 Estructura. El 64% de la población
argentina (28 millones de personas) se encuentra en la franja etaria de
"población en edad de trabajar" (15-64 años). De esas personas el 61%
está ocupada; 9%, desocupada (busca empleo y no lo encuentra) y el tercio
restante está en la inactividad (no trabaja ni busca trabajo). Si bien la
Argentina ha logrado disminuir fuertemente el porcentaje de informalidad desde
comienzos de este siglo hasta aquí, se distinguen tres etapas muy claras. Desde
2003 hasta 2008, la caída de la informalidad fue marcada, de cerca de 12
puntos; a partir de entonces y hasta 2015 el índice se mantuvo estable y desde
2016 hasta la fecha ha presentado un leve aumento. En el presente, los
asalariados que no están registrados en el sistema representan el 34% del total
de los trabajadores en relación de dependencia y el 25% del total de ocupados.
Otro cuarto es explicado por los trabajadores independientes, mayoritariamente
cuenta propia no profesionales.
3 E (in) volución. Entre los trabajadores
registrados en el sistema (cerca de 12 millones de personas), 50% corresponde a
asalariados del sector privado; 26,5%, a empleados del sector público; 4,2%, a
asalariados de casas particulares y el restante 20%, a autónomos y
monotributistas. Sin embargo, su comportamiento no fue homogéneo a lo largo del
tiempo. Los registros desde el año 2012 dan cuenta de que el sector privado ha
perdido empleos en términos netos hacia el cierre del año pasado. La caída fue
de 1,3% y, si la medición se realiza per cápita, la baja es aún más pronunciada.
La misma suerte corrieron los trabajadores autónomos, que muestran una caída
más pronunciada (-2,4%). En cambio, el número de puestos en el sector público
avanzó 26% en el mismo período en todo el país, mientras que el de
monotributistas lo hizo en torno al 24%. Esta situación refleja que el mercado
laboral argentino continúa exhibiendo un elevado grado de precariedad y de
imposibilidad de generar empleo privado de calidad desde el año 2011, algo
congruente con la época en la cual el país dejó de crecer.
4 Sofisticación. Según la Organización
Internacional del Trabajo, los mercados laborales en América Latina podrían
verse especialmente afectados por la adopción de las tecnologías, debido a la
composición de las fuerzas de trabajo en la región. Solo cerca del 20% de los
trabajadores latinoamericanos tiene empleos que exigen habilidades de alto
nivel, en comparación con más del 40% en la Unión Europea y en los Estados
Unidos.
5 Plataformas digitales. El aislamiento
social obligatorio empujó a que muchas empresas derivaran las tareas cotidianas
al hogar de sus empleados. Algo que caracteriza a los empleos de plataformas
digitales es que quienes se dedican a esas tareas tienen un buen nivel
educativo: menos del 18% tenía secundario completo o incompleto en 2017. Cerca
de un cuarto de los trabajadores tenía un certificado técnico o había recibido
algún nivel de educación universitaria y el 37% tenía un título universitario,
mientras que el 20% tenía un título de posgrado universitario o de nivel superior.
A su vez, la media de edad de los trabajadores de las plataformas era cercana a
28 años en los países en desarrollo y a los 35 años en los países
desarrollados. Si en esta crisis encontramos una oportunidad, será la de poner
el foco en mejorar los procesos de introducción de tecnologías y adaptabilidad
de procesos en plataformas digitales laborales, para que el próximo cisne nos
encuentre preparados.
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