La necesidad de aislamiento social para prevenir el contagio
del coronavirus provocó que muchas empresas recurrieran en forma acelerada al
trabajo a distancia; cómo está el país en cuanto a la conectividad y qué
cuestiones culturales y organizacionales definen las posibilidades de esta
modalidad
La pandemia de coronavirus aceleró
la tendencia global a trabajar de manera remota. En los países más avanzados en
este aspecto, la modalidad alcanza, según se estima, a alrededor de 28% de las
personas ocupadas. En la Argentina y según datos de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) publicados en 2017, ese índice llegaba entonces
a 1,6%. Cálculos privados, sin embargo, indican que ahora un millón de personas
hacen home office, aunque la mayoría lo combina
con el sistema de trabajo presencial.
Del informe elaborado por la firma Citrix, titulado El
trabajador digital en 2019 , se desprende que en la Argentina más de
la mitad de los encuestados (54,5%) prefiere una tarea flexible y 65,3%
considera muy importante esta modalidad, que es permitida, según el
relevamiento, por cuatro de cada diez empresas. Según el relevamiento, que se
hizo entre empleados públicos y privados, el 82% de los argentinos que
teletrabajan afirman que sus empleadores les permiten el uso de dispositivos
personales para acceder a información y a aplicaciones de la empresa. El smartphone (83%
de los casos) y la computadora portátil (68%) son las herramientas más usadas.
Más allá de esos números, ¿cómo estamos, a nivel país, en
cuanto a las condiciones tecnológicas y de conectividad, para que crezca esta
manera de trabajar, algo que está ocurriendo de manera acelerada y por la
fuerza de las circunstancias? Los expertos coinciden en que la infraestructura
argentina está en condiciones de soportar más tráfico que el actual, aunque
advierten que si el crecimiento es "explosivo" los operadores deberán
regular el consumo.
La compañía Telecom reportó que en los primeros dos días en
que se pidió restringir el movimiento de personas (antes del aislamiento
obligatorio vigente), el uso de aplicaciones de videoconferencias aumentó un
110% y el tráfico de las redes privadas virtuales, un 31%. El uso de WhatsApp
se incrementó un 64%; el consumo de juegos, 144%, y la utilización de streaming ,
20%.
Según datos del segundo semestre de 2019 de la Cámara
Argentina de Internet (Cabase), 70% de los hogares del país tienen acceso fijo
a internet de banda ancha como parte de un paquete asociado a otro servicio del
proveedor. El porcentaje de hogares con conexión varía: hay provincias donde es
inferior al 50%, y las más relegadas en el ranking son Catamarca (30,9%) y
Formosa (30,10%). Ariel Graizer, presidente de la cámara, dice que faltan
"mayores inversiones en infraestructura" para homogeneizar calidad y
precios. En el interior del país la tarea es llevada adelante por pymes y cooperativas.
La velocidad de conexión evolucionó fuertemente en los
últimos años. A mediados de 2015 el mercado estaba dominado por velocidades de
1 a 6 megabits por segundo (Mbps). Hacia septiembre de 2019 las conexiones
superiores 6 Mbps llegaron al 60,4% del total. Para Graizer hace falta
"mucha más participación" de las conexiones que vayan a velocidades
de 30 a 50 Mbps y más.
Y para eso es clave el desarrollo de la infraestructura de
redes de fibra óptica que lleguen a los hogares.
El consultor Enrique Carrier hace una analogía entre las
redes y el sistema de salud: "Ambos atraviesan una situación excepcional y
nada está preparado para eso. En el caso de las conexiones, el mayor riesgo no
viene por el lado del teletrabajo, sino por los videos y los
juegos, que alcanzan demandas atípicas. El actual no era un panorama
previsto".
Carrier advierte que es necesaria una campaña de
concientización, de tal manera de que haya un uso que permita un buen
funcionamiento de la red para los servicios esenciales y para que la economía
se frene lo menos posible. Señala que hay que dejar para los horarios
marginales los usos vinculados con el ocio. "Las compañías no pueden
aumentar su capacidad a la misma velocidad que la demanda; si no hay una
autoregulación tendrán que ser los operadores los que asignen menos capacidad
para algunas aplicaciones".
Graizer compara el nivel de demanda que hubo en los últimos
días al que se registra un fin de semana de vacaciones de lluvia. Y coincide
con Carrier en que "si todo es para uso de videoconferencia, vamos a tener
problemas".
La barrera cultural
En las consultoras de recursos humanos advierten que existe
una brecha entre las empresas más grandes y las pymes, respecto de la
instrumentación del teletrabajo. Y señalan que, si bien la coyuntura obligará a
muchas firmas a procurar soluciones de emergencia, se requiere toda una
planificación y un procedimiento para no afectar la productividad y para lograr
los mejores resultados posibles. Un dato a observar es que hay sectores en los
que el porcentaje de empleados remotos es más fácil de escalar que en otros.
"Pensar en una estrategia de teletrabajo no requiere
solamente abocarse a ver qué tecnología se necesita, sino que se trata también
de una transformación cultural que impacta a nivel social", dice Juan
Pablo Jiménez, vicepresidente de Citrix para Latinoamérica y el Caribe.
Carla Cantisani, directora de Servicios del Grupo Adecco
Argentina, describe que hay compañías con una visión "más sesgada",
que bien podrían adoptar la modalidad y no lo hacen, pero no por un problema de
conectividad. En cambio, otras están más adelantadas y cuentan con áreas y
recursos para invertir en herramientas y en el diseño de manuales de
procedimiento.
Desde la firma de recursos humanos Randstad, su director
general de Staffing, Maximiliano Schellas, señala que son las áreas "de
soporte" (administrativas, comerciales, por ejemplo) las que están más
preparadas para migrar. Comenta que hay empresas que vienen preparándose, con
la instrumentación, por ejemplo, de un "día flexible", con entrega de
notebooks a los empleados y con la alocación de sus sistemas en la nube.
"Tiene que estar claro que no todos van a poder hacer
tareas remotas. Y, además, hay que saber que avanzar hacia ese esquema incluye
entregarles las herramientas a la gente y no dar por supuesto que todos tienen
notebook y que en sus casas pueden trabajar -añade-. Cambia el modelo de
gestión, porque los líderes deben hacer una coordinación remota; es fundamental
la confianza y no dejar solas a las personas".
Gustavo Aguilera, director de Talent Solutions y Capital Humano
de ManpowerGroup Argentina, comparte ese análisis y señala que, por cuestiones
de ciberseguridad, las empresas restringieron el ingreso desde las computadoras
personales a sus sistemas, por lo que en muchas solo se puede entrar desde los
dispositivos segurizados por sus departamentos de IT. El directivo sugiere
contemplar que la mayoría de las personas contratan conexiones de internet
domiciliarias básicas que, en principio, no están diseñadas para que el 100% de
los abonados las esté utilizando 8 o 9 horas seguidas por día. Y a eso hay que
sumar el ancho de banda que usen los hijos, por ejemplo, para navegar en los
campus de los colegios, o para ver películas, o para entretenerse. Esta puede
ser otra limitación común.
Aunque hay cambios en la cultura empresaria, los consultores
reconocen que en la Argentina está arraigado el modelo del presentismo más que
el que prioriza el alcance de resultados. "La tecnología por sí sola no
nos prepara para operar de manera efectiva en entornos digitales y en constante
cambio -describe Aguilera-. Deben desarrollarse habilidades específicas, que se
integran con las prácticas laborales diarias, y una cultura corporativa digital
en todos los niveles que esté basada en el cultivo de la confianza entre
empleador y empleado".
A pasos acelerados
En la última semana, según datos extraoficiales, la venta de
notebooks creció por encima del 50%, de la mano de la mayor necesidad, por
parte de las empresas, de externalizar tareas. Gabriel Sakata, Country Manager
de Argentina, Uruguay y Paraguay de Cisco, explica que muchas firmas tenían una
solución para el teletrabajo, pero sin alcance para la totalidad del personal.
En general, la restricción al trabajo remoto radica en la
infraestructura de los sistemas de la compañía. Si esos sistemas están alojados
en la nube, los colaboradores podrán realizar su trabajo desde cualquier lugar.
Es posible instrumentar nubes públicas y/o privadas, con diferentes aspectos de
seguridad para ingresar. Muchas empresas tienen una Red Privada
Virtual (VPN ), para que algunos o todos sus empleados
entren a sus sistemas. Así, se crea un "túnel seguro" por el que la
información viaja encriptada.
Cisco -que tiene solo un tercio del personal trabajando en
oficinas- decidió en esta coyuntura ofrecer las licencias a sus clientes por 90
días sin costo. Sakata insiste en que para las firmas chicas, de unas 20
personas, un sistema seguro puede iniciarse con un equipo genérico que cuesta
entre US$1000 y US$1500. Destaca que "la inclusión digital también trae la
inclusión social y eso hay que considerarlo para cuando pasemos esta
coyuntura", agrega.
Desde ManpowerGroup señalan que en las empresas y
profesiones asociadas a la economía del conocimiento -basadas en el capital
intelectual y con productos transmisibles en modo digital- es posible
virtualizar el 100% de la operación. Lo mismo corre para aquellas cuya materia
prima es la información y cuyo producto es intangible, salvo en los casos que
haya un marco regulatorio que traiga limitaciones.
"Para algunas industrias aún hay restricciones que
exigen el ingreso a los sistemas desde un solo lugar físico -agrega-. Sin
embargo, la regulación se modernizó y hay cada vez más posiciones a las que se
les facilita el trabajo remoto, autorizando el acceso a servicios en la nube
con medidas de seguridad muy estrictas".
¿Y qué pasa, ante la modalidad del teletrabajo, con él
tantas veces buscado equilibrio entre el aspecto laboral y otros aspectos de la
vida? La OIT -que cuenta con un manual de buenas prácticas para el teletrabajo-
considera que, si bien el uso de las tecnologías contribuye a "conciliar
la vida personal y profesional", al mismo tiempo también colabora "a
confundir los límites entre ambos ámbitos. Hay una serie de efectos del uso de
las tecnologías en la salud y en el bienestar de quienes trabajan, que deben
ser analizados en profundidad. Por ejemplo, los relacionados con el estrés, la
intensidad del trabajo y el aislamiento".
Una práctica con
potencial limitado
Sectores de la
actividad: No cualquier tarea puede hacerse a distancia. Según datos del
Ministerio de Trabajo a diciembre de 2019, de 6 millones de asalariados en blanco
del sector privado, 830.600 están en los sectores de servicios con más
posibilidades de realizar home office.
Altos índices de
informalidad: Un mercado laboral altamente segmentado y con elevadas tasas
de trabajadores no registrados es otro dato condicionante para el desarrollo de
esta modalidad; entre los más afectados por el efecto económico del el
coronavirus están los cuentapropistas informales.
Necesidades de
capacitación: El conocimiento sobre el uso de los recursos tecnológicos
para trabajar a distancia es uno de los desafíos que afrontan muchas empresas;
en algunos casos la necesidad de usar esta modalidad llegó cuando algunos
empleados, pero no todos, tenían la formación necesaria.
Acceso a la red y a
las tecnologías: Un aspecto básico, para que el trabajo en casa pueda ser
una práctica extendida, es la disponibilidad de conexiones a internet y de
tecnologías de comunicación de calidad; la Argentina tiene, en ese sentido (y
en otros), una amplia desigualdad según la región que se mire.
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