Un buen supervisor de gerencia media puede crear más
valor ayudando a los buenos empleados a ser excelentes que apuntalando las
debilidades de los mediocres. Hay
mucho valor en las capas gerenciales medias, pero los jefes deben ser ubicados
estratégicamente.
“El valor de los jefes,” un
estudio producido por el U.S. National Bureau of Economic Research (NBER),
sugiere que los jefes aportan un importante valor en cuanto a diferencias de
desempeño. Edward Lazear, Kathryn Shaw y Christopher Stanto afirman que jefes y
supervisores intervienen en la contratación, motivación, capacitación y
asignación de tareas de los trabajadores de línea. Sin embargo, el rol de esos
jefes y supervisores ha sido en gran medida ignorado en el apuro por estudiar a
los líderes más encumbrados y otros cargos glamorosos.
De modo que los investigadores
examinaron mediciones de productividad diaria de más de 23.000 trabajadores en
paralelo con 1.940 jefes durante cinco años, de 2006 a 2010. Estudiaron
trabajos con monitoreo computarizado, característico de vendedores minoristas,
especialistas en IT agentes apostados en las puertas de aerolíneas en
aeropuertos, trabajadores de call center, etc.
Los investigadores clasificaron
el desempeño de los jefes según la producción de los trabajadores bajo su
supervisión. El primer 10% de los jefes tenía una producción por empleado de
1,3 unidades por hora más que el 10% más bajo. La investigación descubrió que
reemplazar a un jefe deficiente con uno bueno eleva la productividad tanto como
agregar un trabajador a un equipo de nueve.
Como revela la investigación, el
rol fundamental que jugaban los jefes era enseñar a los empleados “habilidades
que persisten”; motivarlos en el momento era un factor notable pero secundario.
Los jefes ubicados en el 10% más
bajo eran 67% más proclives a dejar la firma que los jefes en el 90% más alto
de distribución de desempeño.
Lo que suele ocurrir es que las
organizaciones no siempre ponen a los buenos jefes en el lugar donde pueden
tener mayor efecto. El estudio descubrió que los buenos jefes mejoran la
productividad de los buenos trabajadores más que mejorar a los trabajadores
menos buenos. El lugar para los mejores jefes puede no ser aquel que tiene los
mayores problemas sino allí donde pueden hacer que los buenos empleados sean
más buenos todavía. Los autores advierten que los científicos más distinguidos
enseñan a estudiantes de doctorado, no a chiquitos de jardín de infantes,
porque las habilidades básicas las pueden enseñar maestros menos capacitados.
Los datos sugieren también que
jefes y empleados rara vez son combinados de esta forma (o sea buen jefe con
buen empleado). Las empresas prestan mucha atención a la productividad del
empleado en los equipos de trabajo, pero este estudio descubre que “el único
‘par’ que importa en este ambiente es el jefe”. Hay que reequipar el
departamento de recursos humanos para que comprenda mejor dónde es más
importante mejorar el desempeño para el éxito de la organización.
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