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lunes, mayo 08, 2017

Los #empleadosboomerang sí saben irse de su empresa

Los profesionales que se van y deciden volver son ahora un valor seguro para las compañías.

Ser un empleado de ida y vuelta ya no supone una desventaja ni está mal visto. Todo lo contrario, los profesionales que regresan adquieren un nuevo valor y pueden ser una fuente de nuevos negocios.

Imaginemos que alguien abandona su empleo. En una caja de cartón, vacía su mesa. Y, antes de cruzar la puerta, se da cuenta de que su contrato le prohíbe durante un año trabajar para la competencia.

Para Karen Seward, abogada laboral en Allen & Overy, esto es precisamente lo peor que se le puede hacer a un empleado que abandona la empresa. "Muchas personas son ignoradas en las organizaciones desde el momento en el que dimiten", declara Seward. "A mis clientes les recomiendo que sigan la estrategia de la salida inteligente".

Crecen las redes de exempleados y de exalumnos que cultivan las referencias

Muchas compañías tratan de separarse de sus empleados con un acuerdo amistoso. Sin embargo, la idea de que esto es un imperativo empresarial está ganando fama entre los abogados laborales, los asesores y los profesionales de recursos humanos por algún motivo. Para empezar, puede que con el tiempo algunos trabajadores regresen a la compañía. Según CEB, una empresa de investigación que analiza los datos de grandes firmas, aproximadamente el 5% del personal es empleado boomerang. Brian Kropp, encargado del departamento de recursos humanos en CEB, declara que el número de personas que regresan es relativamente reducido, pero cada vez mayor.

Otro motivo por el que es conveniente mantener una buena relación con los que se marchan de la compañía es porque los candidatos no se fijan en la espléndida descripción de la empresa que se realiza en la página web. En su lugar, prefieren hablar con sus actuales o antiguos empleados sobre cómo es en realidad el ambiente de trabajo.

"Es la opinión en la que más confían", afirma Kropp. "Si un empleado decide abandonar la organización, lo mejor es mantener una buena relación, porque serán personas que en el mercado laboral darán sus referencias a los futuros trabajadores".

Futuros clientes

En ocasiones, los antiguos empleados también pueden convertirse en clientes. Este caso es, en especial, muy común en sectores como el de la administración de empresas, donde se originó la idea de las "redes de exalumnos" (que mantienen el contacto con antiguos trabajadores). Por ejemplo, la red de exalumnos de McKinsey cuenta con más de 30.000 miembros de 120 países. De hecho, la compañía define a su red como un "beneficio a largo plazo para la trayectoria de McKinsey".

Seward cree que muchas empresas deberían aceptar la idea de que con los nuevos empleados tienen que establecer una relación que dure alrededor de 30 años y que no dejarán de mantener el contacto cuando dimitan. En realidad, la abogada laboral opina que los trabajadores recién incorporados deberían unirse cuanto antes a las redes de exalumnos. "La palabra 'alumno' tiene connotaciones que no resultan útiles. Lo importante son las redes y la relación con el personal. Es más sencillo incluir a todos en la red de exalumnos antes de que abandonen la empresa".

No a las restricciones

Sin embargo, las compañías en ocasiones sólo tienen una alternativa. Aunque aprecien el valor de mantener el contacto y una relación cordial, muchas empresas se ven en la obligación de adoptar una actitud agresiva para proteger sus propios intereses. La manera más común de hacerlo es mediante cláusulas que se aplican después de la rescisión del contrato y que impide a los exempleados unirse a la competencia o acaparar a antiguos clientes.

Stefan Martin, abogado laboral de Hogan Lovells, declara que las empresas tienen "muy en cuenta la imagen en el mercado", pero esto no quiere decir que no estén a favor de incluir cláusulas restrictivas en los contratos.

En California se han prohibido las cláusulas restrictivas. En su lugar, las compañías tecnológicas se acogen a las leyes de confidencialidad y de propiedad intelectual para asegurarse de que la competencia no se beneficia de sus costes. El Gobierno de Reino Unido ha creado una consulta para decidir si se restringen estas cláusulas, partiendo de la base de que la medida frena el dinamismo económico.

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