La
insolencia de un joven Millenial que se come el mundo, la fortaleza de dos
profesionales, pese a todo, ajenos a la queja, y cómo podemos perder el control
ante situaciones límite son la esencia de tres de las cinco películas finalistas
al Goya, siendo la ganadora: La isla mínima.
La isla
mínima.
La importancia del trabajo en equipo, la camaradería y la autonomía en la toma
de decisiones con un objetivo común definen la esencia del tándem protagonista
de esta película. El desafío al que se enfrentan estos dos policías supera la
adversidad del entorno en el que, a pesar de las barreras, logran moverse como
pez en el agua.
"¡Qué violencia! ¡Yo estoy describiendo
una realidad!". Simón Fisher, el personaje que interpreta Ricardo Darín en
unos de los seis cortos que dibujan Relatos Salvajes, pronuncia esta inocente
frase con la ira del que se siente al borde del abismo e impotente ante una
justicia que va contra el sentido común. Salvando las distancias, ¿cuántas
veces le ha tentado la posibilidad de dejar su empleo por la incoherencia de
algunas decisiones empresariales? ¿Quién no ha estado a punto de perder el
control y dar rienda suelta a sus instintos en determinadas situaciones?
De eso va Relatos Salvajes, que junto con El
Niño y La isla mínima ponen de relieve el liderazgo, el coaching, el valor del
trabajo en equipo, la resistencia al cambio y otras habilidades y capacidades
que son trasladables al entorno laboral. Junto con Magical Girl y Loreak,
componen el quinteto de las nominadas al Goya a la Mejor Película de este año.
'Millenials'
Un par de Millenials, uno conformista sin
miedo a nada y otro con ganas de comerse el mundo a cualquier precio, son los
protagonistas de El Niño. El tráfico de drogas en el estrecho de Gibraltar es
el telón de fondo de esta película en la que confluye la historia de estos
jóvenes traficantes inexpertos con la de unos policías curtidos en la búsqueda
de delincuentes profesionales en la zona.
El niño. Cierta dosis de
insolencia y la impaciencia por conseguir resultados definen a los Millenials,
una generación que está rompiendo los esquemas de las organizaciones más
tradicionales. Así son los jóvenes que protagonizan esta película, cuyo afán
por identificarse con su objetivo les llevará por derroteros inesperados.
El liderazgo, la osadía y la prepotencia de
El Niño, papel que interpreta Jesús Castro –nominado al Goya en la categoría de
Actor Revelación– y que da título a la película, acaparan toda la atención.
También sorprende su poder de adaptación ante unos acontecimientos que asume
como parte de la opción que libremente ha escogido. Asume el reto y trata de
superar cada dificultad con los medios que tiene a su alcance. Y, para darse un
descanso, se deja llevar por unos acontecimientos cuyas consecuencias no
planificadas le dejarán fuera de juego. Óscar Massó, director de estrategia de
Sodexo B&I, apunta que "entre sus fortalezas destacan en la buena
planificación, el liderazgo, la creación de una red comercial y de contactos,
gestión logística, seguimiento y supervisión personal de las operaciones. La
búsqueda de resultados en el corto plazo (dinero rápido) y no afinar en los
detalles son las debilidades que le abocan a su final".
Relatos
salvajes.
La avaricia, el poder y la valentía de los personajes de las seis historias que
componen esta antología pueden tener su reflejo en el entorno laboral: algunos
de estos instintos salen de su letargo como respuesta o mecanismo de defensa
ante momentos de cambios inesperados porque, a veces, es imposible no perder el
control.
Este comportamiento contrasta con el de los policías:
profesionales veteranos que tratan de pisar sobre seguro en cada uno de sus
planteamientos. La planificación y la estrategia son la clave del desenlace.
Pilar Jericó, presidenta de Be-Up, afirma que revela "cómo los valores son
fundamentales para el éxito que, a cualquier precio es poco sostenible en el
tiempo. Además, en un mundo con tanta transparencia es cada vez más difícil
esconder las malas prácticas. Por ello, el liderazgo en el tiempo requiere de
coherencia y valores".
Actitud esta última que sienta las bases de las
cosas bien hechas y que descubre alguna mala práctica. Massó recuerda que,
"en las organizaciones hay personas que en sus últimos años en vez de
aportar toda su experiencia y mentoring a los más jóvenes, lo que hacen es ir a
mínimos por no haber sido reconocidas y esperar la jubilación de la manera más
cómoda posible. Su compromiso es cero e incluso puede ser negativo, sin hablar
de corrupción clara".
Inconformismo
Pasternak, Las ratas, El más fuerte, Bombita,
La propuesta y Hasta que la muerte nos separe son los títulos de los cortos que
hacen de Relatos Salvajes una apología de la pérdida de control y del animal
que todos llevamos dentro. De hecho cada uno de los personajes se identifica
con uno: el cocodrilo, la oveja, el gorila, el venado, el águila, el tiburón y
la tigresa. El acecho, la sumisión, la fuerza, la brutalidad, la valentía, la
avaricia y la ferocidad de un felino se ponen de manifiesto en estas historias
que ponen en su sitio al ser humano. Más de un acontecimiento empresarial ha
sacado de su letargo a los profesionales de aspecto más inocente. Y también
estos comportamientos identifican a algunos de los personajes que pueblan la
oficina: la avaricia de los ambiciosos o el acecho de los trepas pueden dejar
desarmados a los más ingenuos.
Trabajo
en equipo
En la gestión de personas es clave el buen
funcionamiento del tándem profesional: el veterano y el junior conforman la
esencia básica del equipo de trabajo perfecto. Juan –Javier Gutiérrez– y Pedro
–Raúl Arévalo– protagonizan La isla
mínima, dos policías de caracteres opuestos que tienen que resolver un caso
las marismas del Guadalquivir en 1980: la desaparición de unas adolescentes.
Ignacio García de Leániz, profesor de recursos humanos de la Universidad de
Alcalá de Henares, señala que "las competencias respectivas se
complementan en tanto que las diferencias –muy grandes, también políticas– se
aparcan por motivos profesionales". También menciona que el nivel de
compromiso es muy alto, "y se percibe en un detalle que su director nos
transmite sutilmente: no se les escucha queja alguna durante todo el desarrollo
de la investigación, a pesar de la miserable pensión donde viven, del calor
asfixiante, de la falta de colaboración de otras fuerzas de seguridad y de las
barreras que van encontrando".
Los quejicas tendrían que optar por gestionar
su malestar, es la vertiente más positiva. Lamentarse requiere un esfuerzo que
estos policías no se pueden permitir: comparten un objetivo mucho más sólido.
Jericó explica que esta película enseña "cómo cuando uno cree
profundamente en un proyecto es capaz de mover montañas o dificultades. Y, por
otra parte, cómo han cambiado los estilos de dirección. La forma de mandar hace
treinta años se apoyaba en el paternalismo o en estilos coercitivos, no había
mucho espacio para la diversidad. Me gustó comprobar el avance de nuestra forma
de dirigir".
En esa diversidad radica el éxito de este
equipo, en el que Juan quiere ejercer de coach de Pedro. Sin embargo, en la
película se aprecia que el talento de ambos es clave para resolver el caso.
Sorprende cómo su autonomía funciona cuando la situación lo requiere, tanto
como un final abierto sujeto a múltiples interpretaciones.
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