Los números aún no son finales, pero todo indica que 2018
habría sido el año récord de inversiones en emprendimientos de matriz
tecnológica en la Argentina. Más allá de eso, se ratifica que el ecosistema y
la economía emprendedora florecen en toda la región. Las inversiones de capital
de riesgo sobrepasaron en 2017 el billón de dólares, duplicando el dato de 2016
(según la Asociación de Inversión de Capitales Privados en América Latina,
Lavca). Y en 2018 se habría superado ese récord.
En la Argentina, que pasa una crisis económica de magnitud
quizás inesperada, y en pleno desconcierto social y político, la industria
digital parecería no haberse enterado del temblor. Las firmas tecnológicas
latinoamericanas valuadas en más de un billón de dólares (unicornios) son, en
buena parte, argentinas: Mercado Libre, Despegar, Olx y Globant. Y se suma la
camada de emergentes: Satellogic, Auth0, Increase, Xapo, IguanaFix, Afluenta,
Tienda Nube, 123Seguro, por ejemplo. ¿Qué es lo que nos permite obtener estos
resultados en grupos de trabajo de esta índole, y tan magras cosechas
colectivas en otras áreas?
Reclamamos ejemplos que nos inspiren. Recurrimos a los
Ginóbili, Aymar, Messi, Barenboim, Argerich, para creer que podemos ser mejores
de lo que hemos demostrado ser. Si en algo coincidimos los argentinos es en
nuestro potencial humano (y en la "riqueza natural"). Abunda el
talento, pero es común que trabaje por separado y no en grandes equipos. Aquí
es relativamente fácil encontrar a un John Lennon, pero no lo es reunir a
cuatro músicos fabulosos y formar The Beatles.
Trabajar en sincronía, apuntar a la mejora continua,
resolver obstáculos, evitar conflictos innecesarios, domesticar los egos,
pensar en un bien superior al personal. Probar y cambiar y volver a cambiar,
pero sin cambiarlo todo, sin destruir lo anterior. Eso es lo que logran los
grandes equipos. Y es lo que nos cuesta. Tenemos en las startups la
posibilidad de ver y aprender de equipos apasionados, profesionales, con
energía, organizados, metódicos. ¿Con contradicciones? Seguro. Imperfectos,
pero valiosos y ambiciosos.
Hay un camino posible para el país en este ecosistema de
escala global, para su matriz productiva y de servicios. La oportunidad está,
los mercados más desarrollados comienzan a saturarse de emprendimientos y los
inversores buscan destinos.
El respaldo que nos ofrecen los éxitos ya demostrados, el
inagotable potencial humano, el caudal científico y tecnológico, el vuelco al
emprendedurismo, la incipiente apertura de las corporaciones a dialogar con
este espacio y a ejercitar sus transformaciones digitales, ciertas ventajas
competitivas son algunas de las bases necesarias para el desarrollo de una
industria local más fuerte, que dispute un lugar protagónico en la economía del
conocimiento.
Pablo Capurro. Emprendedor,
manager y miembro de directorios de compañías y startups tecnológicas
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