China tiene 632 millones de usuarios de Internet, y son 700 millones los
poseedores de Internet móvil (smartphones), que eran 380 millones en 2012. Esta
cifra de smartphones muestra un grado de penetración inferior al norteamericano
(54% vs. 69%), pero una rapidez en el incremento de la titularidad tres
veces mayor.
El margen de crecimiento de
Internet móvil
es más de 50% anual.
es más de 50% anual.
El uso de Internet en China ha estado centrado hasta ahora en el consumo
y los juegos (probablemente vinculado al hecho de que 80% de los usuarios
tienen entre 18 y 29 años). En el Día de San Valentín (14 de febrero), las
compras en Internet ascendieron a US$ 6.000 millones (RMB 36.000 millones), el
doble que en igual fecha en EE.UU.
En los últimos 5 años, las empresas chinas han comenzado a volcar sus
procesos y procedimientos en la red de redes; y 21% de ellas lo ha hecho
directamente en la “nube” (cloud computing), la nueva plataforma de computación
global.
Lo que importa en China no son las cifras, sino la tendencia que revelan. La economía digital abarcó 3,3%
del PBI en 2010, trepó a 4,4% en 2013, sería 6% en 2015, para alcanzar luego a
22% en 2030. De esta manera, superó el año pasado a la de EE.UU., pero con un
ritmo de expansión que la duplicaría en 2030. En la economía digital, el auge
de la productividad tiene su correlato inverso en la caída de los
costos laborales; y la estructura salarial tiende a disminuir, debido a que
la principal forma de remuneración es crecientemente la participación en el
paquete accionario.
El resultado implicaría un crecimiento del producto entre 7% y 22% en
2023 (McKinsey Global Institute). Lo decisivo no es el alza del PBI que acarrea
la digitalización, sino la modificación de su naturaleza. Al menos la décima
parte de las compañías que se han volcado la “nube”, está constituida por
nuevos emprendedores de alta tecnología; y esta proporción se
multiplicaría por 3, o quizá por 4, en 2030.
En ese caso, el auge de la productividad que provocaría sería mayor que
el incremento del producto, en una proporción de 3 a 1.
Más de 75% de la población urbana tendría ingresos entre US$ 9.000 y US$
34.000 anuales en 2022. Es la nueva clase media.
Esa franja era 4% de los habitantes de las ciudades en 2000 y trepó a
68% en 2012 (un
alza de 160% en una década).
Esta es la base social de los 110 millones de turistas chinos
que viajaron al exterior en 2013 (casi 50% lo hizo a Europa y EE.UU.),
que serían 150 millones en 2018. Es el sustento sociológico del vuelco al
emprendimiento de alta tecnología en Internet; y del paso de los juegos
y el consumo a la creación de nichos productivos de alcance global.
Economía y política son fenómenos
interna y necesariamente vinculados
en el capitalismo. Este es, al mismo tiempo, un mecanismo de acumulación
y un sistema de hegemonía.
en el capitalismo. Este es, al mismo tiempo, un mecanismo de acumulación
y un sistema de hegemonía.
Esto implica que la conversión de
China en una sociedad de clase media, y sobre todo su transformación vía
economía digital en una estructura de emprendimientos, acarrea
inexorablemente la modificación de su sistema político. La lógica económica
y política son distintas, pero su sentido es el mismo. Es imposible comprender
a China si no se advierte la profunda legitimidad nacional y social de su
sistema político y de su estructura de decisiones. Esta legitimidad surge
de la capacidad del Partido Comunista chino, históricamente comprobada, de
adelantarse a los acontecimientos y adaptarse a las nuevas realidades.
Dice Deng Xiaoping: “Soy un aficionado en el campo económico; y he hecho
algunas observaciones en ese terreno, pero todas desde el punto de vista
político. Por ejemplo, propuse que China se abriera al mundo. En cuanto a los
detalles y formas específicas, conozco muy poco”. Deng Xiaoping, el heredero de
Mao, fue un ejemplo de capacidad de adaptación y de aptitud para adelantarse a
los acontecimientos.
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