"No es lo mismo un país que una empresa, que nadie se
confunda", afirmó hace unos meses la presidenta saliente, seguramente en
respuesta a algunos de los nombramientos realizados por Mauricio Macri.
Cuando dijo país debería haber dicho Estado, y sí, empresa y
Estado son diferentes. Las empresas tienen por objetivo elaborar bienes o
servicios que los consumidores demandan con el fin de obtener una ganancia. El
objetivo principal del Estado es el logro del bien común y del bienestar
social. Su eficiencia se medirá en relación a que todas las acciones que se
realicen estén enfocadas a garantizar este fin.
¿Por qué profesionales del sector privado en el sector público? El
"negocio" de
los organismos y las empresas del Estado son diferentes,
su misión es diferente.
No obstante, para ser exitosos y lograr resultados (que haya
menos pobres, que un hospital atienda a más pacientes de manera más eficiente,
que tengamos más seguridad, etcétera) se necesitan líderes que, a partir de un
diagnóstico, definan planes, metas específicas, estrategias específicas y
conviertan esas buenas intenciones en acción, en resultados, teniendo en cuenta
qué se está haciendo bien y qué hay que cambiar.
Algunos ejemplos
Australia, Chile y Nueva Zelanda han implementado
estructuras para conducir y regular los procesos de búsqueda y selección de
directivos públicos, cuidando los principios de mérito e idoneidad,
transparencia, no discriminación, confidencialidad, entre otros. Los
profesionales seleccionados ocupan su cargo por tres años, y pueden ser
renovados hasta dos veces. Firman un convenio de desempeño, que cumple con la
doble función de orientar y evaluar. Los resultados han sido satisfactorios.
Líderes exitosos del sector privado cuentan con muchas de
las competencias necesarias: valores y ética; integridad y confiabilidad;
pensamiento estratégico; planificación, organización y coordinación; desarrollo
y motivación de equipos; liderazgo participativo; habilidades de comunicación;
toma de decisiones; compostura (en situaciones complejas mantiene el foco);
capacidad de negociación y manejo de conflictos; orientación a resultados;
orientación al cliente (que para el caso de trabajar en el Estado será tomar
acciones para satisfacer las necesidades de los ciudadanos).
Para ser exitosos y lograr resultados se necesitan líderes que, a partir de un diagnóstico, definan estrategias y las conviertan en acción.
Por supuesto, no todos los que cuenten con las competencias
mencionadas serán exitosos en el sector público. Será clave también su grado de
identificación con la misión, los valores que promueve el nuevo gobierno y que
con experiencia en gestión del cambio, cuente con una competencia más: agilidad
organizacional (capaz de entender cómo lograr los objetivos y hacer las cosas
trabajando con los demás dentro de un contexto organizacional complejo, variado
y de amplias dimensiones).
Los ejecutivos seleccionados por el nuevo presidente parecen
tener las competencias adecuadas, ojalá sea así y sean exitosos en su gestión.
Seguramente deberán seleccionar a más profesionales para la
estructura y con la esperanza creada, muchos estarán motivados a
"sumarse".
Desde este punto de vista, el sector privado podrá aportar
mucho.
Gustavo Torres García.
Head hunter, director de TG Torres García
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