El poseer
un elevado C.I. u obtener buenas calificaciones académicas no
nos garantiza triunfar en la vida. Si bien la aptitud y
el conocimiento para realizar una tarea son importantes, no siempre son los
únicos factores determinantes de que ésta se desempeñe con éxito.
Con
frecuencia el rendimiento depende más de la motivación que
se tiene para hacer una tarea que de la propia aptitud para
desempeñarla. Para que un rendimiento sea positivo la predisposición ha
de ser positiva. El empuje, la seguridad en uno mismo y la confianza en
el logro, son factores que nos incitan a la acción. Las
personas que creen en sus posibilidades y visualizan sus
logros, tienden a conseguir mejores resultados que las que,
aún teniendo mejor preparación, no se sienten motivadas para
desempeñar la acción.
Además de
las habilidades cognitivas y técnicas necesarias para ocupar
un puesto laboral, existen otras habilidades que sin duda marcan la línea
divisoria entre los trabajadores “estrella” y los
trabajadores “promedio”.
Gardner hizo un estudio en el que
subrayó que muchas personas con un elevado CI de 160, pero
con escasa inteligencia emocional, terminaban trabajando para gente que no
superaba el CI de 100, pero que poseían grandes habilidades
intrapersonales.
Existen dos niveles
de medición de las habilidades laborales:
1.- Habilidades “umbral”
Este
nivel valora las habilidades y conocimientos técnicos
que precisa una persona para acceder a un determinado puesto
de trabajo. Se trata de las capacidades mínimas necesarias para
llevar a cabo las tareas asociadas a una determinada ocupación.
2.- Habilidades “distintivas”
Son las
que diferencian los trabajadores “estrella” de
los trabajadores “promedio”. Estas habilidades son las que se
precisan para obtener unos resultados sobresalientes y hará
que alguien que las posea llegue a obtener la excelencia.
Se han
realizados numerosos estudios para conocer el peso relativo de cada una de las
habilidades “distintivas”, llegándose a la conclusión que el peso
ponderado de las habilidades relacionadas con la inteligencia
emocional parecen
ser dos veces más relevantes que las habilidades relacionadas
con la experiencia y cognición técnica.
La
iniciativa, la motivación de logro, la adaptabilidad, la capacidad para liderar
equipos, la empatía, la confianza en uno mismo y la capacidad de alentar el
desarrollo de los demás son competencias emocionales que actúan
como catalizador potenciando el rendimiento óptimo.
Si bien
las habilidades técnicas tienen mucha importancia en tareas de
nivel menos complejo o inferior (como obreros o administrativos), a medida
que subimos a niveles más complejos, las habilidades relativas
a la inteligencia emocional van alcanzando mayor relevancia.
Gerentes,
ejecutivos y líderes deben manejar bien un ramillete de habilidades como:
·
Las
relaciones interpersonales
·
La
solución de problemas y conflictos
·
La
comunicación asertiva
·
Visión
estratégica
·
Toma de
decisiones
·
Liderazgo
·
Motivación
Howard Gardner célebre por su teoría
de las inteligencias múltiples, señala que no existe una inteligencia única en
el ser humano, sino una diversidad de inteligencias que marcan
las aptitudes de cada individuo. El reto está en saber potenciarlas
con nuestra actitud.
Que tengáis un buen día.
Que tengáis un buen día.
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