David Sekiguchi vive en Estados Unidos desde 1990. Ese año
viajó para estudiar el doctorado en Economía en la Universidad de Chicago. Y
desde entonces trabaja en el sector financiero. Primero hizo carrera en los
bancos JP Morgan, donde fue Jefe de Estrategia para América Latina, y en el
Deutsche Bank, donde se desempeñó como Managing Director y Jefe Global de
Estrategia de Mercados Emergentes. En 2005 formó QFR Capital Management, un
fondo donde maneja inversiones en mercados emergentes.
-¿Cómo ve al sistema financiaron global en este contexto
de temor por la expansión del coronavirus?
-La economía mundial está ya hace mucho tiempo en un
crecimiento entre débil y mediocre. El año pasado fue de mucha preocupación, en
particular por la desaceleración en Asia y por la tasa de crecimiento más baja
en China. Es imposible sostener una tasa de crecimiento tan elevada. Esto se
estaba trasmitiendo a Europa, que tuvo una segunda mitad del año muy floja. La
gran tendencia era la de una economía mediocre, con Estados Unidos liderando las
economías avanzadas, pero con un crecimiento relativamente bajo, de menos de
2%. Tampoco había mucho margen de los gobiernos para generar estímulos
fiscales. Esto llevó a problemas políticos en todos lados, con aumento del
populismo de derecha o de izquierda. Como en la Argentina, esto lleva a que sea
muy difícil generar consenso de políticas económicas. El bajo crecimiento había
provocado el aumento de tensiones sociales y de las frustraciones de la gente
al no cumplirse las expectativas. El ejemplo más claro en nuestro vecindario es
Chile donde, si bien ha sido un éxito en cuanto a su rendimiento económico, se
generó un nivel de frustración y de falta de apoyo político apenas comenzó a
mermar el crecimiento.
-En este contexto irrumpe la expansión del coronavirus.
-No está claro cuál puede ser el peor escenario. Primero se
intentó evitar la expansión y eso falló. Ahora se trata de mitigar y minimizar
los costos en el futuro. No está claro cuánto durará, si es un shock temporario
o más permanente. Las recesiones en 1998 y 2008 fueron básicamente
industriales, del sector manufacturero, lo que permitió salir rápido, ya que el
sector de servicios se mantuvo más o menos indemne. En las economías de nivel
medio a alto, el sector de servicios es bastante más importante que el
industrial. Esto permitió que las crisis hayan sido más acotadas, si bien hubo
momentos malos para la economía mundial. Ahora hay dudas, porque más allá de
una recesión más corta o más larga, del sector industrial, podría haber una
recesión en los servicios, justamente por la naturaleza de los miedos que
genera: la gente sale menos, consume menos, va a menos eventos sociales. Esa
posibilidad es más preocupante. Aunque sea un shock temporario, puede tener
efectos permanentes en términos de préstamos bancarios a restaurantes o a
pymes, que tienen que cerrar porque los trabajadores no pueden ir a trabajar,
como ha pasado en China. Si la persona o la empresa no pueden hacer el pago de
intereses por algunos meses, ¿habrá algún plan de los gobiernos que permita no
caer en préstamos morosos, que después tengan efectos sobre el sistema
financiero? En Italia, por ejemplo, hay un sistema financiero con mucho estrés.
Si empiezan a aumentar la morosidad, ¿qué pasará? ¿El Banco Central Europeo
hará un programa para apoyar eso? El gobierno italiano tiene muy poco espacio
para hacerlo. Son preguntas que empezaremos a ver cómo se resuelven en las
próximas semanas. Esta incertidumbre misma es la que genera los problemas en
los mercados financieros, que tienen su impacto en la economía real, como pasó
con el petróleo.
-¿Cuándo arranca esta visión tan negativa de las
proyecciones económicas?
-La ruptura del equilibrio entre los países petroleros fue
muy importante. Es una de estas piezas del dominó que van cayendo. Pero toda la
semana anterior habían sido de una volatilidad extrema, como no se veía desde
2008 y 2009. Esto ya venía tomando cuerpo, y en parte llegó a causa de la
transición desde una visión un poco liviana sobre el coronavirus hacia el darse
cuenta de que puede tener impactos más grandes, o de que no sabemos cuáles
serán las consecuencias del Covid-19. En China da la impresión de que están
teniendo éxito para terminar con la expansión del virus, lo que puede ser
engañoso. El éxito de China dio origen a la versión de que se trata de un ciclo
de dos meses, porque los primeros casos de coronavirus aparecieron en diciembre
y el pico de contagiados se dio el 14 de febrero. A partir de entonces, comenzó
a caer el crecimiento del número de nuevos infectados de forma bastante rápida,
Y ahora la situación está mucho más bajo control. En el resto del mundo estamos
entrando en el ciclo que tuvo China en diciembre. Probablemente tengamos estos
sustos en todos los países. La semana pasada fue de concientización de que esto
es un problema del cual no conocemos el límite, pero sí que excede a China.
-¿Se puede comparar esta crisis con 2008? Hay muchos
países con mucho déficit fiscal, como Estados Unidos, ¿hay espacio para brindar
asistencia económica?
-La tasa de interés es de casi 0% o incluso negativa en la
mayor parte de los países desarrollados. Esto permite que se pueda tomar deuda
a costos muy bajos. Probablemente el Gobierno destine programas a apoyar
situaciones como la de un restaurante que no tiene clientes y que, por lo
tanto, no puede pagar el alquiler. Después habrá que ver qué tan efectivos son
esos programas, pero hay consenso respecto de que se justifica una expansión
fiscal relativamente grande. La política monetaria no necesita pasar por el
Congreso, está muy concentrada en los bancos centrales y se termina usando casi
por falta de opciones. No es una política que resuelva problemas de crecimiento
de largo plazo y mucho menos problemas epidemiológicos. Si la gente no quiere
ir a un restaurante o a un cine, una política monetaria expansiva generará muy
poco impacto.
-¿Cómo afecta todo esta situación a la Argentina? La
crisis encuentra a la bolsa de Estados Unidos en niveles récord, pero nuestro
país está en recesión desde hace dos años.
-Hay un tema que tiene que ver con el precio de las
commodities. Por ejemplo, para Vaca Muerta, la caída del valor del petróleo es
un golpe durísimo, porque era una de las promesas de generación de recursos más
importante para los próximos años. La demanda en general hizo bajar también los
precios de los granos. Hay que ver cuánto dura la caída del consumo. Y también
está el efecto financiero, en un momento en el cual los mercados de crédito
están bajo mucha presión.
-¿Cómo impacta esto en la reestructuración de la deuda?
-Por un lado será más difícil tener un exit
yield -rendimiento después de la reestructuración- más bajo, y eso
aumenta el valor presente para los inversores que quieren entrar en la
reestructuración. Por el otro lado, el exit yield ya subió y
bajaron los precios de los bonos de la Argentina. Al hacer esto, no está claro
que el efecto neto sea tan negativo para la reestructuración en sí. El Gobierno
se ha tomado tal vez demasiado tiempo en definir una estrategia. La demora en
la reestructuración ha sido muy costosa, pero hay espacio para llegar a un
acuerdo. Todavía la mayoría de los tenedores de la deuda argentina tiene
bastante interés en llegar a un acuerdo, a diferencia de lo que en su momento
había sido un mercado en el que tenían más peso los fondos más litigiosos.
-Si sigue cayendo la cotización de los bonos, ¿pueden
entrar los fondos más litigiosos o fondos buitres, como se les dice en la
Argentina?
-Sí, aumenta el atractivo. El punto es que en la parte
económica, el impacto no es ambiguo, es negativo por todos lados. Para la
reestructuración de la deuda es un poco más ambiguo, porque si se hace una
oferta más razonable, la caída de precios puede ayudar a que entren más
inversores. Lo que está pendiente es una propuesta o un plan económico más
concreto del Gobierno, que tal vez lo guarden como algo estratégico para
negociar, o tal vez no lo tienen definido.
-¿Cuáles son las ventajas de no mostrar el plan
económico?
-No sé cómo lo piensa el Gobierno, pero puede ser que
piensen en un escenario en el que se muestre más limitado en cuanto a las
medidas o a los esfuerzos, para aumentar así las chances de que los inversores
acepten una quita más grande y una postergación del pago de la deuda para
dentro de unos años. Eso es una estrategia posible en una negociación. Creo que
hubo algunos errores durante la negociación, como la forma en que se planteó la
deuda de la provincia de Buenos Aires. Esta demora creo que también ha tenido
un costo. El Gobierno tenía una muy buena posibilidad de renegociar, incluso
antes de tomar el poder el 10 de diciembre, y esta demora lleva a estar en
situaciones mucho más inciertas como ahora.
-¿Por qué cree que hubo una demora? ¿Podría tratarse de
que, al ser una coalición gobernante tan disímil, deben negociar primero
internamente?
-Eso pasa a ser un análisis político y no soy la mejor
persona para hacerlo. Vemos que hay algo que se da en todo el mundo, pero que
es muy característico de la Argentina y nos ha costado muchísimo: la falta de
capacidad para generar consensos. Como país, se puede tener la capacidad de
decir a qué demandas se les dice que no, pero todas las demandas parecen ser de
vida o muerte; nada se puede conceder, todos los sectores tienen posiciones muy
fuertes y con poca capacidad de ir haciendo negociaciones y vayan cediendo un
poco para llegar a soluciones que sean las mejores para todo el país. Eso ha
sido un problema argentino de muchos años. El tema de la deuda es un ejemplo
más de eso.
-¿La Argentina podría volver a crecer luego de la
reestructuración?
-No alcanza con eso. Si vemos el pasado, ni siquiera es una
condición necesaria. Se ha dado un crecimiento rápido con deuda en default,
pero el tema de la deuda es solo una parte pequeña. La Argentina ha decidido,
como sociedad, tener un estado mucho más grande, que hace más difícil el
crecimiento. Hace más fácil la redistribución, pero el sector público crece más
lento que el sector privado en casi todo el mundo. La discusión sobre el
crecimiento va más allá de la reestructuración de la deuda.
¿A qué personajes del siglo XX admira?
- Norman
Borlaug, agrónomo (Estados Unidos)
- Jacob
Bronowski, matemático (Polonia)
- William
James, filósofo (Estados Unidos)
- Martina
Navrátilová, tenista (República Checa)
- Obdulio
Varela, futbolista (Uruguay)
- Jawaharlal
Nehru, exprimer Ministro (India)
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