Convertirte en
referencia en un área de negocio es una tarea que requiere tiempo y contactos,
pero puede suponer la diferencia entre el éxito y el fracaso. Posicionarse es
siempre una ventaja competitiva.
Steve Jobs es toda una referencia. Su nombre no sólo evoca
una gran marca empresarial, también significa superación, éxito e innovación.
Su discurso en Stanford ha dado la vuelta al mundo y todavía se pone de ejemplo
para los jóvenes -y no tan jóvenes- que están buscando su futuro profesional.
Amazon también es una gran compañía, y aunque su CEO, Jeff
Bezos, no sea un desconocido en el sector, sí pasa desapercibido para el gran
público. Cierto es que una cosa es la marca del producto o de la empresa, y
otra es la del emprendedor, pero "si te sabes posicionar, todo lo que
hagas nacerá con un pan debajo del brazo", sostiene Andrés Pérez,
consultor en posicionamiento personal. Para lograrlo, Pérez recomienda "tener
claro dónde quieres llegar y cómo quieres que te vea el mercado; sacudirte el
miedo o la inseguridad para hacerte visible, ésta es la parte en la que impera
el coaching; tener un valor, demostrar que eres el tipo que más sabe sobre
algo; ganarte la confianza de la gente; salir y decirlo, mostrar lo que haces,
ésta es la parte en la que impera el marketing". La marca personal es, en
definitiva, la huella que dejas y en muchos casos te sirve para convertirte en
referencia en un sector determinado. Sin embargo, la mayoría de profesionales
no se preocupa de ella, "por vergüenza o por pereza, o porque no saben lo
que quieren o no tienen un plan estratégico", apunta Pérez.
'BrandCoaching'
Aplicar las técnicas del coaching en la creación de empresas
y combinarlas con estrategias de marketing es una práctica que se ha bautizado
como brandcoaching, un término acuñado por Enrique Jurado, coach, que se basa
en once variables fundamentales, entre las que se encuentran: un producto
diferencial y relevante; el conocimiento del mercado y del público objetivo;
una estrategia de precios; una estrategia promocional; un plan de medios y de
mensaje; inteligencia emocional y, por supuesto, "descubrir los valores
personales, gestionar las creencias y encontrar la mejor versión de uno
mismo", indica Jurado.
Mezclar los principios del coaching con el mentoring parece
una idea sencilla. Nada más lejos de la realidad. Forjarse una marca personal requiere "construir una buena red de contactos que estén informados del
lanzamiento de tu próximo proyecto al mercado, aprender a abordar a una persona
para explicarle tu idea de negocio", explica Javier González, CEO de Magna
Coaching, quien, además, apunta la diferencia entre marca personal y marca
empresarial. "Hay quienes prefieren potenciar ésta última, sobre todo a
través de la publicidad. En este sentido, tu base serán los clientes y la marca
la crearás a través de ellos". Si eliges esta opción deberás pasar a un
segundo plano y convertir tu empresa en protagonista. Pero, si eliges fomentar
tu marca personal, ésta te acompañará en cualquiera de tus proyectos. Tú
decides.
¿De verdad estás
seguro de que necesitas un 'coach'?
Dirigir, instruir y entrenar a una persona o a un grupo para
conseguir unos objetivos o desarrollar habilidades específicas. Esta es la
esencia del coaching, uno de los métodos formativos más potentes, que no sólo
es patrimonio de los directivos. Ha calado en los emprendedores y se aplica en
el mundo de la empresa. Son pocos los que ponen en duda la eficacia de esta herramienta
formativa, considerada una de las mejores para aumentar la eficacia personal o
empresarial. Sin embargo, conviene tener claro que a veces no es necesario
recurrir a un coach. "La gente tiende a pensar que un proceso de coaching
le va a solucionar la vida sin ningún esfuerzo. Cree que es algo mágico y, a
veces, los ejecutivos y los emprendedores que participan en estos programas
carecen del compromiso que se requiere para lograr unos objetivos muy
concretos", advierte Javier Carril, socio de Execoach. Y esto sólo es el
punto de partida de un plan de acción que tiene una duración limitada en el
tiempo y que supone el cumplimiento de unos desafíos que, en cada sesión,
plantea el coach. El compromiso, la confianza y la confidencialidad de ambas
partes -coach y coachee- están implícitos en el programa. Deja a un lado las
lamentaciones. Un coach no es un consejero, tampoco ofrece un hombro en el que
llorar, ni es el genio de la lámpara maravillosa de Aladino que solucionara tus
problemas. Para lo primero ya están los amigos, y lo segundo forma parte de una
ficción que de poco te servirá si lo que quieres es conseguir objetivos reales.
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