Si el "hablador cercano" de Seinfeld se
reintegrara al mercado laboral tras la cuarentena, seguramente tendría
problemas con sus empleadores. Más allá de la humorada, hay características
"poco convencionales" que antes las organizaciones no tenían en
cuenta para evaluar perfiles laborales y que con el Covid-19 pasan a ser
relevantes.
Por estos días se publicaron decenas de informes de
consultoras y expertos en Recursos Humanos que exploran las "nuevas
habilidades" a valorizarse después de la pandemia. La mayor parte de estas
variables parecen obvias: capacidad de adaptarse y de ser flexibles, llevarse
bien con la tecnología, creatividad e innovación (para reinventar negocios),
pensamiento crítico (para no correr detrás de rumores o noticias falsas),
conocimientos de programación, liderazgo (para mantener comprometidos equipos
en forma remota), inteligencia emocional (para lidiar con los desafíos de salud
mental de esta turbulencia) y predisposición al aprendizaje permanente.
Pero otros atributos aparecen como efectos de segundo orden,
o carambolas a varias bandas. En esta redefinición de nuestra identidad laboral
ya no pesarán (como hasta ahora) la experiencia, los títulos educativos, la
edad o el género, sino que surgirá un nuevo portafolio o matriz de atributos
que antes no importaban. El principal probablemente sea un certificado de
"libre de virus", por testeo o anticuerpos (con más valor en el
segundo caso).
Aquí ya surgieron preocupaciones por la posibilidad de que
algoritmos discriminen contra grupos vulnerables aún más de lo que ya lo venían
haciendo por género o por rangos etarios. Por ejemplo, en un perfil elaborado
por computadoras puede crecer el riesgo si una persona vive en un barrio muy
pobre (más propenso al contagio), o en una familia muy numerosa, o con adultos
o personas con discapacidad a cargo. Este cálculo ampliaría la brecha en contra
de los trabajadores con menores recursos.
La necesidad de las empresas y del Estado de incorporar
turnos más espaciados y estrictos para descomprimir la densidad de personas en
el transporte público (esta semana aparecieron estudios muy robustos sobre cómo
el subte en ciudades como Nueva York jugó un rol central en la explosión de
contagios) y en las oficinas, traerá otro requisito relevante para la nueva
identidad laboral: saber quiénes son "búhos" o "alondras".
Esto es, resultan más productivos a la noche o a la mañana. "Busco
empleado libre de Covid, búho", podrá especificar un pedido laboral en un
futuro no tan lejano.
"El cronotipo (matutinidad o vespertinidad) es la
interacción de dos componentes: lo que traemos de fábrica, en nuestro ADN, y lo
que nos impone la sociedad. Cuando eso tiene una diferencia importante hablamos
de un jet lag social", explica Diego Golombek, biólogo y
especialista en cronobiología. La forma más usual de medirlo es con encuestas,
que dan aproximaciones válidas cuando se poseen muchos casos. Esto se
complementa con mediciones más precisas de actimetría (con relojes
inteligentes, por ejemplo) o, aún más específicamente, con la medición de
variables fisiológicas (a qué hora ocurre el pico de melatonina, de cortisol, o
incluso la temperatura corporal, que correlaciona muy fuerte con el cronotipo).
"Con respecto a los turnos laborales, esto es
fundamental. Si uno pudiera elegir sus horarios de trabajo de acuerdo con el reloj
biológico interno, claramente a las empresas les convendría y a la gente,
también", agrega Golombek. Hay pruebas científicas que lo demuestran.
"Si vamos a un retorno laboral escalonado en horarios, habría que tener en
cuenta las preferencias sociales y también el factor cronobiológico",
sostiene el director de la colección Ciencia que Ladra, de Siglo XXl.
Fenómenos naturales
A nivel de alta gerencia, el especialista en recursos
humanos y colaborador de LA NACION Andrés Hatum opina que
"muchos de los líderes de hoy no van a poder confrontar lo que viene
porque no están preparados. Un clásico artículo de McKinsey decía que hay
cuatro niveles de incertidumbre. El nivel tres, que es muy alto, no permite
distinguir escenarios, pero uno todavía podía anticipar algunas alternativas de
futuro. En el nivel cuatro esto es imposible, y durante varios meses vamos a
estar ahí. El directivo argentino está acostumbrado a manejar las crisis de
corto plazo con alternativas de mediano. Pero esto es diferente, esto es megacrisis
de corto con absoluta incertidumbre de largo plazo. Es como si en vez de un
cisne negro, apareciera una bandada de cisnes negros con una crisis tamaño
mamut. El zoológico todo junto", grafica Hatum.
En términos de aptitudes para el mercado laboral, un nivel
de incertidumbre tan extremo implica repartir los riesgos entre distintas
"identidades". Ya no se trata solamente de reconvertirse de un camino
a otro, sino que ahora se trata de pasar a un portafolio de habilidades, de
reinvención con multiplicidad, o iterativa, con varias apuestas a ver cuál
funciona mejor. Es algo que tradicionalmente se consideró contraproducente, el
no apostar todo a una "pasión" o a un camino único.
Además de los búhos, las alondras y los "cisnes
mamuts" a los cuales se hacía referencia en párrafos anteriores, hay otras
buenas metáforas del reino animal para describir este escenario.
Uno es un fenómeno nunca visto hasta ahora, que se descubrió
días atrás en Australia: investigadores de la Universidad de Sidney observaron por
primera vez un tipo de lagartija que pudo poner huevos y dar a luz a bebés al
mismo tiempo. Esto jamás se había visto en un reptil. La saiphos
equalis (así se llama) hasta ahora ponía huevos y tenía hijos vivos
pero en distintos climas y lugares. Ahora lo hizo al mismo tiempo, como si la
incertidumbre extrema la hubiera forzado a desarrollar las dos habilidades en
simultáneo.
La otra metáfora interesante entre la biología y el mercado
laboral que se viene la acerca Fernando Zerboni, profesor de la Universidad de
San Andrés, en una charla en el Instituto Baikal. Él hace alusión al fenómeno
de "exaptación", que se define como una estructura de un organismo
que evoluciona originalmente como un rasgo que provee adaptación a determinadas
condiciones y que una vez que está consolidado pasa a ser utilizado y
perfeccionado en pos de una nueva finalidad, que no tiene nada que ver con su
propósito original. Y esto ocurre cuando hay un cambio drástico de contexto.
El ejemplo más conocido de "exaptación" es el de
las protoplumas de los dinosaurios terópodos, que originalmente se usaban como
atractivo sexual y para mantener la temperatura del organismo. Su uso como
estructura voladora apareció más tarde y les dio una posibilidad de
supervivencia a los dinosaurios que hoy tenemos entre nosotros (las aves).
La biología parece ser por estos días el mejor prisma para
describir una jungla económica caótica, en la cual mandan los sistemas
complejos.
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