El líder del futuro ha
de desarrollar 'superpoderes' para gestionar el crecimiento.
"Lo que viviremos no es una época de cambio, sino un
cambio de época". Sólo un visionario como el gran Leonardo da Vinci fue
capaz de anticipar lo que está ocurriendo en una sociedad como la presente.
Pero este genio, a diferencia de muchos gurús actuales, lo pronosticó hace casi
600 años. Y es que si antes un cambio se producía cada cinco generaciones, ahora
todo va tan rápido que en cada generación tienen lugar cinco cambios.
Factores como el boom tecnológico, una población cada vez
más envejecida, la mayor movilidad geográfica, la importancia de la salud y la
moralidad, el aumento de las desigualdades sociales, peores condiciones
laborales o el descenso del peso de Europa en el PIB mundial hacen que "en
el próximo quinquenio las empresas necesiten supervivir y para ello, requieran
de los servicios de un superdirectivo", aseguran Luis Soler y Vicente
Segura, managing partner y partner, respectivamente, de la empresa de
cazatalentos Odgers Berndtson, y autores, junto a José Medina, presidente de la
firma, del informe La visión de los CEO 2015-2020: 30 piezas para super-vivir.
Pasado y futuro
Pero, ¿cómo ha de ser ese superdirectivo? Si en el periodo
2008-14 las empresas necesitaban líderes anticrisis capaces de ajustar costes,
optimizar los procesos, ajustar las plantillas, transformar la organización
hacia la venta de servicios y que predicaran con el ejemplo, una vez superados
esos tiempos convulsos, todo cambia. Lo que las compañías requieren a partir de
ahora son directivos con mente brillante, con visión de futuro, que se
anticipen, innovadores y creativos, pero sin que pierdan el foco del corto
plazo.
Estas son algunas de las conclusiones que más de 300
directivos de otras tantas empresas punteras de nuestro país de sectores tan
diversos como el gran consumo, el hotelero, la aviación o los seguros han
respondido. Este superdirectivo tendrá que profundizar, aunar o desarrollar
superpoderes para gestionar las transformaciones que se avecinan en las
compañías. Además, será una persona ética y coherente con todo lo que haga y lo
que diga.
La gestión de la soledad será vital y tendrá que mirar el futuro con
optimismo y con ganas de aportar a la sociedad y a la ciudadanía. "Se pasa
de un paradigma departamental a una visión más global de los departamentos
buscando un fin común. Además, ha de tener un perfil de Willy Fogg y para
manejarse en diferentes culturas, por lo que hablar inglés se convierte en una
condición necesaria, aunque no suficiente", añade José Medina.
El líder que viene ha de ser optimista y creador de buena
atmósfera. Lo de trabajar 24 horas quedó atrás, ya que es un sistema que no ha
funcionado y es un mal ejemplo para los empleados. Ha de tener un perfil
humilde y cercano, atento a las demandas de los colaboradores y sobre todo de
los clientes, la razón de existir las compañías.
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