La velocidad del cambio es, tal vez, el principal factor a
tener en cuenta cuando pensamos en el impacto que tiene en la vida de las
organizaciones y el trabajo el reciente llamado de la OIT a regular el trabajo
en las economías de plataforma.
Ese llamado procura morigerar los potenciales efectos
negativos en materia de protección del trabajador, pero reconociendo que estas
nuevas fuerzas están transformando el mundo del trabajo, apuntando a capturar
sus efectos positivos. Como bien señala el informe "Trabajar para un
futuro más prometedor", los avances tecnológicos (entre ellos la
inteligencia artificial, la automatización y la robótica) crearán nuevos
puestos de trabajo, pero quienes van a perder sus trabajos podrían ser los
menos preparados para aprovechar las nuevas oportunidades. El foco es la
transición.
Una transición exitosa a esta nueva economía, requiere de
una articulación público-privada, y plantea desafíos a organizaciones e
individuos para generar ambientes institucionales que promuevan el aprendizaje
a lo largo de la vida (lifelong learning) y el desarrollo de nuevas
competencias, junto a programas de formación (upskilling, reskilling) para
sortear con éxito y prosperar en tiempos de profundo cambio. Y esos desafíos
organizacionales deben sortearse y superarse velozmente. Para ello, necesitamos
organizaciones ágiles.
Una organización ágil
es también una organización social. Porque en el mundo digital los límites
entre las organizaciones y sus entornos se vuelven muy difusos. La colaboración
entre proveedores y clientes, empleados y comunidad, entre otros, son intensas.
También, consecuencia lógica, lo son los cambios de roles (de proveedor a
empleado, de empleado a proveedor, etc.). En estos contextos la colaboración,
el networking, la empatía y el manejo de la ambigüedad cobran valor como
competencias clave para el éxito personal y organizacional.
En particular, la
colaboración es tanto una necesidad como una oportunidad. Al bajar las
barreras entre las organizaciones y sus entornos, las organizaciones se vuelven
más dependientes de su efectividad para relacionarse con ellos. Implica pasar
de una organización de tipo silo y jerárquica, a una que co-evoluciona con su
ecosistema. Exige, en consecuencia, reexaminar los modelos de negocio y
transformar las organizaciones.
Este cambio, revoluciona la economía, generando oportunidades
para una gama amplia de emprendedores que no solo son los expertos en las
nuevas tecnologías, sino que son también los usuarios de ellas, redefiniendo el
concepto tradicional de trabajo. Esto es así porque bajan las barreras entre un
emprendedor y un trabajador, a determinada escala.
El Nobel de Economía, Ronald Coase, justificaba la
existencia de la firma en que esta minimizaba los costos de transacción, que no
son otros que los costos de hacer negocios. En las economías de plataforma
sucede lo contrario: se facilita el emprendorismo, bajando sus costos,
aumentando el incentivo para las micro y pequeñas empresas, y los nuevos
"freelancers". Este cambio afecta a empresas y trabajadores por
igual, al bajar las barreras de entrada a (cada vez más) mercados. Estamos
yendo, a gran velocidad, hacia un mundo sin barreras.
Sergio Roses, Titular de RRHH
de la Universidad del Salvador y pte de la Agencia de Desarrollo de Campana
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