Vivimos una época de profundas
transformaciones. Es este, tal vez, el momento clave de transición hacia un
modelo diferente; en él puede que ya no nos sirvan gran parte de las recetas y
conocimientos que nos han resultado válidos hasta ahora.
En este nuevo mundo, zarandeado por un terremoto renovador, la relación
entre el ámbito social y económico es cada vez más patente e inextricable. El
éxito de nuestra adaptación al nuevo paisaje resultante dependerá de la capacidad
que tengamos para abandonar viejas e inútiles concepciones para aprender y
asumir las nuevas reglas del juego.
Inmersos en esta sacudida de la civilización, el rol del líder ha de
transformarse también ineludiblemente. Su visión, por tanto, deberá de ser tan
amplia que le ayude a abarcar los planos entrelazados que componen la realidad.
El nuevo o la nueva líder han comprendido que el pulso de la sociedad y el de
la actividad económica (con la participación transversal de la política) son un
mismo pulso. También ha entendido que las antiguas reglas ya no sirven para
interpretar el nuevo mundo.
Si aterrizamos en el ámbito específico de la empresa -la empresa global
en el mundo interconectado-, las formas de liderazgo aplicadas hasta ahora
carecen de sentido. Al viejo líder, centrado casi exclusivamente en la
generación de resultados, se impone el nuevo, que sabe que ningún objetivo
económico será factible si no es acometido desde la comprensión, implicación e
interrelación con la sociedad.
El líder derrocado era una especie de “superhéroe” capaz de echarse la
empresa a la espalda para asumir todos los desafíos y apagar todos los fuegos,
asistido por un grupo adiestrado, controlado y lo más homogéneo posible.
El líder emergente es consciente de que solo con sus brazos no podrá
abarcar el reto que se le presenta, por eso necesitará ayuda, mucha ayuda.
Llegado a este punto, no le quedará otra opción que sustituir sus viejas
-inútiles ya- dotes de mando por la capacidad para motivar y generar confianza
y trabajo cooperativo dentro de equipos heterogéneos, equipos de hombres y
mujeres que son reflejo y consecuencia de la realidad social. Equipos “multi”:
multiculturales, multigeneracionales, multidisciplinares, multilocalizados…
La colisión de este amplio espectro de diversidad en el trabajo
-distintas maneras de ver el mundo, distintas formas de abordar los retos y
resolver los problemas- generará confusión, ahondará en la incertidumbre,
planteará dudas y permitirá vislumbrar límites y posibilidades. Pero, lejos de
temer este contexto, el nuevo líder empresarial celebrará haber llegado hasta
aquí y haber propiciado el punto donde el despegue, la creatividad y la
innovación son posibles.
Este líder sabe que, en un mundo convulso como el nuestro, solo será
posible sobrevivir y alcanzar los objetivos marcados si es capaz de crear
espacios inclusivos, participativos y diversos que ayuden a someterlo todo a
las reglas imprevisibles del terremoto.
El Proyecto Sensibiliza para la Gestión de la Diversidad en la Empresa,
de Red Acoge, viene desarrollándose desde el año 2008, con la financiación del
Fondo Social Europeo y el Ministerio de Empleo y Seguridad Social. En este
tiempo, hemos asesorado, formado y acompañado a más de 500 empresas en toda
España en sus esfuerzos por incorporar la diversidad a sus políticas y
convertirse así en espacios inclusivos.
Enrique Garcés -
técnico especialista en Gestión de la Diversidad de Córdoba Acoge
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