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sábado, mayo 31, 2014

Colaboración público-privada: el camino hacia la eficiencia

Los ciudadanos de Hamburgo votaron en 2013 a favor de nacionalizar la red eléctrica, hasta entonces gestionada por la compañía sueca Vattenfall. Por las mismas fechas, la empresa privada australiana AGL compró la eléctrica estatal Macquarie Generation por 1.400 millones de dólares.

El objetivo en ambos casos era el mismo: mejorar la eficiencia del servicio. Pero la fórmula era la opuesta: hacer público lo privado en el primero y hacer privado lo público en el segundo. Es buen ejemplo del debate que existe sobre cómo deben gestionarse los servicios públicos. 

En su artículo "Efficient Public-Private Capital Structures" (Estructuras de capital público-privado eficientes), Marian Moszoro, del IESE, ahonda en el debate y concluye que las sociedades instrumentales (SPV), en las que la administración pública actúa como un accionista más, son las que ofrecen mejores resultados. 

Habituales sí, pero ¿también eficientes?
Las empresas de servicios con una estructura híbrida con participación pública y privada son algo habitual en todo el mundo. En los países en desarrollo, el 25% de las colaboraciones público-privadas (PPP) presentan un accionariado mixto, en el que el capital privado oscila entre el 20% y el 80%. 

En Europa occidental estas empresas mixtas también están muy extendidas. Algunos de los ejemplos más conocidos son las compañías suministradoras de agua Wasser Berlin y Scottish Water Solutions o las que gestionan los aeropuertos Charles de Gaulle de París y el de Fráncfort del Meno.

El estudio de Moszoro se centra en las condiciones específicas que permiten que estos partenariados público-privados ofrezcan un servicio más eficiente que las entidades totalmente públicas o privadas.

Cada sector aporta sus ventajas
Una financiación mixta eficiente es aquella que o bien logra la misma calidad de servicio a un coste menor o bien una calidad mayor al mismo coste que una empresa totalmente pública o privada. En este tipo de asociaciones público-privadas, cada parte aporta ventajas distintas. 

Las del sector público son:

  • Atrae capital. La participación del sector público neutraliza el exceso de riesgo y atenúa la incertidumbre. La mayor confianza generada ayuda a atraer capital extranjero y compensa la prima de riesgo.
  • Mejora los conflictos de interés. Otro argumento a favor de la participación pública en las SPV es el hecho de que los sectores público y privado normalmente tienen conflictos de intereses respecto al coste del proyecto y la calidad de los servicios prestados. La participación de la Administración como accionista puede facilitar la prestación de servicios de calidad a un precio razonable.
  • Reduce el coste del capital. Los datos del mercado indican que el sector público puede recaudar fondos para financiar proyectos a un coste menor que el privado.

Es importante tener en cuenta que la participación pública no corrige todos los fallos del mercado, pero sí ayuda a reducir sus efectos.

Por otra parte, el sector privado aporta otros beneficios muy importantes y que el público no puede ofrecer:

  • Ahorro en el ciclo de vida del proyecto. Según diversos estudios realizados en Reino Unido y Estados Unidos, las colaboraciones público-privadas ahorran dinero, ya que la gestión de los proyectos es más eficiente en manos de inversores privados. Los plazos de construcción y desarrollo suelen acortarse, así como también disminuyen los gastos administrativos y la burocracia.
  • La confluencia de las ventajas que cada sector aporta resulta muy provechosa para los servicios públicos: si el coste del capital es menor gracias a las entidades públicas y se recortan los gastos que deben afrontar los inversores privados, se logra el menor coste posible tanto de financiación como de desarrollo.

Sinergias para mejorar la eficiencia
Tanto la privatización de los servicios públicos como su nacionalización se han vendido en distintos momentos como la panacea contra la ineficiencia.

Las empresas de servicios, sin embargo, deben huir de esta falsa dicotomía si quieren conseguir unos resultados óptimos. En muchos casos, para que la inversión en infraestructuras públicas sea eficiente, tanto la propiedad como la gestión han de ser mixtas.

En cualquier caso, como las motivaciones económicas de las administraciones públicas y de los inversores privados son diferentes, los acuerdos de colaboración deben estar muy bien pensados y definidos. Aunar las ventajas de cada sector será la clave para lograr sinergias óptimas y a una mayor eficiencia.

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