Experiencias

Rodolfo Salas: Facilitador y potenciador sobre conocimientos de liderazgo, estrategia, marketing y gestión de los negocios.

Fortalezas: Dirigir, inspirar e integrar a otros con una gran energía, Aceptar cambios de forma positiva, Desarrollar relaciones con otros, Ser más visible y Tener un alto grado de compromiso.

jueves, marzo 14, 2019

Cambiar a propósito, en busca de lo que realmente queremos ser y hacer

Es muy usual escuchar el planteo de numerosos profesionales, más allá del nivel jerárquico y del tipo de organización en la que se desempeñen sobre la necesidad de impulsar un cambio a corto plazo en sus trayectorias. La sensación para algunos de ellos es la de estar en "la jaula de oro", donde tienen un trabajo por el que reciben una remuneración que les permite sobrevivir, pero están muy poco satisfechos, se sienten subaprovechados y sobredemandados. Muchos de los que trabajan en relación de dependencia sueñan con el momento de poder independizarse y otros que trabajan de manera autónoma añoran los días de un salario asegurado y vacaciones pagas. El pedido es unánime: ¡quiero un cambio! La gran duda es si están dispuestos a cambiar.

Del mismo modo, potenciado por la irrupción de las tecnologías exponenciales, la mayoría de las organizaciones, ya sean grandes, pequeñas o medianas, públicas o privadas, locales o internacionales, quieren encarar un proceso de transformación digital para poder capitalizar las oportunidades que se presentan y no desaparecer rápidamente del mercado. La solicitud generalizada es: ¡se requiere un cambio! La gran incógnita es si están dispuestas a cambiar.

En ambos casos hay un factor común, se piensa en el qué, el por qué y en el cómo, pero poco se focaliza en el para qué. Ese para qué es el sentido de ese cambio, tanto a nivel individual como colectivo; es el propósito. El propósito es la razón de ser, es el auténtico motor cotidiano, lo que permite sentirnos orgullosos, lo que nos da identidad -más allá de las circunstancias-, lo trascendente, la esencia misma. Es el sello distintivo que permite conectarnos con lo más profundo.

Del mismo modo, es la aspiración, es oportunidades, es proyección, es diferenciación. Pero no es un concepto vacío ni tampoco es una mera enunciación de un deseo incumplible. Es la posibilidad de conectar el futuro en el presente, visualizando lo que aspiramos desde donde nos encontramos.

Es la pregunta provocativa que nos invita a enlazar el deseo -palabra tan poco referida en el contexto laboral actual- con las posibilidades de materialización. Es poder imaginarnos, a partir de las creencias más profundas, recorriendo ese camino con la dirección apropiada, más allá de las dificultades.

Muchas veces estamos en piloto automático, sin encontrar ni el tiempo ni el espacio para poder indagar sobre este aspecto. Estamos tan focalizados en el qué, el cómo y el por qué que ni siquiera podemos plantearnos el interrogante más desafiante.

El contexto actual, tanto global como local, se torna cada vez más turbulento, ambiguo y paradójico. El propósito es un dispositivo que nos brinda una luz en el camino, es el Waze que nos marca el destino y nos ayuda a encontrar cuáles son las mejores maneras de llegar en función de las propias capacidades y aspiraciones. Y además, otorga la convicción, la energía y la determinación para ir alcanzando cada una de las estaciones intermedias. A mayor complejidad, mayor necesidad de agilidad para reconfigurarse rápidamente. Pero si esa agilidad está al servicio de un propósito, la misma tiene dirección, sentido, lógica.

Es pensar no solo desde la cabeza, sino fundamentalmente desde el corazón. En épocas de la irrupción de la inteligencia artificial, es poder idearlo desde la inteligencia emocional, que implica empatía con nosotros mismos y con los demás. Porque cuando pensamos en trascendencia, las emociones también son parte de la experiencia.Es la fuente de inspiración para la innovación y la amalgama que nos permite ser coherentes y consistentes a lo largo del tiempo.

El propósito es el gran paraguas sobre el que se enmarcan cada una de las estrategias e iniciativas que desarrollamos y es por ello que nos ayuda focalizar nuestros esfuerzos, priorizar, decidir qué estamos dispuestos a hacer y qué decidimos no hacer, qué es de valor y qué marginal. Es el espejo en el que se proyecta "nuestra mejor versión". Cada persona, cada empresa, cada organización tiene, explícita o implícitamente un propósito, una razón de existir. Si encontramos el contexto adecuado y el momento oportuno para poder identificarlo, muy posiblemente empecemos a dar ese primer paso del proceso de cambio tan esperado.

Alejandro Melamed. Speaker internacional. Co-autor de "Diseña tu cambio"

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