Entre las funciones que las redes sociales
corporativas tienen en las organizaciones está crear aprendizaje social. Y el
aprendizaje organizativo deviene cada vez más estratégico como palanca de
innovación.
En la actualidad se habla que el aprendizaje
obedece a la regla 60/30/10. Se dice que el 60% del aprendizaje se
obtiene en el puesto de trabajo, en el día a día; el 30% es aprendizaje social, es decir, que lo obtenemos
relacionándonos con otras personas, observando, preguntando; y el 10% restante
es aprendizaje formal mediante métodos establecidos por la empresa: aula, elearning,
etc.
Sin importar el tipo de empresa ni el tamaño del
área, sin pedir permiso a Recursos Humanos o la Dirección General, sin que en
muchos casos haya una “metodología precisa” que aplicar, muchos responsables,
mandos y directivos instaurarán técnicas de aprendizaje social en sus equipos.
En la era social, el 30% de este aprendizaje se multiplicará y alcanzará
el 40%-50% de nuestra forma de adquirir conocimientos.
Esto se realizará mediante la creación de
comunidades virtuales que, en su faceta más simple, podrían ser grupos
de Whatsapp que comparten conocimiento y que, en su modalidad más
sofisticada, serán grupos con un diseño pedagógico, reglas y roles complejos.
Las conversaciones con herramientas sociales se
multiplicarán y el tiempo que se destinará a ellas irá en progresivo aumento.
Las empresas más preocupadas por la eficiencia del tiempo de sus trabajadores y
la eficacia en los objetivos pedagógicos buscarán que estas comunidades sean
eficientes y eficaces.
En la actualidad, en la práctica organizativa,
podemos observar cinco grandes tipos de comunidades que se
crean con el objetivo de fomentar el aprendizaje:
1. Comunidades de aprendizaje basadas en
contenidos formales: Son las más antiguas, las que se han utilizado
con más frecuencia y se basan en realizar ejercicios comunes, foros o
discusiones en torno a materiales con fines pedagógicos. Es la forma de
hacer social el e-learning a partir de los contenidos que se
ofrecen en la plataforma o prolongar el trabajo de una sesión presencial
virtualmente. La comunidad se crea para un taller, curso, máster, y finaliza
cuando acaba la acción o el ejercicio formativo.
2. Comunidades de aprendizaje basadas en
expertos: El aprendizaje recae en expertos que hacen recomendaciones, dan
textos, ayudan a crear los Entornos Personales de Aprendizaje (EPA), responden
preguntas, determinan la forma adecuada de hacer las cosas, etc. Aunque tienen
un componente social donde todo el mundo puede aportar ideas, hay un experto
que hace de community manager y que asegura los fines de aprendizaje
de la comunidad. No obstante, al ser sociales, las discusiones y preguntas
hacen impredecible y no planificable la labor del experto y las necesidades de
los participantes y sus intervenciones determinan la dinámica de la comunidad.
3. Comunidades de aprendizaje basadas en la
gestión del conocimiento: Son comunidades cuyo principal fin es actuar
como una librería de referencia de documentos y a veces textos y conceptos tipo
“wiki”. Aunque es social, pues se interactúa, se hacen peticiones y se discute,
el fin último de la comunidad es crear un conocimiento de referencia que debe
ser actualizado y ampliado continuamente. La comunidad determina la dirección
de la gestión documental y de los knowledge managers, y pueden
aportar documentos útiles y actualizaciones para la comunidad. Estas
comunidades, que tuvieron mucha importancia en los 90, han quedado
progresivamente relegadas a ámbitos de profesionales hiperespecializados donde
las referencias documentales son importantes.
4. Comunidades de aprendizaje basadas en la
práctica: Se basan en la experiencia de los participantes para crear
“productos de conocimiento” (listas, protocolos, ebooks, informes,
recomendaciones, procedimientos…), en función del trabajo y la interacción de
los participantes. Su finalidad debería ser temporal, pero suele suceder que se
encadenan diferentes peticiones de “productos de conocimiento”. En estas
comunidades, aunque hay un líder, su rol es más de facilitador y suele
realizar funciones de síntesis de lo que el grupo determina.
5. Comunidades de aprendizaje basadas en
compartir información: Para algunos son comunidades más de información
que de aprendizaje, pero el tipo de contenidos, las discusiones e interacciones
las configuran como potentes herramientas de aprendizaje. En principio, si bien
puede haber roles más activos (predeterminados), cualquier persona debería
compartir información relevante para la finalidad de la comunidad. La calidad
de las aportaciones y de las discusiones establece la calidad del aprendizaje.
En muchos tipos trabajos donde la naturaleza de las tareas es similar y la
complejidad de los problemas puede ser resuelta de formas diferentes, compartir
una buena práctica es de gran ayuda para el resto de la comunidad.
La realidad organizativa es compleja y no todas las
comunidades con propósito de aprendizaje pueden clasificarse con los anteriores
parámetros. A menudo encontramos varias tipologías en una única comunidad; a
veces sólo hay una forma de funcionamiento; en algunas comunidades las reglas
son claras y precisas (y puede que asfixiantes); en otras son reglas implícitas
que nunca se han escrito y declarado; en algunas hay roles casi con
características de control y mando; y en otras no hay roles ni líderes
formales.
Las
reglas y los procedimientos de las comunidades sólo son importantes en la
medida que ayuden a cumplir mejor los objetivos para los que fueron creadas. En
comunidades complejas donde el número de profesionales es elevado y se invierte
gran cantidad de tiempo, el diseño de las comunidades es la clave del éxito del
colectivo y a menudo de la propia empresa.
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