La gran mayoría de nosotros hemos
vuelto de vacaciones con energía renovada y ganas de cambios. Unos, los más
valientes, iniciarán proyectos propios; otros están buscando reincorporarse a
la vida laboral; pero la gran mayoría seguiremos en nuestras empresas,
con ganas de iniciar proyectos nuevos pero sin encontrar la manera de
hacerlo y seguiremos un año más en nuestra zona de confort, viendo la vida
pasar. Unos pocos, los intraemprendedores, llevarán a cabo, dentro de sus
empresas, los cambios que se han propuesto.
Cada vez es más importante la
figura del intraemprendedor, aquellos profesionales con espíritu emprendedor,
iniciativa, ideas, que gracias a su proactividad y creatividad ponen en marcha
proyectos innovadores dentro de sus empresas (si les dejan). Son profesionales
convencidos de que convertir sus ideas en realidad en buena parte depende
de ellos. Huyen del victimismo provocado por la creencia de que no controlan
directamente la situación.
El intraemprendedor es un valor
que cotiza al alza en aquellas empresas que realmente creen en la innovación,
convencidas de los beneficios que aporta tener ese talento implicado con
sus valores y objetivos:
- Son una fuente interna de innovación
- Contagian su entusiasmo a otros
intraemprendedores potenciales
- Ayudan a que sus empresas sean más flexibles
y veloces
- Mejoran la motivación y el clima
interno
- En definitiva, contribuyen a que sus empresas
sean más productivas y mejoren resultados
Pero ¿Son tan escasos los
intraemprededores?
Yo creo que no, que todos llevamos
un intraemprendedor dentro pero solo lo dejamos salir bien cuando tenemos las
condiciones adecuadas a nuestro alrededor, bien cuando somos capaces de hacer
un cambio en nuestra percepción del centro de control.
Es bastante obvia la relación
entre los círculos de influencia y de preocupación (Los 7 hábitos
de la gente altamente efectiva de E. Covey) como uno de los factores que
influyen en el perfil del intraemprendedor:
“Cuando trabajamos en un proyecto
nos encontramos con dificultades o preocupaciones que interfieren en su avance.
Es evidente que sobre algunas de estas dificultades no tenemos ningún control
real y, con respecto a otras, sí podemos hacer algo.
Algunas de estas dificultades
están enmarcadas dentro de lo que llamamos nuestra Zona de control directo,
todo lo que depende única y exclusivamente de nosotros.
Otro grupo de dificultades están
enmarcadas dentro de lo que llamamos nuestra Zona de influencia. Son los
problemas que involucran la conducta de otras personas, aquello sobre lo que podemos
influir pero no depende exclusivamente de nosotros.
Hay un último grupo de
dificultades o problemas que también interfieren en nuestro trabajo y sobre las
que no podemos influir de ninguna manera. Serían aquellas que englobaríamos
dentro de nuestra Zona de inexistencia de control.
Las personas, en función de
nuestra mayor o menor proactividad, percibimos y reaccionamos de diferentes
maneras antes todas estas dificultades.
Las personas más PROACTIVAS
centran sus esfuerzos en las áreas de control directo e indirecto. Se dedican a
las cosas con respecto a las cuales pueden hacer algo”.
Sin embargo, las personas REACTIVAS
tienden a centrar su atención y energía en el área de inexistencia de control.
Su foco se sitúa en los defectos de otras personas, en los problemas del medio
y en circunstancias sobre las que no tienen ningún control. De ello se derivan
sentimientos negativos y acusaciones, lenguaje reactivo y sentimientos de
impotencia, estrés, etc.”
Nuestras “zonas de control” no
son inamovibles. Si desarrollamos una actitud personal activa y enfocada a
la acción, cualquier persona tiene la capacidad de ampliar aquellas “Áreas”
que le interesen, apasionen o preocupen. Por ejemplo, si desarrollo una
relación de confianza con un determinado Clientes me permitirá aumentar mi
círculo de influencia indirecta pues tendré una mayor influencia sobre sus
decisiones.
Ser intraemprendedor significa
reconocer nuestra responsabilidad de hacer que las cosas sucedan. Muchas personas esperan que
suceda algo o que alguien se haga cargo de ellas. Sin embargo, los
profesionales intraemprendedores son aquellos que son soluciones para los
problemas, que toman la iniciativa de hacer siempre lo que resulte necesario y
finalmente realizan la tarea.
“Es uno
mismo quien tiene la responsabilidad de actuar”
Como dijo San Agustín:
“Dame
señor valentía para cambiar lo que pueda cambiar, paciencia para soportar lo
que no pueda cambiar y sabiduría para percibir la diferencia”.
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