La productividad no trata de conseguir el mayor número de
cosas, sino la de cumplir con los objetivos marcados al final de la jornada.
Sin embargo, lograr esta meta no siempre es fácil, aunque al hacerlo se demuestran
virtudes organizativas, de liderazgo y eficiencia. De hecho, los grandes
líderes no sólo buscan personas que sepan cumplir sus promesas, sino que son
los principales referentes a la hora de imprimir este sistema de trabajo en sus
rutinas.
La organización de
tareas, su priorización y control del estrés son las tres pautas que todo líder
empresarial y trabajador debe seguir si lo que busca es ser eficiente en su
trabajo. Así al menos lo revela un artículo publicado por Entrepreneur, el cual desarrolla estas
tres ideas, aportando una serie de consejos para lograrlo.
Lista de tareas
pendientes. Al comienzo de la jornada es importante definir cuáles son las tareas que han quedado pendientes, las que
hay que realizar en el día y aquellas a las que se le va a tener que dedicar un
determinado tiempo, durante varios días.
Esta cuestión nos lleva a un segundo punto: la priorización según la importancia de los
asuntos. Un consejo a aplicar es el de desarrollar las tareas más
complicadas o tediosas al principio de la jornada, pues es cuando la energía se
encuentra en su punto más álgido. A continuación, hay que abarcar las tareas
por orden de prioridad, importancia o urgencia.
Asimismo, es importante que, en el caso de que vayan surgiendo nuevos asuntos a atender por el
camino, si se trata de situaciones fáciles de resolver, se atajen cuanto antes, ya que una
nueva reorganización de la agenda supone una pérdida de tiempo, siempre que ese
plazo supere al de la realización de esa tarea. En caso contrario, lo idóneo es
hacer una replanificación de los asuntos
pendientes con el fin de optimizar mejor el rendimiento.
Finalmente, es vital
controlar el estrés en el trabajo. A día de hoy las empresas valoran a los
trabajadores que saben desarrollar su actividad bajo presión. En este sentido,
lo idóneo es crear espacios dedicados a
ralentizar el ritmo de la actividad o disponer de tiempos de descanso con
el fin de reactivar la mente.
Es precisamente en esos tiempos de desconexión, los cuales
deben durar entre 20 y 30 minutos, donde se puede aprovechar para interactuar
con otros, tratando de evitar hablar del trabajo o redundar en el problema que
haya surgido.
Trabajar la calma es
tan importante como saber reaccionar ante una crisis y una cosa que suele
ayudar es pensar que aquello en lo que se pueda intervenir, se puede cambiar,
pero lo que no dependa de nosotros mismos, se debe apartar pues no está en
nuestra mano modificarlo.
Y es que la
productividad y la eficiencia a menudo se relaciona con lograr terminar un gran
número de cosas, sin embargo, los grandes líderes saben que eso, en el
mundo actual y pese a la ayuda de las herramientas tecnológicas disponibles, es
casi imposible, por lo que se centran en
marcarse unas metas y alcanzar los objetivos mínimos e imprescindibles, en el
menor tiempo posible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario