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jueves, marzo 26, 2020

¿Está la economía argentina preparada para el teletrabajo?

Cecilia Cuff trabaja para Microsoft mientras su marido, Octavio Divito, cumple con sus tareas laborales; sus hijas, de 4 y 8, también están en casa Fuente: Archivo - Crédito: Mauro Alfieri

La necesidad de aislamiento social para prevenir el contagio del coronavirus provocó que muchas empresas recurrieran en forma acelerada al trabajo a distancia; cómo está el país en cuanto a la conectividad y qué cuestiones culturales y organizacionales definen las posibilidades de esta modalidad

La pandemia de coronavirus aceleró la tendencia global a trabajar de manera remota. En los países más avanzados en este aspecto, la modalidad alcanza, según se estima, a alrededor de 28% de las personas ocupadas. En la Argentina y según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) publicados en 2017, ese índice llegaba entonces a 1,6%. Cálculos privados, sin embargo, indican que ahora un millón de personas hacen home office, aunque la mayoría lo combina con el sistema de trabajo presencial.

Del informe elaborado por la firma Citrix, titulado El trabajador digital en 2019 , se desprende que en la Argentina más de la mitad de los encuestados (54,5%) prefiere una tarea flexible y 65,3% considera muy importante esta modalidad, que es permitida, según el relevamiento, por cuatro de cada diez empresas. Según el relevamiento, que se hizo entre empleados públicos y privados, el 82% de los argentinos que teletrabajan afirman que sus empleadores les permiten el uso de dispositivos personales para acceder a información y a aplicaciones de la empresa. El smartphone (83% de los casos) y la computadora portátil (68%) son las herramientas más usadas.

Más allá de esos números, ¿cómo estamos, a nivel país, en cuanto a las condiciones tecnológicas y de conectividad, para que crezca esta manera de trabajar, algo que está ocurriendo de manera acelerada y por la fuerza de las circunstancias? Los expertos coinciden en que la infraestructura argentina está en condiciones de soportar más tráfico que el actual, aunque advierten que si el crecimiento es "explosivo" los operadores deberán regular el consumo.

La compañía Telecom reportó que en los primeros dos días en que se pidió restringir el movimiento de personas (antes del aislamiento obligatorio vigente), el uso de aplicaciones de videoconferencias aumentó un 110% y el tráfico de las redes privadas virtuales, un 31%. El uso de WhatsApp se incrementó un 64%; el consumo de juegos, 144%, y la utilización de streaming , 20%.

Según datos del segundo semestre de 2019 de la Cámara Argentina de Internet (Cabase), 70% de los hogares del país tienen acceso fijo a internet de banda ancha como parte de un paquete asociado a otro servicio del proveedor. El porcentaje de hogares con conexión varía: hay provincias donde es inferior al 50%, y las más relegadas en el ranking son Catamarca (30,9%) y Formosa (30,10%). Ariel Graizer, presidente de la cámara, dice que faltan "mayores inversiones en infraestructura" para homogeneizar calidad y precios. En el interior del país la tarea es llevada adelante por pymes y cooperativas.

La velocidad de conexión evolucionó fuertemente en los últimos años. A mediados de 2015 el mercado estaba dominado por velocidades de 1 a 6 megabits por segundo (Mbps). Hacia septiembre de 2019 las conexiones superiores 6 Mbps llegaron al 60,4% del total. Para Graizer hace falta "mucha más participación" de las conexiones que vayan a velocidades de 30 a 50 Mbps y más.

Y para eso es clave el desarrollo de la infraestructura de redes de fibra óptica que lleguen a los hogares.

El consultor Enrique Carrier hace una analogía entre las redes y el sistema de salud: "Ambos atraviesan una situación excepcional y nada está preparado para eso. En el caso de las conexiones, el mayor riesgo no viene por el lado del teletrabajo, sino por los videos y los juegos, que alcanzan demandas atípicas. El actual no era un panorama previsto".

Carrier advierte que es necesaria una campaña de concientización, de tal manera de que haya un uso que permita un buen funcionamiento de la red para los servicios esenciales y para que la economía se frene lo menos posible. Señala que hay que dejar para los horarios marginales los usos vinculados con el ocio. "Las compañías no pueden aumentar su capacidad a la misma velocidad que la demanda; si no hay una autoregulación tendrán que ser los operadores los que asignen menos capacidad para algunas aplicaciones".

Graizer compara el nivel de demanda que hubo en los últimos días al que se registra un fin de semana de vacaciones de lluvia. Y coincide con Carrier en que "si todo es para uso de videoconferencia, vamos a tener problemas".

La barrera cultural

En las consultoras de recursos humanos advierten que existe una brecha entre las empresas más grandes y las pymes, respecto de la instrumentación del teletrabajo. Y señalan que, si bien la coyuntura obligará a muchas firmas a procurar soluciones de emergencia, se requiere toda una planificación y un procedimiento para no afectar la productividad y para lograr los mejores resultados posibles. Un dato a observar es que hay sectores en los que el porcentaje de empleados remotos es más fácil de escalar que en otros.

"Pensar en una estrategia de teletrabajo no requiere solamente abocarse a ver qué tecnología se necesita, sino que se trata también de una transformación cultural que impacta a nivel social", dice Juan Pablo Jiménez, vicepresidente de Citrix para Latinoamérica y el Caribe.

Carla Cantisani, directora de Servicios del Grupo Adecco Argentina, describe que hay compañías con una visión "más sesgada", que bien podrían adoptar la modalidad y no lo hacen, pero no por un problema de conectividad. En cambio, otras están más adelantadas y cuentan con áreas y recursos para invertir en herramientas y en el diseño de manuales de procedimiento.

Desde la firma de recursos humanos Randstad, su director general de Staffing, Maximiliano Schellas, señala que son las áreas "de soporte" (administrativas, comerciales, por ejemplo) las que están más preparadas para migrar. Comenta que hay empresas que vienen preparándose, con la instrumentación, por ejemplo, de un "día flexible", con entrega de notebooks a los empleados y con la alocación de sus sistemas en la nube.

"Tiene que estar claro que no todos van a poder hacer tareas remotas. Y, además, hay que saber que avanzar hacia ese esquema incluye entregarles las herramientas a la gente y no dar por supuesto que todos tienen notebook y que en sus casas pueden trabajar -añade-. Cambia el modelo de gestión, porque los líderes deben hacer una coordinación remota; es fundamental la confianza y no dejar solas a las personas".

Gustavo Aguilera, director de Talent Solutions y Capital Humano de ManpowerGroup Argentina, comparte ese análisis y señala que, por cuestiones de ciberseguridad, las empresas restringieron el ingreso desde las computadoras personales a sus sistemas, por lo que en muchas solo se puede entrar desde los dispositivos segurizados por sus departamentos de IT. El directivo sugiere contemplar que la mayoría de las personas contratan conexiones de internet domiciliarias básicas que, en principio, no están diseñadas para que el 100% de los abonados las esté utilizando 8 o 9 horas seguidas por día. Y a eso hay que sumar el ancho de banda que usen los hijos, por ejemplo, para navegar en los campus de los colegios, o para ver películas, o para entretenerse. Esta puede ser otra limitación común.

Aunque hay cambios en la cultura empresaria, los consultores reconocen que en la Argentina está arraigado el modelo del presentismo más que el que prioriza el alcance de resultados. "La tecnología por sí sola no nos prepara para operar de manera efectiva en entornos digitales y en constante cambio -describe Aguilera-. Deben desarrollarse habilidades específicas, que se integran con las prácticas laborales diarias, y una cultura corporativa digital en todos los niveles que esté basada en el cultivo de la confianza entre empleador y empleado".

A pasos acelerados

En la última semana, según datos extraoficiales, la venta de notebooks creció por encima del 50%, de la mano de la mayor necesidad, por parte de las empresas, de externalizar tareas. Gabriel Sakata, Country Manager de Argentina, Uruguay y Paraguay de Cisco, explica que muchas firmas tenían una solución para el teletrabajo, pero sin alcance para la totalidad del personal.

En general, la restricción al trabajo remoto radica en la infraestructura de los sistemas de la compañía. Si esos sistemas están alojados en la nube, los colaboradores podrán realizar su trabajo desde cualquier lugar. Es posible instrumentar nubes públicas y/o privadas, con diferentes aspectos de seguridad para ingresar. Muchas empresas tienen una Red Privada Virtual (VPN ), para que algunos o todos sus empleados entren a sus sistemas. Así, se crea un "túnel seguro" por el que la información viaja encriptada.

Cisco -que tiene solo un tercio del personal trabajando en oficinas- decidió en esta coyuntura ofrecer las licencias a sus clientes por 90 días sin costo. Sakata insiste en que para las firmas chicas, de unas 20 personas, un sistema seguro puede iniciarse con un equipo genérico que cuesta entre US$1000 y US$1500. Destaca que "la inclusión digital también trae la inclusión social y eso hay que considerarlo para cuando pasemos esta coyuntura", agrega.

Desde ManpowerGroup señalan que en las empresas y profesiones asociadas a la economía del conocimiento -basadas en el capital intelectual y con productos transmisibles en modo digital- es posible virtualizar el 100% de la operación. Lo mismo corre para aquellas cuya materia prima es la información y cuyo producto es intangible, salvo en los casos que haya un marco regulatorio que traiga limitaciones.

"Para algunas industrias aún hay restricciones que exigen el ingreso a los sistemas desde un solo lugar físico -agrega-. Sin embargo, la regulación se modernizó y hay cada vez más posiciones a las que se les facilita el trabajo remoto, autorizando el acceso a servicios en la nube con medidas de seguridad muy estrictas".

¿Y qué pasa, ante la modalidad del teletrabajo, con él tantas veces buscado equilibrio entre el aspecto laboral y otros aspectos de la vida? La OIT -que cuenta con un manual de buenas prácticas para el teletrabajo- considera que, si bien el uso de las tecnologías contribuye a "conciliar la vida personal y profesional", al mismo tiempo también colabora "a confundir los límites entre ambos ámbitos. Hay una serie de efectos del uso de las tecnologías en la salud y en el bienestar de quienes trabajan, que deben ser analizados en profundidad. Por ejemplo, los relacionados con el estrés, la intensidad del trabajo y el aislamiento".

Una práctica con potencial limitado

Sectores de la actividad: No cualquier tarea puede hacerse a distancia. Según datos del Ministerio de Trabajo a diciembre de 2019, de 6 millones de asalariados en blanco del sector privado, 830.600 están en los sectores de servicios con más posibilidades de realizar home office.

Altos índices de informalidad: Un mercado laboral altamente segmentado y con elevadas tasas de trabajadores no registrados es otro dato condicionante para el desarrollo de esta modalidad; entre los más afectados por el efecto económico del el coronavirus están los cuentapropistas informales.

Necesidades de capacitación: El conocimiento sobre el uso de los recursos tecnológicos para trabajar a distancia es uno de los desafíos que afrontan muchas empresas; en algunos casos la necesidad de usar esta modalidad llegó cuando algunos empleados, pero no todos, tenían la formación necesaria.

Acceso a la red y a las tecnologías: Un aspecto básico, para que el trabajo en casa pueda ser una práctica extendida, es la disponibilidad de conexiones a internet y de tecnologías de comunicación de calidad; la Argentina tiene, en ese sentido (y en otros), una amplia desigualdad según la región que se mire.


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